"No se trata de juzgar la intención subjetiva de quien ora. Lo único que importa es mejorarla objetivamente" Orar en la curación del Papa

Francisco se asoma al balcón del Gemelli tras recibir el alta
Francisco se asoma al balcón del Gemelli tras recibir el alta

"De ninguna manera pensaría que el Papa fue curado gracias a las oraciones, privadas o masivas, hechas en su favor por todo el mundo. Porque sentiría inmediatamente la necesidad de pensar en los “otros”, en los innumerables que han muerto dejando abatidos a sus seres queridos"

"¿O será que Dios no estaba atento o no había intercesores eficaces para que también Él “escuchara y tuviera piedad”? Y sería cruel pensar en la terrible consecuencia lógica que esto implica: que Dios “puede pero no quiere” salvar de la muerte, reservando su amor y su poder para casos privilegiados"

Después de un artículo crítico sobre la petición por la salud del Papa durante su enfermedad, siento un cierto deber de volver al tema en su curación. También rezaría, si lamentablemente hubiese ocurrido lo contrario. Porque la oración es parte fundamental de todos los momentos y ocasiones de la vida religiosa. Lo único que cuestionaba allí era tan solo una manera de orar: la de pedir.

Newsletter de RD · APÚNTATE AQUÍ

La oración continúa. Simplemente cambia el modo. Alegrarse con Francisco por su curación. Alegrarse, digámoslo así, con Dios, porque esta vez ha alcanzado el éxito de su incansable actividad amorosa en bien del mundo. Alegrarse por cuantos —quizás sin fe religiosa— han acogido esa llamada a colaborar con él, que todos sentimos en lo más profundo del corazón. Confirmar la necesidad de cuidar a los enfermos. A todos: a los que están a nuestro alcance, y también a revisar nuestras opciones sociopolíticas ante el problema de la salud, aquí y en los países cruelmente carentes y abandonados. Puede ser también una buena oportunidad para cultivar la confianza fundamental de que, pase lo que pase, nuestra vida está acompañada por Dios, capaz de asegurar su sentido incluso ante la muerte.

Pero personalmente, de ninguna manera pensaría que el Papa fue curado gracias a las oraciones, privadas o masivas, hechas en su favor por todo el mundo. Porque sentiría inmediatamente la necesidad de pensar en los “otros”, en los innumerables que han muerto dejando abatidos a sus seres queridos. ¿O será que Dios no estaba atento o no había intercesores eficaces para que también Él “escuchara y tuviera piedad”? Y sería cruel pensar en la terrible consecuencia lógica que esto implica: que Dios “puede pero no quiere” salvar de la muerte, reservando su amor y su poder para casos privilegiados.

Afortunadamente, el Papa se ha recuperado. Pero si hubiese muerto, confieso que entonces yo personalmente rezaría con la misma fe y la misma confianza

Afortunadamente, el Papa se ha recuperado. Pero si hubiese muerto, confieso que entonces yo personalmente rezaría con la misma fe y la misma confianza. Porque del Nazareno asesinado en la cruz y del Concilio que habla de la autonomía del mundo, he aprendido que el mal y la muerte no implican ausencia o desinterés por parte de Dios. Son un producto inevitable de la finitud y, por desgracia, con demasiada frecuencia también de la libertad humana que ignora la llamada divina, pervirtiendo su destino de amor y fraternidad. Oraría, agradeciendo a Dios por su compañía, su llamada incansable a que todos hagamos lo posible para buscar la sanación, para alentar en el sufrimiento y para consolar si llega el fracaso.

Y sobre todo, creer de verdad, reforzando la convicción de que, a pesar de todo, la muerte no tiene la última palabra, que —como decía Ernst Bloch, sin creerlo del todo— los humanos no mueren como el ganado, sin horizonte ni esperanza. Que la misma muerte, por horrible y aterradora que sea (y desgraciadamente los ejemplos nos asaltan cada día), no puede impedirnos morir diciendo: “Padre, en tus manos pongo mi vida”.

Una religiosa ante el Gemelli para pedir por la salud del Papa
Una religiosa ante el Gemelli para pedir por la salud del Papa EFE

Entonces, volviendo al primer artículo, ¿qué opinar de las peticiones? ¿Descalificación total o simple pérdida de tiempo? En todo lo humano es siempre necesaria la moderación. Señalar una desventaja o un error no anula toda la verdad ni toda la bondad. Quienes así rezaban estaban movidos por una auténtica intención de bondad y sostenidos por razones nacidas del reconocimiento del amor divino y de su compromiso por el bien de la humanidad. También, por un sentido de trascendencia y, en última instancia, para seguir confiando sea cual sea el resultado. Nada de eso se puede negar.

No se trata de juzgar la intención subjetiva de quien ora. Lo único que importa es mejorarla objetivamente, borrando un aspecto: su influencia negativa en la santa imagen de Dios. Borrando toda sospecha de privilegio o favoritismo, en caso de curación. O de inutilidad y absurdo, en caso de muerte. No es bueno para los cristianos mantener una inercia histórica que, contrariamente a lo que ya exigía San Pedro en su Primera Carta, no podamos «dar razón» creíble de nuestra esperanza.

Etiquetas

Volver arriba