"Exigimos compartir la carga con quienes la causaron: ¿Cuántos serán Simón de Cirene en este calvario nuestro?" Teresa Conde: "No estamos contra la Iglesia. No estamos contra el cristianismo. No estamos contra la fe de los cristianos. Nosotros lo éramos "
"Nos ha obligado a protegernos de esa iglesia fría, distante, negadora, hiriente, humillante...en que las víctimas no hemos tenido cabida"
"Monseñor comienza la reunión con el rezo de un Ave María. Nos sorprende. Me sorprende y me irrita. Algunas de nosotras éramos obligadas a rezar mientras nos violaban. Tal era la perversión de los terroristas. Pero es su casa. La intuición me dice que conoce poco las consecuencias de los abusos sexuales"
"El miedo no es a las víctimas. No es a nosotras. Es a verse obligados a recorrer el mismo calvario que han producido"
"Ahora tenemos que hacer pedagogía porque ni la iglesia, ni la sociedad en general han tenido interés en conocer este mal que nos aqueja y que ha sido durante años, una práctica habitual en su seno"
"Tenemos esperanza, al menos nos ha recibido alguien. Esperamos que no quede es un mero escaparate"
"El miedo no es a las víctimas. No es a nosotras. Es a verse obligados a recorrer el mismo calvario que han producido"
"Ahora tenemos que hacer pedagogía porque ni la iglesia, ni la sociedad en general han tenido interés en conocer este mal que nos aqueja y que ha sido durante años, una práctica habitual en su seno"
"Tenemos esperanza, al menos nos ha recibido alguien. Esperamos que no quede es un mero escaparate"
"Tenemos esperanza, al menos nos ha recibido alguien. Esperamos que no quede es un mero escaparate"
| Teresa Conde, víctima de abusos y miembro de Infancia Robada
Víctimas o supervivientes. Cada una de las personas que fuimos recibidas ayer por el cardenal Omella nos definimos con una de las dos categorías. Depende de la situación o el punto del proceso de superación del trauma en que nos encontramos.
Hay que hacer pasar el trauma por el desfiladero de la palabra, decía Lacan. Ayer lo pasamos. Cada una de nosotras fue desgranando como pudo, a veces entre lágrimas, a veces callando y volviendo a empezar, los hechos horrendos vividos en la infancia y adolescencia a manos de depredadores protegidos por el seno de la iglesia católica. Es una labor ardua que seca el alma, la boca y la vida. Y que, por supuesto, nos ha obligado a protegernos de esa iglesia fría, distante, negadora, hiriente, humillante...en que las víctimas no hemos tenido cabida.
Monseñor comienza la reunión con el rezo de un Ave María. Nos sorprende. Me sorprende y me irrita. Algunas de nosotras éramos obligadas a rezar mientras nos violaban. Tal era la perversión de los terroristas. Pero es su casa. La intuición me dice que conoce poco las consecuencias de los abusos sexuales.
En nuestros casos, los detalles son fundamentales: la forma de presentarse muestra a las claras que hay buena intención y poco conocimiento. Y es normal. Porque los años de sufrimiento, dolores, síntomas, culpa, vergüenza, insomnio...son el camino recorrido por las víctimas, pero no por la jerarquía eclesiástica.
No tenga miedo a las víctimas, dice una de ellas con entonación tierna a monseñor. Qué ingenuidad. El miedo no es a las víctimas. No es a nosotras. Es a verse obligados a recorrer el mismo calvario que han producido. Es a tener que mirarse al espejo y asumir responsabilidades. Llevan toda una historia de infamia e indiferencia protegidos bajo el paraguas de los acuerdos con el vaticano. Y a veces la historia llega a su fin: lenta, paulatinamente y con un sufrimiento atroz, las personas heridas vamos despertando del letargo en que nos ha sumido la angustia. Y vamos contando nuestras vidas. Las vidas que nunca quisimos vivir y cuyo destino decidió un depredador sexual.
Algo hay claro: hay que vencer el miedo, la vergüenza y la culpa. Todos hemos de hacerlo. Pero en esto las víctimas llevamos una ventaja: años de experiencia diaria, cotidiana en que hemos tenido que esforzarnos por vivir con esa carga. Ahora exigimos compartirla con aquellos que la causaron: ¿cuántos serán Simón de Cirene en este calvario nuestro? Ahora les toca a los culpables por delincuentes o encubridores, responder de sus actos. Tienen a su favor que la ley tampoco ha estado del lado del dolor y han prescrito muchos casos, la mayoría. Las ciencias del comportamiento saben ya que se tarda una media de 20 años en poder poner palabras al abuso sexual. Tal es el desconocimiento de las consecuencias de este horror, que ni la ley civil nos ampara.
A pesar de todo, si la Iglesia pederasta quiere ser coherente con el mensaje de Jesús, debe cargar su cruz, que ha sido la nuestra. y hacer suyas las palabras del evangelio del que tanto se han apartado:
“Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo.
En fin, las victimas de abusos sexuales de la iglesia hemos tenido que asumir el terror al que nos abocaron, el abandono tanto legal, como social, los dolores, los miedos, las patologías que surgen de las perversiones a las que nos han sometido y que hemos guardado durante años, los cuerpos destrozados y ahora tenemos que hacer pedagogía porque ni la iglesia, ni la sociedad en general han tenido interés en conocer este mal que nos aqueja y que ha sido durante años, una práctica habitual en su seno.
Nos vemos en la obligación de deslindar la iglesia pederasta de la que no lo es: no toda lo es, hacemos enorme hincapié en este hecho. No estamos contra la iglesia. No estamos contra el cristianismo. No estamos contra la fe de los cristianos. Nosotros lo éramos. Algunos incluso lo son ahora. Estamos contra la iglesia pederasta. Parece mentira que se utilicen las palabras, la torpeza con que a veces nos expresamos, porque no podemos hacerlo de otro modo, más quisiéramos, para atacarnos de nuevo, para revictimizarnos de nuevo, para callarnos de nuevo, para echarnos de su vista de nuevo.
Qué real ha sido en nuestra vida aquel dicho del filósofo que afirmaba que las ovejas temen al lobo, pero se las come el pastor. Tenemos esperanza, al menos nos ha recibido alguien. Esperamos que no quede es un mero escaparate. En la estética, la iglesia es especialista. En la ética, no tanto.
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