"Estamos en tiempos de Evangelio. De Jesusismo puro, de cristianismo jugado y valienteo" Alberto Roselli: "Francisco es solamente el profeta"
Con sólo repasar mentalmente lo que Jesús hizo y que narran los Evangelios, alcanza para descubrir que el Señor está lejos de ser una doctrina pura, una enseñanza rígida, una lista de cosas que cumplir
"Francisco es un profeta. Y se lo acepta o se lo combate. Nunca un profeta pasa inadvertido"
"Muchos que pensábamos esta Iglesia, que nos atrevíamos a soñarla, estábamos convencidos que no la veríamos. Y apareció Francisco"
"Estamos en tiempos de Evangelio. De Jesusismo puro, de cristianismo jugado y valiente. Tan encarnado como siempre. O a favor o en contra. Pero no de Francisco, sino de Aquel a quien anuncia"
"Muchos que pensábamos esta Iglesia, que nos atrevíamos a soñarla, estábamos convencidos que no la veríamos. Y apareció Francisco"
"Estamos en tiempos de Evangelio. De Jesusismo puro, de cristianismo jugado y valiente. Tan encarnado como siempre. O a favor o en contra. Pero no de Francisco, sino de Aquel a quien anuncia"
| Alberto Roselli. Diácono. Periodista
Con sólo repasar mentalmente lo que Jesús hizo y que narran los Evangelios, alcanza para descubrir que el Señor está lejos de ser una doctrina pura, una enseñanza rígida, una lista de cosas que cumplir.
Jesús, la persona viva que, siendo Dios se hace ser humano y que con su muerte y resurrección protagonizó el más maravilloso escándalo de amor que resignifica la humanidad toda, sigue vivo, sigue activo, sigue salvando, sigue estando cerca, sigue dando sentido a cada vida, cada persona de cada tiempo; sigue sembrando esperanza y sigue respetando sin límites el ejercicio de la libertad de todos aun cuando se ejerza mal.
Quienes pretendemos ser seguidores de ese Jesús, el Cristo, si algo no podemos, y hasta no tenemos derecho, es a escandalizarnos cuando se trata de considerar a las personas como centro de su amor y de su misión. Precisamente porque somos seguidores del gran escandalizador.
Jesús nos dejó en la Iglesia el instrumento de salvación, de camino a la felicidad, a través de su Palabra, de la Tradición que interpreta a este Jesús vivo y del Magisterio que actualiza la obra redentora en el hoy y ahora de cada tiempo.
La historia y quienes la protagonizaron se encargaron de ir re-girando, deformando esa imagen de Iglesia hasta convertirla en juez y parte de cada historia humana.
Quizás esa pretensión de totalitarismode la verdad haya hecho que hoy debamos lamentar que en su nombre se hayan producido abusos de poder, de conciencia, sexuales y otros más por parte de autoerigidos intérpretes de esa doctrina, olvidando -o quizás no tanto- que el modelo a mirar es Jesús, el que está vivo, siempre obrando y no el propio e inexistente poder.
Dios permite todo para el bien. Quizás no estemos dándonos cuenta que permite lo que permite, estas crisis, para que levantemos la mirada, amansemos la soberbia del puro conocimiento y veamos más allá… es decir, más acá… es decir a las personas concretas.
Como decía un gran cura, santo y sufrido por vivir para la gente: “Dios nos dejó los sacramentos, pero sería necio pensar que para salvarnos se haya atado las manos con ellos”.
"Decía un gran cura, santo y sufrido por vivir para la gente: 'Dios nos dejó los sacramentos, pero sería necio pensar que para salvarnos se haya atado las manos con ellos'"
Esta mirada práctica y sobre todo cristiana, desafiante y realista nos conecta con el Dios vivo y cercano que salva más allá de la estructura. Y seguirlo es estar dispuesto a dejarse sorprender por Él.
Porque si la estructura pasa a ser más importante que las personas para la que fue instituida, algo hemos entendido mal.
Y en la historia sagrada han sido los profetas los encargados de hacer enojar, provocar, denunciar y sufrir las consecuencias de la tiranía en nombre de Dios.
"Francisco es un profeta. Y se lo acepta o se lo combate. Nunca un profeta pasa inadvertido"
Francisco es un profeta. Y se lo acepta o se lo combate. Nunca un profeta pasa inadvertido.
Francisco –Bergoglio- siempre entendió su consagración no como una tarea de obediencia debida, sino como un estar atento a las necesidades concretas de las personas. Y de todas las personas, no solamente los “de Iglesia adentro”.
Somos misión, dice siempre que puede parafraseando a algún antecesor.
Somos misión, lo que hacemos en favor de los demás según la elección que hemos hecho. No somos la medida de todas las cosas.
No somos maestros en el sentido de los escribas y fariseos. No enseñamos doctrina teórica. Enseñamos, o mejor, anunciamos Evangelio, buena noticia viva.
Y de manera concreta a personas concretas con gestos concretos.
Eso sí, para escuchar a un profeta, que más de una vez dirá lo que no queremos ni nos gusta escuchar, hace falta humildad. Pero de la verdadera. La que nos hace partir de lo que somos, no de lo que creemos ser.
"Muchos que pensábamos esta Iglesia, que nos atrevíamos a soñarla, estábamos convencidos que no la veríamos. Y apareció Francisco"
Muchos que pensábamos esta Iglesia, que nos atrevíamos a soñarla, estábamos convencidos que no la veríamos.
Y apareció Francisco. Que no se fija en sus pros y contras, que no cuida su “imagen” ni mide las consecuencias políticamente.
Sino que hace lo que dice el Evangelio, durante tantos siglos manipulado a conveniencia por tantas personas “de Iglesia” que se arrogaron y se arrogan ser los verdaderos y únicos intérpretes del hijo de inmigrantes que hace su aparición desde una región postergada e infravalorada …
Y no hablo de Bergoglio. Hablo de Jesús, hijo de una joven que resultó embarazada y de un carpintero, que decidieron instalarse en Nazareth.
Francisco es humano porque es un profeta. Es cercano y cotidiano porque es un profeta. Es práctico y habla al corazón de todos porque es un profeta. Defiende a los postergados, pobres y vilipendiados porque es un profeta. Y habla superando el miedo y el temor porque es un profeta. Y un profeta nunca es bien recibido en su tierra… es decir, tampoco en la Iglesia.
Basta!!!
Señores cardenales de cauda magna, de mirada intelectual y palabras soberbias en nombre de la teología; arzobispos con rostros adustos de enojo sobreactuado, algunos hijos de San Francisco de Asís a quien están haciendo quedar muy mal; obispos mediocres y tibios que prefieren callar en nombre de la prudencia cuando en realidad es cobardía; curas, consagradas y consagrados instalados en comodidades materiales que no permiten que les muevan las brasas de la fogata; cristianos que sabiendo bien qué hacer, se escudan en los de arriba…
Estamos en tiempos de Evangelio. De Jesusismo puro, de cristianismo jugado y valiente.
Tan encarnado como siempre.
O a favor o en contra. Pero no de Francisco, sino de Aquel a quien anuncia.
Nunca pensamos que lo de Iglesia hospital de campaña y herida pudiera llegar a tanto… Menos mal, gracias a Dios que llega a tanto. Y ojalá que falte mucho más por entender.
Francisco, devoto innegociable de la Virgen y de San José, es hombre de Eucaristía, de contemplación, de discernimiento, hombre de los hombres y de Cristo y a Él anuncia.
Optemos por Cristo, el verdadero, el de los Evangelios.
Como si amar a Dios y al prójimo fuera un único mandamiento.
Etiquetas