Así en la Iglesia española como en la Iglesia universal Obispos ya procesados o 'procesables'

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"Producen grima multitud de noticias catalogadas como 'religiosas'. El penúltimo caso lo sirven agencias de prensa internacionales, siendo su protagonista Mons. Robert Zollitsch, arzobispo emérito de Friburgo, procesado 'por encubrimiento de abusos'"

"A quienes todavía cándidamente prefirieran -o prefiriesen- seguir pensando que Friburgo está muy lejos de la Península Ibérica, y que España, católica por definición, es 'otra cosa', y sus obispos “otros” obispos, es de justicia advertirles que están equivocados, y mal -muy mal- informados"

"En España se dio a conocer un listado de 39 obispos recientes, con méritos-deméritos suficientes para su descalificación judicial de 'procesados'. El listado cuenta con algunos ya fallecidos, otros eméritos, pero otros también ejercientes de su ministerio"

"Acerca de la colaboración solicitada repetidamente por los organismos oficiales estatales en España se ha de confesar que no ha sido, ni es, todo lo limpia y generosa que la registrada en otros países"

Producen grima, es decir, “desazón, irritación o disgusto”-, multitud de noticias catalogadas como “religiosas”, que se nos sirven con largueza y sin ahorrarse las debidas constataciones y documentos. De entre ellas, en esta ocasión les corresponde el turno a las relacionadas con el “Alto Clero” en sus instancias episcopales y en el marco judicial de “obispos procesados”. (En definición servida en la Facultad de Derecho acerca del “procesamiento”, se refiere literalmente que “se trata de actuaciones realizadas por un juzgado o tribunal para determinar una culpa o aplicar una pena”).

El penúltimo caso lo sirven agencias de prensa internacionales, siendo su protagonista Mons. Robert Zollitsch, arzobispo emérito de Friburgo, procesado “por encubrimiento de abusos por parte de sacerdotes pederastas católicos romanos incardinados en su demarcación diocesana”.

Obispos procesados por estas y otras causas, hay muchos. Sus nombres y sus circunstancias tachonan capítulos de la historia eclesiástica con graves consecuencias civiles, políticas, familiares, sociales y convivenciales de quienes creían que la Iglesia en general, y más la clericalizada de por sí y para propios y extraños, habría de ser y de comportarse como referencia y eje supremo e incuestionable de ética y de moral.

La resultante de estas ensoñaciones, lisonjeras y crédulas, no podría ni puede, ser más deplorable, desejemplarizante y arrasadora. Por la cualificación de quienes la mantienen y sustentan, estos máximos responsables se convierten automáticamente en los peores enemigos de tan sagrada institución, no solo en esta vida, sino también con proyección hacia la “otra”.

Y es que tenía que ser de esta manera. La hipocresía eclesiástica era, y es, tal, que por encima de todos los artículos de su “Credo”, había que intentar salvar el buen nombre y las apariencias de la institución, pese a tantas y tan graves reprobaciones contenidas en el evangelio, anidando los miembros de la jerarquía de manera espectacular entre los ornamentos sagrados, misteriosos latines, canto gregoriano y olores aromáticos del incienso expresamente elegido entre los mejores procedentes del Oriente, “religioso” de por sí, y por deformación profesional.

"A quienes todavía cándidamente prefirieran -o prefiriesen- seguir pensando que Friburgo está muy lejos de la Península Ibérica, y que España, católica por definición, es “otra cosa”, y sus obispos “otros” obispos, es de justicia advertirles que están equivocados, y mal -muy mal- informados"

A quienes todavía cándidamente prefirieran -o prefiriesen- seguir pensando que Friburgo está muy lejos de la Península Ibérica, y que España, católica por definición, es “otra cosa”, y sus obispos “otros” obispos, es de justicia advertirles que están equivocados, y mal -muy mal- informados , prefiriendo “seguir viviendo en el mejor de los mundos”. En tal tarea cuentan siempre con informadores dóciles domésticos “oficiales”, dispuestos a descalificar a los ”profetas de calamidades”, aunque se llamen y tengan vocación de ser y ejercer simplemente de FRANCISCO.

En la Iglesia española pasó, y está pasando, exactamente lo mismo que en el resto de la Iglesia universal, en relación con los abusos del “Alto y Bajo Clero”. Tal vez con mayor gravedad aún, por circunstancias diversas, concordatarias o semi-concordatarias, avaladas frecuentemente con la “autoridad” de los funcionarios burócratas curiales de turno, convencidos, o no tanto, de hacerlo “en el nombre de Dios” y por el bien de la colectividad.

"En España se dio a conocer un listado de 39 obispos recientes, con méritos-deméritos suficientes para su descalificación judicial de 'procesados', con anotación precisa de nombres y circunstancias de sus clérigos ensotanados"

En España se dio a conocer un listado de 39 obispos recientes, con méritos-deméritos suficientes para su descalificación judicial de “procesados”, con anotación precisa de nombres y circunstancias de sus clérigos ensotanados, así como el de las víctimas que ocasionaron los comportamientos de unos, y los concomitantes “silencios” prelaticios de todos.

El listado cuenta con algunos ya fallecidos, otros eméritos, pero otros también ejercientes de su ministerio, sin faltarles a todos ellos los títulos y atuendos propios y específicos de cardenales o arzobispos.

Acerca de la colaboración solicitada repetidamente por los organismos oficiales estatales en España para el estudio y reordenación de tema tan relevante en la convivencia cívica, se ha de confesar que no ha sido, ni es, todo lo limpia y generosa que la registrada en otros países. La disponibilidad, claridad, presteza, necesidad y urgencia de “corregir al que yerra”, reparar los daños causados y penitencial petición de perdón desde las más altas instancias eclesiásticas, no se han revestido evangélicamente hasta el presente con los ornamentos litúrgicos correspondientes

El de los obispos procesados o “procesables”, es capítulo de la historia eclesiástica que lamenta y lamentará el papa Francisco con mayor dolor que el de su rodilla. El Colegio Episcopal en España demanda pronta y profunda reforma. Cualquier planteamiento mínimamente sinodal, pese a todos los pesares, exigirá, por ejemplo, la activa participación del pueblo en el nombramiento de sus propios pastores.

El futuro parece, por fin, abocado a la esperanza. Podría servir de atrio la fórmula mágica y misteriosa de “El Nuncio Auza, Omella y la santísima trinidad de las “C”, de comunicación, coordinación y comunión.

¡Que así sea!

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