"Hoy hace 100 años de su nacimiento" Josep Miquel Bausset: "El P. Miquel Estradé fue un gran escritor, apasionado por el Dios de la vida"
Se cumplen cien años del nacimiento del P. Miquel Estradé, monje de Montserrat, que "supo hacer de su vida un camino para ayudar a todos los que se le acercaban"
El P. Miquel, gran conocedor de las lenguas clásicas y también del catalán, tradujo a esta lengua los textos de la Biblia, así como escritos de diversos autores cristianos latinos y griegos
El recuerdo del P. Miquel que tenemos los monjes que le conocimos, es el de un hombre de una gran inteligencia, acogedor, abierto a la cultura y extremadamente sensible
El recuerdo del P. Miquel que tenemos los monjes que le conocimos, es el de un hombre de una gran inteligencia, acogedor, abierto a la cultura y extremadamente sensible
Hoy hace 100 años del nacimiento del P. Miquel Estradé, monje de Montserrat. Josep Estradé (nombre civil), que nació en Tarragona el 11 de enero de 1920, estudió unos cursos en el Seminario de Tarragona y en 1942 entró en el monasterio de Montserrat. Dos años después de su ingreso hizo la profesión temporal, en 1947 la solemne y en 1948 fue ordenado presbítero.
El P. Miquel pasó un tiempo en Inglaterra, estudiando inglés, y también en Friburgo de Suiza y en Baviera, para perfeccionar el griego, una lengua que él llegó a dominar a la perfección. Por eso mismo, en Montserrat, el P. Miquel hizo clases de esta lengua a los monjes en etapa de formación. Como recordaba el P. Josep Massot, la estancia del P. Miquel Estradé en Suiza “le sirvió también para ensanchar su horizonte religioso y para encarrilar todavía más su fuerte catalanidad, gracias al contacto con el doctor Carles Cardó, con el profesor Ramon Sugranyes de Franch y con el mecenas Rafael Patxot i Jubert”.
Después del tiempo que pasó en el extranjero, cuando volvió a Montserrat, el P. Miquel Estradé sirvió a la comunidad en los diversos servicios que le fueron confiados: la Escolanía, la hospedería (durante diferentes etapas), el acompañamiento espiritual de los monjes en etapa de formación y las clases de griego a los novicios y juniores. Pero de una manera particular cabe destacar su labor pastoral, tanto en Montserrat como en otros lugares donde era invitado. El P. Miquel acogió y acompañó en Montserrat, una multitud de jóvenes y de gente de cualquier edad, que encontraron en él a un hombre de una gran calidez humana y espiritual. Como me ha comentado la religiosa vedruna Maria Trullols, que lo conoció bien, el P. Miquel fue un hombre “de una gran humanidad, atento y sensible a les necesidades de las personas”.
El P. Miquel, gran conocedor de las lenguas clásicas y también del catalán, tradujo a esta lengua los textos de la Biblia, así como escritos de diversos autores cristianos latinos y griegos. De hecho, en la Biblia de Montserrat son suyas las versiones del libro de los Macabeos, de Tobit, Judit y la Sabiduría.
El P. Miquel fue un gran escritor y sus artículos los podemos encontrar en diversas revistes como Serra d’Or, Saó, Foc Nou, Catalunya Cristiana o Qüestions de Vida Cristiana. También colaboró con sus textos en el diario Avui. Escribió numerosos libros, entre los cuales cabe destacar los siguientes títulos: Anar a fons (1970), Evangeli enfora (1973), Pare nostre (1981), Diàleg sobre l’amor (1985) o Fuit vir. Una vegada hi havia un home, Benet (1987).
Apasionado por el Dios de la vida, recuerdo una anécdota que él me contó. Cuando murió un sobrino suyo, muy joven, cuando en el funeral le dieron el pésame, alguien, para consolarlo, le dijo: “Dios así lo ha querido”. Pero el P. Miquel le respondió: “No. Dios no lo ha querido, porque Dios es el Dios de la vida, no de la muerte. Han sido unas células malignas las que han provocado la muerte de mi sobrino. Pero Dios no lo ha querido”.
Conocí al P. Miquel el año 1983, cuando él era hospedero y yo subía a Montserrat, interesado por conocer la vida monástica. Pero lo traté con más intensidad, aunque de una manera breve (debido a la rápida evolución de su enfermedad) cuando yo fui enfermero de la comunidad. Recuerdo que a primeros de julio de 1997, debido a las molestias que tenía, acompañé al P. Miquel al médico, en Manresa, que le diagnosticó un cáncer de pulmón que fue fulminante, ya que el 2 de agosto por la noche, murió en Montserrat.
El recuerdo del P. Miquel que tenemos los monjes que le conocimos, es el de un hombre de una gran inteligencia, acogedor, abierto a la cultura y extremadamente sensible. Por eso supo hacer de su vida un camino para ayudar a todos los que se le acercaban.