No soy entendido en leyes, no lo soy en casi nada: pero este candidato a presidir el Gobierno de España va sembrando odio a los niños emigrantes no acompañados -los va señalando como violadores, lo cual me parece materia para fiscales de justicia-.
Pero más allá de las precauciones que con este candidato pueda tomar la justicia, lo que realmente seca el alma y la seca de horror es pensar que puede haber millones de españoles que respiren el mismo odio, evidencien la misma incultura, padezcan el mismo déficit intelectual, exhiban la misma falta de humanidad y el mismo desprecio por los derechos de los demás.
Al candidato y a quienes lo aplauden se lo recordaré por si lo hubiesen olvidado: Esos niños son mis hijos -lo son también vuestros, aunque ustedes no estén en condiciones de reconocerlos-, y son mi Cristo, del que he de cuidar, y por el que un día nos han de preguntar a ustedes y a mí.