Mujeres maltratadas, exiliados Las 'otras' Semanas Santas

(Antonio Aradillas).- "Semanas Santas" hay muchas. Diríase que tantas como personas, colectivos o comunidades. Solamente el recuerdo bíblico creador del periodo de siete días consecutivos, con el "descanso" sabático, proporciona serios elementos para juzgar acerca de su cualidad o estado "santo", "dedicado especialmente a Dios o a alguna divinidad relacionada con ellos o venerada, por algún motivo de religión".

Está de más, por tanto, aplicar la condición de "santo" a un conjunto de días, identificándolos con ceremonias y ritos, por tradicionales que sean, y en el marco de liturgias sagradas. La autocrítica -examen de conciencia- es, y será, nota indispensable en cualquier planteamiento que se haga en relación con la celebración, y celebraciones, de estos días del año.

No dejan de ser "santos" también, los días, aunque el ritual, el equipaje y la dirección elegida, conduzcan a lugares -playas, casas rurales, por ejemplo- a la búsqueda de unos días de asueto- descanso, como paréntesis del calendario laboral- profesional y de las rutinas sociales. Encontrarse consigo mismo, con la naturaleza, con familiares y con motivaciones turístico- viajeras en general, es santo de por sí, y santificador, con inclusión de haber tenido que "procesionar" largas, y hasta peligrosas, horas al volante automovilístico, en los quince millones y medio de desplazamientos previstos por la Dirección General de Tráfico. Paciencia y prudencia son virtudes eminentemente "semansanteras".

Consideración especial -martirial- propia de la "Semana Santa", es la relacionada con la que viven tantas mujeres, solo por el hecho de serlo, sometidas a los malos tratos familiares, laborales, sociales y aún religiosos. Este libro, todavía inédito, con su respectiva reseña, acrecienta día a día sus páginas ensangrentadas y martiriales, en las que en tantos episodios, se sacrifican además, niños inocentes. Las "Semanas Santas" de las mujeres maltratadas resultan ser idénticamente dolorosas a la padecida por Cristo Jesús.

Calificación similar reclaman las "Semanas Santas" protagonizadas dentro y fuera del mundo cristiano, por los emigrantes, en la desconsoladora situación de exiliados, de cualquier condición de personas, hombres, mujeres o niños.

Perderían historicidad, sentido y contenido de redención y de vida cuantos "semansanteros" piadosos, cofrades o no, se olvidaran de que todavía están en activo personajes principales de la primera "Semana Santa" que se iniciara en la Santa Cena-Huerto de los Olivos, para terminar en el Santo Sepulcro. Los Sumos Sacerdotes, Herodes, Poncio Pilato, sayones y soldados a sueldo, viven y perviven en la actualidad, comportándose exactamente lo mismo que lo hicieran los del tiempos al que se refieren los santos evangelios.

El rol -"papel o función que desempeña una persona"-, de los hombres y de las mujeres sigue siendo igual, pese a la connotación "canónica" de la pertenencia al "Colegio Apostólico", con las negaciones de san Pedro y el beso de Judas, por una parte, y, por otra, con el valiente, madrugador y vigilante testimonio de las "Santas Mujeres", por citas algunos ejemplos.

Hay representaciones -autoridades, "Hermanos y Hermanas Mayores", que desautorizan la religiosidad de procesiones y actos piadosos, a consecuencia del testimonio que dan en el contexto de las semanas del resto del año. Por la propia definición de "cristiano", algunos de los actos litúrgicos propios de estos días debieran serles vedados a no pocos de quienes participan en ellos, con responsabilidades canónicas o civiles reconocidas en reglas, estatutos y normas "oficiales".

De modo evangélicamente claro y adoctrinador, en el discernimiento del grado y condición de religiosidad de imágenes y desfiles procesionales, exuberantes signos de riquezas y ostentaciones, están de más, ofenden a muchos y exigen adoctrinamientos efectivos, como para haber llegado ya a la conclusión de que su aplicación a los pobres no hacen ser más "santas, ilustres, venerables, fervorosas y regias" a las Hermandades y a las Cofradías. Los pensionistas, con sus varales- cachabas, cetros, bastones y tantas promesas, desfilan procesionalmente con las cruces pesadas de sus frustraciones y las de sus nietos.

En el recuento de estas "Semanas Santas", un recuerdo emocionado para la piedad popular de tantos lugares en los que, a consecuencia de la falta de sacerdotes, en sus calendarios no pueden aparecer ya, con el rojo festivo de estos días, "santos" por antonomasia. Otro recuerdo no tan emocionado, para quienes hacen, y harán de estos días y de sus signos externos, solo atractivos y motivos de tipo turístico, de modo similar a como si en los "programas de ferias y fiestas" se ofrecieran cualquier otro espectáculo.

Volver arriba