"Los niños de la Cañada Real no piensan en escribir cartas a los Reyes Magos ¿O sí? . ¿Para qué hacerlo?" Navidad a oscuras en la Cañada Real
La Cañada Real, ubicada a unos 15 kilómetros del centro de Madrid, es el mayor asentamiento irregular de Europa y alberga a más de 7.000 personas
"Navidad. La palabra llegaba desde el otro lado de la ciudad, de Madrid, que brillaba con exceso, repleta de luces que se enredaban en árboles artificiales, en escaparates repletos de promesas que nadie aquí podría pagar. ¿Acaso alguien, allá lejos, se acordaba de la Cañada Real? ¿Sabían ellos que en este rincón olvidado, los niños miraban por las ventanas rotas soñando con ese resplandor que jamás llegaría?"
“Cañada, en una chabola está pariendo María
Sin luz ni calefacción, con una vela encendida.
El llanto de Jesús niño lo ha escuchado una muchacha
Y ha llamado a sus colegas y a la gente de la Fábrica.
Traen las familias cuscús, queso, pan, vino y la leña
Para prender las hogueras que alumbren en esta fiesta.
Como suele suceder, quien menos tiene más da”.
Así es una de la estrofas de los villancicos promovidos y premiados por Caritas en el Concurso de villancicos de la Navidad pasada en La Cañada Real . Y ahí sigue también este año dando el callo
Varios años llevo escribiendo sobre este tema al hilo de la navidad que también allí queremos cristiana. Nuevamente me acerco a ello. Sigo el “mandato” de Luis Cernuda dejando que calen los primeros versos de su poema “1936”: “Recuérdalo tú , recuérdalo a otros”. Hay que recordarlo por supuesto . Cuatro años sin luz . Desigualdad sufrida por las familias más vulnerables cuya dignidad y sus derechos son mas importante que las disputas entre los entes privados y los públicos
La Cañada Real, ubicada a unos 15 kilómetros del centro de Madrid, es el mayor asentamiento irregular de Europa y alberga a más de 7.000 personas. Entre ellos, una proporción significativa son migrantes y menores, quienes enfrentan condiciones de vida extremadamente precarias. Muchos no tienen acceso a servicios básicos como electricidad o agua corriente, especialmente en los sectores 5 y 6, donde alrededor de 4.000 personas viven sin suministro eléctrico desde 2020. Esta situación ha afectado de forma desproporcionada a los niños, que padecen frío extremo en invierno y limitaciones para estudiar o desarrollarse adecuadamente.
Esta situación ha afectado de forma desproporcionada a los niños, que padecen frío extremo en invierno y limitaciones para estudiar o desarrollarse adecuadamente
Estamos ante un mosaico de realidades sociales que incluye migrantes en busca de oportunidades, familias vulnerables y personas que llevan décadas habitando el área. Veremos que da de sí el reciente plan para realojar a unas 2.000 familias.
Un sector especialmente marginado que exige soluciones urgentes para garantizar sus derechos básicos y mejorar sus condiciones de vida. Este caso pone en evidencia una crisis más amplia relacionada con la vivienda y la exclusión social en España.
Luces Navidad Madrid 2025. @CiudadesNavidad@XimenezGroup@LNavidenaspic.twitter.com/JSJyCEBWDk
— Javier Joya 🎬 (@JaviJoya) December 14, 2024
Y al dejarme empapar por este recuerdo y el eco del recién instalado belén en mi casa alcalaína , me animo a proponer osadamente este “medio cuento” navideño pensando en la gente de esa zona madrileña donde todavía en muchos casos prima la desidia y la ineficacia de las administraciones para resolver el problema ya casi endémico de la falta de luz. Y que insultantemente llama la atención en estos días en contraste con el despilfarro lumínico en muchos otros lugares de la ciudad.
Podría titularse , Navidad a oscuras en la Cañada Real
Ahí va :
“El cielo se encendía cada noche con la fulgente promesa de estrellas que parecían burlarse de las tinieblas de la tierra. En la Cañada Real, el frío trepaba por las paredes precarias como una sombra sigilosa, reptando hasta los colchones en los que los niños se acurrucaban buscando calor en cuerpos pequeños, aún ajenos a las razones de su miseria.
No había luces parpadeantes en las ventanas. Ni siquiera llegaban los reflejos de las recientemente colocadas en otros puntos lejanos de la gran ciudad No había adornos que danzaran al compás de villancicos. En las calles, la oscuridad era tan espesa que parecía tener vida propia, un manto lúgubre que ahogaba cualquier atisbo de esperanza. Los hogares, más frágiles que nunca en esta época del año, parecían murmurar entre crujidos de madera y ladrillos mal puestos, contando historias de promesas rotas y ausencias eternas.
✨ La magia de la Navidad se vive en cada rincón de la Calle Preciados 🎄. Luces, compras y tradición se mezclan en el corazón de Madrid. ¿Ya la has visitado? 🛍️
— Visita Madrid (@Visita_Madrid) December 11, 2024
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Los niños de la Cañada Real no piensan en escribir cartas a los Reyes Magos ¿O sí? . ¿Para qué hacerlo? . Sospechan que ni las estrellas, con todo su brillo distante, les alcanzarían en la penumbra. En el interior de las casas, madres y padres apilaban mantas como si con ellas pudieran tapar el frío del alma, un frío que dolía más que el viento helado que entraba por las rendijas. Las manos callosas de los adultos intentaban mantener la ilusión viva, preparando chocolate aguado en fogones improvisados, mientras las palabras de consuelo se gastaban como las velas que apenas iluminaban sus noches eternas. Mientras, un trozo de corazón ampliado y grande , el de Caritas, parecía latir cerca del suyo
Navidad. La palabra llegaba desde el otro lado de la ciudad, de Madrid, que brillaba con exceso, repleta de luces que se enredaban en árboles artificiales, en escaparates repletos de promesas que nadie aquí podría pagar. ¿Acaso alguien, allá lejos, se acordaba de la Cañada Real? ¿Sabían ellos que en este rincón olvidado, los niños miraban por las ventanas rotas soñando con ese resplandor que jamás llegaría?
Pero el frío era implacable, y la oscuridad regresaba como una ola negra que todo lo engullía. En la Cañada Real, la Navidad era apenas un susurro entre ladrillos fríos y promesas de justicia que nadie parecía dispuesto a cumplir. En ese rincón de Madrid, los niños seguían soñando, no con regalos, sino con algo más esencial y esquivo: la luz. Una luz que no solo iluminara sus casas, sino también sus vidas. Una luz que, por ahora, parecía tan lejana como las estrellas que parpadeaban, indiferentes, sobre sus cabezas
Una niña, envuelta en una bufanda que parecía más grande que su propio cuerpo, dibujaba figuras con un palo en la tierra helada frente a su casa. "¿Qué haces?", le preguntó su hermano pequeño, tiritando. "Es un árbol de Navidad", respondió ella, marcando cuidadosamente una estrella en la punta. "Es bonito", dijo él, y en sus ojos, durante un segundo, titiló una chispa.”
Se acaba el medio cuento. Y el apagón sigue. No es solo el de la luz. Es el apagón de los derechos. La oscuridad avanza. ¿La aporofobia prosigue?
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