El reto de una comunicación renovada y renovadora El fin de Vattimo y el comienzo para una búsqueda de la transcendencia
"Gianni Vattimo moría el 19 de septiembre a la edad muy respetable de 87. Vivía su homosexualidad públicamente. Asimismo su nihilismo, abogando la muerte de Dios. No cabe la menor duda de que su pensamiento es significativo para el Cristianismo"
"Vattimo aboga una nueva apertura de horizontes, en el descubrimiento de la relatividad, de los contextos, de las contingencias frente a la insistencia en lo Necesario. Sobre todo, su pensamiento presenta un reto: el de una mayor comunicación"
"Es necesaria una comunicación renovada y renovadora frente a los retos de hoy en día, cuando todos ya desconfían de los valores antiguos"
"De ahí que pueda y deba hablarse de superar todos los grandes sistemas que han caracterizado las grandes persecuciones contra la humanidad… Esto nos hace volver al anuncio del Evangelio; una llamada renovada y renovadora a la trascendencia"
"Es necesaria una comunicación renovada y renovadora frente a los retos de hoy en día, cuando todos ya desconfían de los valores antiguos"
"De ahí que pueda y deba hablarse de superar todos los grandes sistemas que han caracterizado las grandes persecuciones contra la humanidad… Esto nos hace volver al anuncio del Evangelio; una llamada renovada y renovadora a la trascendencia"
| Macario Ofilada Mina
Padre del pensamiento débil, parangón de la posmodernidad, pensador de la era de los posts: de lo posterior a los sistemas o constructos mentales potentes, Gianni Vattimo moría el 19 de septiembre a la edad muy respetable de 87. Vivía su homosexualidad públicamente. Asimismo su nihilismo, abogando la muerte de Dios. No cabe la menor duda de que su pensamiento es significativo para el Cristianismo.
Muchos dudan de su originalidad. A mí personalmente siempre me ha llamado el ruido de su pensamiento. Este me recuerda los martillazos de Nietzsche, de su Zarathustra quien anunciaba una nueva aurora que es la muerte de Dios. Para Vattimo esta muerte es la de la trascendencia, con sus fundamentos epistemológicos, fundados en la certeza científica abogada por la modernidad y su pretensión de objetividad. Vattimo, inspirándose en la hermenéutica de Heidegger y Gadamer, concibió la verdad como arte: con sus valores, fuerzas que no matan a la verdad en sí pero sí es el anuncio del fin de una versión de la misma.
Vattimo aboga una nueva apertura de horizontes, en el descubrimiento de la relatividad, de los contextos, de las contingencias frente a la insistencia en lo Necesario, conceptualizado desde la antigüedad y consolidado en la modernidad, sobre todo como metafísica cuyo culmen era Hegel. Con Heidegger, el pensador nacido en Torino abogaba la superación de esta última, que es la grandiosa construcción mental que reduce a la realidad al ser lógico o abstracto, con el nihilismo que, en el fondo, es una llamada a lo concreto, a lo esencial, a lo vivencial en la pequeñez, fragilidad, debilidad, labilidad sin pretensiones de grandeza, de abstracciones, de aislamientos intelectuales.
Vattimo aboga una nueva apertura de horizontes, en el descubrimiento de la relatividad, de los contextos, de las contingencias frente a la insistencia en lo Necesario, conceptualizado desde la antigüedad y consolidado en la modernidad, sobre todo como metafísica cuyo culmen era Hegel. Con Heidegger, el pensador nacido en Torino abogaba la superación de esta última, que es la grandiosa construcción mental que reduce a la realidad al ser lógico o abstracto, con el nihilismo que, en el fondo, es una llamada a lo concreto, a lo esencial, a lo vivencial en la pequeñez, fragilidad, debilidad, labilidad sin pretensiones de grandeza, de abstracciones, de aislamientos intelectuales.
En realidad, este nihilismo es lo que está pasando. Se destrozan, se corrompen, se soslayan los consabidos valores. Surgen retos para proponer nuevos ejes axiológicos para colmar el vacío producido por el cambio, por la superación, por la negación. En este sentido, Vattimo, como Nietzsche y Heidegger, no es solo un profeta. Sobre todo, su pensamiento presenta un reto: el de una mayor comunicación, algo sugerido ya por Habermas y los pensadores de la ética del diálogo.
Es necesaria una comunicación renovada y renovadorafrente a los retos de hoy en día, cuando todos ya desconfían de los valores antiguos, de las grandes promesas que han resultado falsas, como las que hicieron varios políticos y que acaban destrozando la nación, aprovechándose de la ingenuidad, labilidad, debilidad (otra vez el pensamiento débil) de la gente. Es esta la historia reciente tristísima de mi tierra filipina por lo que hay que reconocer que la verdad depende del contexto, lo cual ha desembocado en la época de la posverdad. Todo tiene su contexto, todo es relativo. Pensadores como Joseph Ratzinger han combatido esto pero es lo que hay.
Una mayor realización de esta realidad no debería ser motivo para el miedo o temor o inseguridad sino que esta misma realidad experiencial, con una mayor concienciación de parte de la gente, debería usarse para abrir más horizontes porque la vida no es tan sencilla como antes, sobre todo con los nuevos retos de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, etc. No podemos seguir siendo unos ingenuos.
Otro paladín de la posmodernidad, Lyotard, nos habla del fin de los grandes relatos. Estos son las grandes promesas que ya no se cumplen por lo que es necesario ampliar los horizontes, para buscar la verdad donde no suele tener su morada.
Las grandes promesas, ahora vistas como las grandes mentiras, nos esclavizan. Se necesita una liberación de tipo ético, algo que ya había abogado Levinas con su insistencia en la ética como primera filosofía. Todos los sistemas nos llevan a la epistemología de lo mismo en que no se reconoce la diferenciación, la dignidad individual, lo humano. Ya Vattimo, a tenor de todo ello, abogaba que ‘’en esta situación, se debe hablar, según creo, de una ‘ontología débil’, como única posibilidad para salir de la metafísica…Se puede tener…por el pensamiento postmoderno, la chance de un nuevo, débilmente nuevo comienzo’’ (Final de La fine della modernitá).
De ahí que pueda y deba hablarse de superar todos los grandes sistemas que han caracterizado las grandes persecuciones contra la humanidad (como el fascismo y nazismo del siglo veinte) que solo ve la ya mencionada ‘epistemología de lo mismo’ en que todos quedan reducidos a un monismo opresivo, reducidos a categorías ontológicas, de esencias, de discursos o constructos fuertes. De ahí también que pueda desarrollarse no solo una ontología débil sino una ontología en pro de los débiles. Mejor dicho, una ontología de los débiles.
Esto nos hace volver al anuncio del Evangelio para los más pequeños. Algo que está presente en el pensamiento fecundo de Vattimo que en el fondo, y esto lo decimos mientras nos descubrimos respetuosamente ante su tumba, es una llamada renovada y renovadora a la trascendencia.
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