Puso en marcha las directrices del Vaticano II y murió asesinado Héctor Gallego, misionero colombiano, testigo del Vaticano II y mártir
Misionero colombiano, originario de Salgar, Antioquia. Desde que era seminarista en Medellín, Colombia, fue alimentando su vocación misionera
Optó por trabajar en la diócesis panameña de Veraguas, donde mprendió proyectos sociales y cooperativas de consumo con el fin de dignificar el trabajo de las familias y paliar el hambre
Decía que no basta dar de comer al hambriento sino que hay que crear condiciones de vida digna para que no haya hambriento
Impulsó la pastoral social, siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II y de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín
Víctima de incidentes intimidatorios, el sacerdote presintió que algún acto violento contra él estaban planeando terratenientes y ejército. Exhortó a los campesinos a seguir adelante con los proyectos comunales
La noche del 9 de junio de 1971 fue golpeado, secuestrado y asesinado. Héctor Gallego fue un hombre apasionado del Evangelio y enteramente entregado a su pueblo
Decía que no basta dar de comer al hambriento sino que hay que crear condiciones de vida digna para que no haya hambriento
Impulsó la pastoral social, siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II y de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín
Víctima de incidentes intimidatorios, el sacerdote presintió que algún acto violento contra él estaban planeando terratenientes y ejército. Exhortó a los campesinos a seguir adelante con los proyectos comunales
La noche del 9 de junio de 1971 fue golpeado, secuestrado y asesinado. Héctor Gallego fue un hombre apasionado del Evangelio y enteramente entregado a su pueblo
Víctima de incidentes intimidatorios, el sacerdote presintió que algún acto violento contra él estaban planeando terratenientes y ejército. Exhortó a los campesinos a seguir adelante con los proyectos comunales
La noche del 9 de junio de 1971 fue golpeado, secuestrado y asesinado. Héctor Gallego fue un hombre apasionado del Evangelio y enteramente entregado a su pueblo
| Fernando Bermudez
Héctor Gallego
Misionero colombiano, originario de Salgar, Antioquia. Desde que era seminarista en Medellín, Colombia, fue alimentando su vocación misionera. En 1965, aprovechando la llegada a Medellín de monseñor Gregorio McGrath, obispo de la recién creada diócesis de Veraguas en Panamá, cuando éste participaba en una reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano, Héctor entra en contacto con él. Ordenado sacerdote, opta por trabajar en la diócesis de Veraguas, donde impulsa la pastoral social, siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II y de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín. Organiza comunidades cristianas de base entre los campesinos e inicia centros de estudio del Evangelio para la formación de estas comunidades.
El campesino indígena de esta región panameña era esencialmente analfabeto, pobre, con mala salud, había una alta tasa de mortalidad por enfermedades infecciosas, parasitarias y por tuberculosis. El campesino vivía totalmente sometido y explotado por los terratenientes. Al palpar esta realidad de pobreza, emprendió proyectos sociales y cooperativas de consumo con el fin de dignificar el trabajo de las familias y paliar el hambre. Decía que no basta dar de comer al hambriento sino que hay que crear condiciones de vida digna para que no haya hambrientos. Creó escuelas de formación de adultos para que los campesinos y las mujeres pudieran aprender a leer y escribir, y de esta manera hacer conexiones con las organizaciones populares del país. Utilizó la metodología de Paulo Freire para despertar las conciencias y de esta manera puedan tomar decisiones. Toda su actividad social estaba motivada por su vivencia del Evangelio.
Héctor Gallego con frecuencia se quedaba a dormir en las chozas de los campesinos. Compartió sus preocupaciones y llegó a ser como uno de ellos. Les anunció la Buena Nueva de Jesús y les hizo entender que tenían la dignidad de ser hijos de Dios, que la injusticia y la explotación no eran la voluntad de Dios y que Cristo les pedía su colaboración para construir un mundo mejor por medios pacíficos. Su trabajo tuvo resonancia a nivel nacional y centroamericano.
Los terratenientes del área y el régimen militar de esa época lo acusó de comunista. El 6 de julio de 1970 Héctor Gallego fue detenidopor agentes de la Guardia Nacional. El obispo McGrath interviene ante el general Omar Torrijos para que lo liberen, y lo soltaron. El P. Héctor tenía pleno conocimiento que su vida corría peligro, ya que su trabajo de pastoral social en Veraguas, había causado molestias entre los terratenientes y la cúpula del régimen militar. El 23 de mayo de 1971 elementos del régimen militar prendieron fuego a la humilde vivienda del Padre Gallego, obligándolo a buscar refugio en casa de una familia del lugar. Este y otros incidentes intimidatorios hicieron que el sacerdote presintiera que algún acto violento contra él estaban planeando. Exhortó a los campesinos a seguir adelante con los proyectos comunales, diciéndoles:
"Ustedes saben que ya me están persiguiendo y en cualquier momento me pueden hacer alguna cosa. Ustedes son responsables de llevar a cabo el programa de Evangelización que encausará la liberación de los hombres de este mundo y en especial en Veraguas. Es por esto que les digo, que si desaparezco no me busquen sino que sigan la lucha, porque lo importante es la salvación de todos los hombres de la explotación y esclavitud ocasionada por los explotadores y por esto hay que morir si es necesario. Este es el compromiso último de un cristiano".
La noche del 9 de junio de 1971 tres sujetos fueron en un jeep Toyota buscándole por diversas aldeas hasta que dieron con la comunidad y casa donde estaba, tocaron la puerta donde se encontraba y fue el Padre Héctor Gallego quien personalmente salió a abrir y en ese momento fue sacado a la fuerza, golpeado, secuestrado y asesinado. Héctor Gallego fue un hombre apasionado del Evangelio y enteramente entregado a su pueblo. En él se cumplen aquellas palabras de Jesús: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”.
En junio de 2018, después de 47 años de búsqueda, se confirmó el hallazgo de sus restos sepultados en el antiguo Cuartel de Los Pumas de Tocumen.
(Sangre de mártires, Fernando Bermúdez, Alfaqueque ediciones 2020)