"Se abre una perspectiva de futuro sobre el modo de entender la ley en una Iglesia sinodal" José San José Prisco: "Una conversión de las relaciones para una conversión de las estructuras"

José San José Prisco
José San José Prisco

"Hemos estado trabajando durante tres años sobre el cómo caminar hacia una Iglesia 'sinodal', en la que los fieles aprenden a 'caminar juntos' en la escucha, el diálogo, la acogida de los signos de los tiempos, el discernimiento comunitario y la toma de decisiones conjunta"

"Era necesaria una nueva toma de conciencia de lo que el Concilio propuso sobre la Iglesia como pueblo de Dios, sujeto comunitario y corresponsable de la única misión"

"Es ahora el turno de los pastores, los obispos y los párrocos fundamentalmente, quienes tienen que poner manos a la obra para que no pase la oportunidad de esta necesaria reforma"

Concluida la primera fase (consulta al pueblo de Dios) y la segunda (discernimiento compartido en la Asamblea) y a la espera de la implementación posible y deseable en esta tercera etapa que comienza, comparto unas breves reflexiones, como experiencia personal y en un tono muy positivo, pues positiva a sido la experiencia eclesial y también los resultados expresados en el documento final.

Hemos estado trabajando durante tres años sobre el cómo caminar hacia una Iglesia «sinodal», en la que los fieles aprenden a «caminar juntos» en la escucha, el diálogo, la acogida de los signos de los tiempos, el discernimiento comunitario y la toma de decisiones conjunta. Finalmente no es otra cosa que valorar y reconocer la igual dignidad de todos los bautizados, los carismas que poseen y su participación en la vida de sus comunidades, la complementariedad e interdependencia de vocaciones, carismas y ministerios.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Españoles en el Sínodo
Españoles en el Sínodo

Algunos dicen que lo que aparece en el documento final no es nada nuevo, que para esto no era necesario un empleo de recursos tan grande, pero sinceramente pienso que no están en lo cierto: era necesaria una nueva toma de conciencia de lo que el Concilio propuso sobre la Iglesia como pueblo de Dios, sujeto comunitario y corresponsable de la única misión. Han pasado sesenta años desde el Concilio y sigue siendo necesaria una conversión de los corazones y de las mentes, una conversión de las relaciones para una conversión de las estructuras. Si lo primero es complicado y precisa tiempo y formación (como ha destacado la Asamblea en el documento final), lo segundo es imposible sin lo primero.

Puede que la decepción haya venido también porque se esperaba solución rápida a algunos problemas planteados en la primera fase y que se estuvieron señalando en las diferentes etapas, hasta desaparecer en el último Instrumentum laboris por voluntad del mismo Papa Francisco que pensó (y así aparece en la carta donde crea los grupos de estudio) que necesitaban una profundización doctrinal que no era posible en la Asamblea sinodal.

Lo cierto es que esos problemas no eran el objeto directo del sínodo, pero la complicada consulta al pueblo de Dios, con un documento difícil de entender y que contenía infinidad de preguntas de respuesta múltiple, hizo que emergieran otros asuntos que no eran precisamente el de la sinodalidad y había que darles una respuesta. Esperemos que finalmente la tengan, cuando se cierre el periodo de estudio previsto para el verano de 2025. Corresponderá entonces al Papa actuar en consecuencia.

Este sínodo no ha dejado de estimular la «misión», es decir, «compartir» la alegría del Evangelio y la esperanza que abre a la humanidad: en la tragedia de la historia y en los dramas de la existencia debemos la Iglesia desea proponer un cristianismo social e inclusivo, donde los pobres de todo tipo están «en casa» y caminemos juntos, recordando a todos la pasión de Dios por el éxito de nuestra humanidad.

José San José en la comisión de canonistas

Un sínodo de obispos tiene su punto de partida y su punto de llegada en el pueblo de Dios, y es ahora el turno de los pastores, los obispos y los párrocos fundamentalmente, quienes tienen que poner manos a la obra para que no pase la oportunidad de esta necesaria reforma. También recogiendo la desilusión que puede haber en algunos por no haber visto materializadas sus expectativas, o incluso sus legítimas reivindicaciones, y discernir con sus fieles cómo seguir adelante.

Sabemos que la recepción es a veces un proceso lento y arduo que requiere un compromiso decidido y perseverante de todos los agentes implicados, pero muy especialmente de quienes hemos venido reflexionando sobre este tema, de todos los que han participado en las dos Asambleas: pastores, religiosos y religiosas, fieles laicos. Y en general de todos los pastores de quienes depende la guía de las comunidades.

Como canonista creo que se abre una perspectiva muy interesante para el futuro inmediato en la reforma de instituciones de gran calado en la vida de las diócesis como los consejos pastorales o las nacientes asambleas, y una reflexión más a largo plazo sobre el modo de entender la ley en una Iglesia con muchos rostros, pluricultural y constitutivamente sinodal.

José San José, Rafael Luciani y otro teólogo

Volver arriba