Ejercicio de una memoria histórica reconciliadora De Nagasaki a la ONU, pasando por Guernica
(Juan Masiá).-¿Es la memoria histórica un arma de doble filo? ¿Hay que olvidar el horror o conviene recordarlo? «Olvidar el odio, para no caer en la tentación de la represalia; recordar la tragedia para que no se repita; y tener presentes a las víctimas, para acompañar su duelo». En la reunión abierta del comité social de los obispos japoneses con el laicado y clero colaborador, nos exhortaba el pasado enero su presidente, el arzobispo Takami, a reflexionar sobre el no a la guerra y el sí a la sanación de la memoria, elaborar una declaración pro-desarme y preparar su peregrinación a Roma, Guernica y Nueva York con la imagen de 'Santa María bombardeada'.
Firmada el 26 de febrero de este año por el arzobispo Mitsuaki Takami, de Nagasaki y el obispo Atsumi Misue, de Hiroshima, una carta dirigida al presidente de los Estados Unidos, al Gobierno japonés y a los gobernantes de los demás países, interpelaba a los líderes políticos pidiéndoles un paso audaz hacia el desarme mundial, la abolición total de las armas nucleares y el logro de un mundo sin guerras.
Se adelantaban así los obispos japoneses a reclamar el desarme de cara a la Cumbre de Seguridad Nuclear, el pasado abril, y a la Conferencia, de este mayo, para revisar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Les preocupa que el Gobierno japonés, con su política de seguridad bajo la protección del 'paraguas nuclear' estadounidense, adopte una actitud extremadamente pasiva ante las políticas de reducción de armas nucleares.
«Al final de la última guerra mundial, dice la carta de los obispos japoneses, las armas nucleares dejaron sin vida en un instante a más de cien mil personas... Desde que se experimentó con bombas de capacidad mortífera mil veces mayor que la bomba atómica, se ha incrementado su efectividad bélica y fabricación masiva. Entristece contemplar la locura que abusa del progreso científico y tecnológico para destruir vidas humanas masivamente, lucrándose con la fabricación de armamentos. Ejemplo patente de esta insensatez, los bombardeos atómicos. Su responsabilidad ha de ser asumida también por otros países que, incluido Japón, han financiado guerras. Por eso, al reflexionar sobre nuestra conducta pasada, queremos avanzar con una finalidad común hacia el futuro: la abolición de las armas nucleares y la meta de un mundo sin guerras».
El obispo Takami expuso estas reflexiones en los hitos de su peregrinación con la citada imagen. En Roma, la imagen fue bendecida por Benedicto XVI, que animó a orar por la paz y trabajar por el desarme.
En Guernica, participó en la conmemoración del bombardeo, el 26 de abril de 1937, de esta la villa foral vizcaína por la Legión Cóndor, que apoyaba a Franco. En Nueva York, el 6 de este mes, con el secretario general de la ONU, el coreano Ban Ki-moon, reiteró el prelado japonés la exigencia del desarme y la abolición de las armas nucleares.
En esa ocasión presentó al secretario general la mencionada carta pro-desarme y los restos de la imagen, víctima de la bomba atómica el 9 de agosto de 1945, de la que solamente se conserva la cabeza.
Esta imagen italiana de madera había sido llevada a Japón en 1930. En Guernica impresionó el encuentro de esta imagen con otro icono mariano también sobreviviente de un bombardeo. 65 años después de la bomba atómica y 73 años después del ataque sobre Guernica, la peregrinación japonesa de paz practicaba el ejercicio de una memoria histórica reconciliadora y esperanzada orando ante ambas imágenes.
Publicado en La Verdad