"Los errores en el Opus Dei son fundacionales, institucionales y estructurales" La gran prueba del Opus Dei: "Desprenderse de su espíritu integrista"
"Todavía no han entendido, o no quieren o no pueden entender, que la crisis actual de su institución no se debe a presuntas antipatías del papa y de la curia romana, ni a la crisis de la Iglesia y del Mundo, ni siquiera a los errores de sus fieles y miembros, sino a la estructura y al espíritu que el fundador legó a dicha institución"
"En el caso del Opus Dei, no es la conducta escandalosa del fundador lo que ha colisionado con el carisma sino su espíritu integrista"
"La tesis que planteamos es que Josemaría Escrivá tenía una mentalidad integrista, y que esta mentalidad es la que ha terminado absorbiendo el carisma originario de buscar la santidad en la vida ordinaria"
"La tesis que planteamos es que Josemaría Escrivá tenía una mentalidad integrista, y que esta mentalidad es la que ha terminado absorbiendo el carisma originario de buscar la santidad en la vida ordinaria"
| Edgard Munive Hernández*
Los fieles (laicos) y miembros (sacerdotes) del Opus Dei (OD), tienen una prueba muy difícil de superar: desprenderse de su fundador (eso es lo que he llamado en un escrito anterior como “la desescrivatización del Opus Dei”). Me parece que dentro del Opus todavía no han entendido, o no quieren o no pueden entender, que la crisis actual de su institución no se debe a presuntas antipatías del papa y de la curia romana, ni a la crisis de la Iglesia y del Mundo, ni siquiera a los errores de sus fieles y miembros, sino a la estructura y al espíritu que el fundador legó a dicha institución.
Es decir, el gran problema que tienen los del Opus es su propio fundador Josemaría Escrivá, ahora San Josemaría, y también de sus sucesores inmediatos, Álvaro del Portillo y Javier Echevarría, en cuanto que secundaron al fundador. Desde este punto de vista, hay una cierta similitud con otras instituciones como el Sodalicio de Vida Cristiana (fundado por Luis Figari en Perú en 1981) y los Legionarios de Cristo (fundado por Marcial Maciel en México en 1941), en donde se ha tenido que dejar a sus fundadores para seguir adelante, ya que estos habían ido en contra del carisma originario debido a sus conductas escandalosas (pues Figari está acusado de abusos sexuales y Maciel fue encontrado culpable de ser un depredador sexual infantil y de otros delitos graves); y, por tanto, fueron expulsados de las instituciones que habían fundado.
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Los miembros de esas instituciones han tenido que aprender a vivir su camino de santidad prescindiendo de sus fundadores. Por eso pensamos que quizás, en el Opus Dei se podría aprender de los sodálites y de los legionarios, de cómo ellos están haciendo para seguir adelante.
Ahora bien, en el caso del Opus Dei, no es la conducta escandalosa del fundador lo que ha colisionado con el carisma sino su espíritu integrista. El integrismo es una perversión de la doctrina social de la Iglesia que procura que el estado y la sociedad estén subordinados a los intereses de la religión y de la Iglesia católica, no teniendo en cuenta la autonomía y la libertad de las distintas esferas de la sociedad con respecto a la religión.
Más específicamente, el integrismo católico español arranca a mediados del siglo XIX como una reacción a las revoluciones liberales, esto se verá como una lucha entre el bien y el mal; donde los malos son los revolucionarios y los buenos los que mantienen íntegra la fe y la doctrina, o sea, los integristas. El aspecto ideológico del integrismo español se identificaba con la subordinación del Estado a la Iglesia y la existencia de una sola política cristiana. Pues bien, es en ese contexto en que se forma moralmente, religiosamente, e intelectualmente el fundador del Opus Dei.
La tesis que planteamos es que Josemaría Escrivá tenía una mentalidad integrista, y que esta mentalidad es la que ha terminado absorbiendo el carisma originario de buscar la santidad en la vida ordinaria. En efecto, ya en 1963 el renombrado teólogo suizo Hans Urs von Balthasar escribió un artículo titulado: “El Opus Dei: un integrismo católico”, donde analizando el libro Camino de Josemaría Escrivá, deduce que el espíritu que animaba a la institución, que en ese tiempo era un Instituto Secular, tenía una desviación integrista.
Aquí algunas de sus palabras: “La más fuerte manifestación integrista es sin duda el Opus Dei –de origen español–, un instituto secular con millares de miembros, principalmente en el mundo académico y con una gran extensión internacional; posee numerosas residencias para estudiantes en todo el mundo y una Universidad en Pamplona. Estrechamente ligado al régimen español de Franco, posee altos puestos en el gobierno, bancos, editoriales, revistas, periódicos (fundados por él o comprados), y desarrolla en todas partes –incluso en Alemania, Francia, Austria, Suiza– una discreta y celosa actividad de propaganda”.
Años más tarde, Vittorio Messori (2002) en su libro Opus Dei una investigación intentó demostrar que Von Balthasar se había rectificado de su juicio de 1963. Pero, lo cierto es que Von Balthasar ni se rectificó ni se reafirmó de lo que dijo en 1963.
Volviendo a la comparación inicial, podemos decir que las tres instituciones (El Opus Dei, Los Legionarios de Cristo, y el Sodalicio de Vida Cristiana) tienen en común que pretenden ser obras carismáticas creadas a partir de inspiraciones divinas de sus respectivos fundadores, obras que tienen como fin la renovación de la Iglesia Católica teniendo como base el apostolado de las élites económicas, políticas e intelectuales de la sociedad, para así engrandecer el reino de Dios desde las cimas hacia debajo de la sociedad.
Es decir, cada institución a su modo, se erigía como salvadora de la Iglesia, tenían la pretensión de ser “el resto de Israel”. Por eso las instituciones integristas se perfilan como una iglesia dentro de la Iglesia convirtiendo en dogma sus puntos de vista particulares, o su visión de cómo debería ser la Iglesia. Por ejemplo, como fruto del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI elimina el índex de libros prohibidos que databa del siglo XVI. Pues bien, en el Opus Dei no se hicieron eco del papa, sino que más bien establecieron su propio índice de libros prohibidos.
En 1972, Josemaría Escrivá en una tertulia multitudinaria en España, decía lo siguiente: “Han quitado el Índice de Libros Prohibidos, pues yo lo pongo. Pongo mi índice”. Esto evidencia la postura integrista del fundador del Opus, que imponía su ortodoxia por encima la del Concilio y la del papa. Al respecto, vale la pena traer a colación el siguiente fragmento del libro Progresismo e Integrismo de Foulliet (1996): “El integrista se organiza secretamente y tiene la certeza interior de una perfecta ortodoxia; cree que posee la certeza de tener razón y derecho a dirigir sus exigencias contra el mundo entero” (p.72).
Las tres instituciones surgieron en momentos de crisis universal de la Iglesia católica en la primera mitad del siglo XX, en el caso del Opus fue la persecución religiosa desatada por la Guerra Civil Española; la de los Legionarios de Cristo, la agresividad anticlerical de los gobiernos laicistas mexicanos; y en el caso peruano, el auge de la Teología de la Liberación que buscaba compatibilizar el mensaje cristiano con la praxis marxista. Cada fundador se arrogó el papel de ser una especie de restaurador de la Iglesia, cayendo en el integrismo católico.
En suma, cada institución funcionaba (o funciona en el caso del Opus Dei) a manera de un “grupo cerrado” alrededor de un líder mitificado cuyas directrices se consideraban cuasi divinos, de tal modo, que la vocación cristiana se reduciría a pertenecer a dicho grupo y la santidad a seguir esas normas y mandatos dados por los fundadores, la consecuencia de ello era una especie de creación de una “iglesia paralela” donde era frecuente que los miembros por seguir tales directrices como mandatos de Dios, sufrieran menoscabo en su personalidad y deformación de sus conciencias. Se podría decir, que en este punto el Opus Dei fue mucho más lejos que las otras dos instituciones.
Efectivamente, el Opus Dei estuvo a punto de convertirse en una iglesia paralela cuando se pretendió erigirlo como prelatura personal. La intervención providencial del Cardenal Ratzinger que le hizo ver al papa Juan Pablo II que erigir al Opus como una prelatura personal con clérigos (sacerdotes) y pueblo (laicos) propios era prácticamente crear una iglesia dentro de la Iglesia. Por eso, en sentido estricto los laicos dejaron de pertenecer al Opus Dei desde el 28 de noviembre de 1982, de allí la distinción que se hizo entre miembros (los sacerdotes) y fieles asociados (lo laicos). Además, se dejó claro que el Opus Dei no formaba parte de la jerarquía de la Iglesia, para comprobarlo basta ver el código de Derecho Canónico.
Pero, a pesar de que se conjuró ese peligro de convertir al Opus en una “iglesia” dentro de la Iglesia, sin embargo la institución se ha dedicado en estos últimos 40 años a decir todo lo contrario, y lo que es más grave, a operar como si efectivamente fuera una iglesia paralela, una prueba de ello es que el Opus Dei ha funcionado (o mejor dicho, funciona) teniendo como pantalla los estatutos que les aprobó la Iglesia, mientras que por dentro funcionan de acuerdo a normas, directrices, indicaciones del fundador y sus sucesores.
De allí se entiende que los adscritos a la prelatura no hayan leído los estatutos, cuando era lo primero de los que debían enterarse (hay que anotar que desde hace uno o dos años los estatutos están publicados en las páginas web del Opus Dei, quizás porque antes se publicaron en Opus libros, página web que se dedica desde más de 20 años a decir lo que en el Opus se calla).
Para profundizar un poco más en el integrismo, vayamos a un fragmento del libro Fundamentalismos de Enzo Pace (2006): “el integrismo es una corriente de pensamiento y de acción que ha venido afirmándose en el seno de la catolicismo desde el siglo XIX, frente al divorcio entre la sociedad moderna surgida de la Ilustración francesa y la doctrina oficial de la Iglesia Católica, el integrismo expresa la exigencia de reconquistar la función central de la religión en una sociedad moderna que pretende decretar la “muerte de Dios” o funcionar como si Dios no existiese” (p.14).
En consecuencia, los católicos integristas intentarán reconquistar una sociedad cristiana utilizando medios mundanos, y algunos más extremistas no repararan si estos medios son cristianos o no, morales o no, o lícitos o no. Esto es, todos los medios serán válidos si sirven para construir el reino de Dios en la tierra. Ahora bien, ¿estos libros recientemente publicados sobre el Opus Dei: “Te serviré” de Paula Bistagnino y “Opus: Ingeniería Financiera, Manipulación de Personas y el Auge de la Extrema Derecha en el Seno de la Iglesia Católica” de Gareth Gore, no indican acaso, este espíritu integrista que anima a la institución?
Otra característica de las instituciones integristas es su cómoda relación con las dictaduras de derecha. De ahí la relación del Opus Dei con los gobiernos del generalísimo Francisco Franco en España, o de Pinochet en Chile, y Videla en Argentina. En el caso de Franco, hubo una relación muy personal de éste con Escrivá, y muchos miembros del Opus colaboraron con el gobierno de Franco, y algunos fueron claves para el resurgimiento económico de España en ese tiempo. No estamos acusando a los miembros del OD de colaborar con el gobierno de Franco, sino que queremos señalar que si hubo una estrecha relación entre el Opus Dei y el gobierno de Franco, era porque les unía, quizás, la ideología del integrismo católico.
Las instituciones integristas buscan estar ligadas a las élites (intelectuales, políticas, económicas) porque consideran que así se cristianizará mejor y más rápidamente la sociedad. De ahí que, en el Opus Dei se dé mucha importancia al apostolado de la inteligencia. Por ejemplo, en el Catecismo del Opus Dei (2010) se lee en el punto 249: “Se dice que la Obra se dirige en primer lugar a los intelectuales precisamente porque interesan todas las almas, y son esas personas quien están en condiciones de dar forma y organización al desarrollo cultural, técnico y artístico, etc., y pueden difundir la fe y la moral de Jesucristo en los distintos ambientes sociales”.
En la página oficial de la institución se reafirma dicho apostolado de las élites: “Escrivá de Balaguer subrayó la importancia del apostolado personal con los intelectuales —un término amplio que engloba a los estudiosos, los profesores, los creadores, los artistas, las personas de gran influencia en la sociedad— a los que comparaba con las cumbres nevadas de las grandes montañas, que parecen distantes, pero de cuya nieve proviene el agua que hace fructificar los valles” (https://opusdei.org/es-es/article/secularidad-y-apostolado/).
No pretendemos estigmatizar ni demonizar el apostolado de los intelectuales, eso siempre ha estado presente en la Iglesia, basta nombrar a la Orden de los Predicadores (los dominicos) y la Compañía de Jesús (los jesuitas), pero lo que se ha verificado es que en estas instituciones religiosas se utilizó dicho apostolado como un medio para un fin superior que era el misionero. La obras misioneras tanto de los dominicos como de los jesuitas humanizaron y cristianizaron el mundo. Pero, ¿podemos decir, que “el apostolado de la inteligencia” que realiza el OD ha tenido un fin misionero, esto es, un influjo directo en la evangelización de los más pobres; o más bien, lo que se ha verificado es que este apostolado ha tenido como fin obtener poder en la jerarquía de la Iglesia y en la sociedad?
¿Estos libros de Paula Bistagnino y de Gareth Gore, no desnudan acaso, el afán de poder económico de la institución? Por otro lado, ¿la acusación de la justicia argentina a autoridades del Opus Dei de trata de personas y explotación laboral, donde están imputados cinco sacerdotes, debido a la denuncia de 44 ex numeraria auxiliares; no colisiona acaso, con el mensaje del Evangelio de Jesucristo? O planteado de otro modo, ¿es posible compatibilizar el apostolado de la inteligencia que se realiza en el Opus con la opción preferencial por los pobres que preconizó el Concilio Vaticano II?
Muchos católicos se acercan al Opus Dei por el mensaje de la santificación de la vida ordinaria, pero terminan siendo sumergidos en la mentalidad integrista, que paradójicamente se opone al carisma de la santidad en medio del mundo. Ciertamente, los católicos tradicionalistas y conservadores son más proclives a ser captados por el Opus Dei, y bajo un plano inclinado formativo, ser convertidos en católicos integristas. Dicho de otro modo, la apariencia que proyecta el Opus Dei es la de ser una institución tradicionalista y conservadora que para muchos católicos es lo más ideal para vivir a plenitud una vida cristiana.
Pero, por dentro es una férrea estructura integrista que instrumentalizado el carisma de la búsqueda de la santidad en la vida ordinaria, busca promover una institución semejante a una diócesis itinerante de ámbito universal (una “iglesia universal” dentro de la Iglesia Católica como ya hemos anotado), para instaurar el reino de Cristo en la tierra. Pero, ¿Acaso Jesucristo no dejó bien en claro que su reino no pertenece a este mundo, y que el príncipe de este mundo es el diablo? Efectivamente, San Pablo consideraba que Satanás es el "dios de este siglo" (2Cor 4,4) y que Jesús mismo más tarde se referirá a éste como el "príncipe de este mundo" (Jn 12,31).
Este es el error de fondo del integrismo católico, de confundir la evangelización de las gentes con la construcción de un reino cristiano mundano, y por ende, fundar más la salvación en la religión que en el espíritu del Evangelio. Pero, como en el mundo reina Satanás, éste termina pervirtiendo y corrompiendo a las instituciones católicas que tienen una desviación interista, como se ha verificado en los casos del Sodalicio de Vida Cristiana, de los Legionarios de Cristo, y claro está la del Opus Dei.
Finalmente, el gran reto que tienen en el OD es desprenderse de este espíritu integrista que ha socavado desde sus inicios la difusión de la llamada universal a la santidad, integrismo que legaron Josemaría Escrivá y sus sucesores. Pero, ¿en la institución son conscientes de ello? Por eso, ayudaría mucho a las autoridades de la Prelatura, mirar como han hecho otras instituciones con deriva integrista para empezar de nuevo dejando de lado a sus fundadores. Porque todo apunta, que los errores en el Opus Dei son fundacionales, institucionales, y estructurales. Sería bueno que en estos tiempos de crisis, resuene en los oídos de las autoridades del OD estas palabras del profeta Miqueas: “lo que te pide el Señor: practicar la justicia, y amar la misericordia, y andar humildemente en la presencia de tu Dios” (Mi 6,8).
*Edgard Munive Hernández, profesor universitario, Lima - Perú.
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