"¿Cuándo y por qué, pasa un ser humano excepcional y brillante a perder su dignidad?" El árbol caído
En este momento, anciano y enfermo -con no sé cuántos ictus encima- le cae la peor de las condenas. Y me pregunto ¿cuándo y por qué, pasa un ser humano excepcional y brillante a perder su dignidad?
Pienso también en las víctimas, no se me olvidan aunque lo parezca, pero ni soy juez, mi me gusta juzgar. De ellas ya se ha ocupado el Tribunal de la Rota que para eso está. Sólo cuento y constato la trayectoria de mi amigo franciscano a quien tanto debo
| Carmen Olorón Goñi
“Sólo el que deje a Jesús mismo que fije la meta, sabrá por fin que lo más hermoso de ser hombre es caminar sobre el mar abierto, sin otro horizonte que las estrellas”. (El encuentro personal con Jesús de Nazaret. Huarte 1980). Con esta frase nacieron mis raíces franciscanas, hasta poder afirmar que su autor hoy, es el padre de mi fe. Así y todo, este escrito es el más difícil que he elaborado nunca, porque agradecimiento y dolor no hacen buen maridaje a la hora de pensar y mucho menos de escribir. Y sé que no soy yo sola la que hoy llora la suerte de nuestro querido amigo franciscano, condenado por el Tribunal de la Rota.
Somos miles las personas que a lo largo de casi medio siglo tuvimos la suerte de crecer en la fe y en la espiritualidad de la mano de este hombre excepcional que, sembrador de Dios en Navarra, nos enseñó año tras año con sus fabulosos cursos y sus fantásticos Ejercicios espirituales a conocer la divinidad. Nos ayudó a encontrar el sentido de nuestras vidas superficiales y nihilistas. Nos condujo a la Respuesta con mayúsculas que significa Dios y nos acercó, en una palabra, a descubrir el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu, con un nivel nunca alcanzado hasta ese momento en nuestra tierra. Enamorado de Cristo hasta las trancas a quien llamaba “mi Señor”, ha entregado su vida entera a lo que él entendía era su misión en este mundo; o sea la extensión del Reino de Dios. Sus numerosos libros, treinta en mi pequeña biblioteca, y no son todos, demuestran su cabeza privilegiada, su formación y su fe indiscutibles. Un tanto polémico y reivindicativo, siempre fue fiel con la Iglesia. Todos le escuchamos decir que si un día el obispo le mandase callar; callaría.
En este momento, anciano y enfermo -con no sé cuántos ictus encima- le cae la peor de las condenas. Y me pregunto ¿cuándo y por qué, pasa un ser humano excepcional y brillante a perder su dignidad? ¿cuál es el click que se rompe antes de cruzar la delgada -o gruesa- linea roja que los separa?. Acaso ¿una represión sexual contenida a lo largo de toda una vida, puede saltar por los aires en un momento dado, dejando salir al depredador que llevamos en nuestro interior?. Entonces ¿sería el “sistema” también llamado celibato el desencadenante de una locura mal enterrada en nuestra mente?. No lo sé. Es demasiado fuerte el tema. Y además duele.
Pienso también en las víctimas, no se me olvidan aunque lo parezca, pero ni soy juez, mi me gusta juzgar. De ellas ya se ha ocupado el Tribunal de la Rota que para eso está. Sólo cuento y constato la trayectoria de mi amigo franciscano a quien tanto debo. Hay quien se sentirá defraudado, engañado o decepcionado. No es mi caso. Todo era auténtico y verdadero. El amor a Dios se detecta fácilmente porque sólo los elegidos son testigos del Absoluto. Es fácil hacer leña del árbol caído, aunque el árbol sea mayor que la sequoia del palacio de Navarra. Mi amigo franciscano me enseñó que “la vida consiste en confiar” y en estos momentos tan oscuros para él -grandeza y miseria de la condición humana- confío en que el Juez Supremo, magnánimo y misericordioso, perdonará sus faltas si las hubiere. Y de lo que estoy completamente segura es de que alguien que entrega toda su vida a la causa del Reino, no merece este final.
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