"Al fin hace su aparición el Informe Cremades" La formación en los seminarios como piedra angular contra los abusos
Con casi un año de retraso, y después de supuestas entregas fallidas en meses anteriores, sus eminencias advirtieron de incumplimiento al despacho de abogados, dándole un ultimátum, mientras que la firma legal aducía un retraso justificado por 300 casos sin resolver en manos de Doctrina de la Fe
Son muchas las víctimas humilladas y silenciadas, demasiadas las que eligieron el camino de la tumba para llevarse recuerdos amargos, sufrimientos estériles que, por exceso de dolor o por la incapacidad del paciente, no puede purificar ni redimir, ni tampoco conducir a la madurez interior
| Roberto Esteban Duque
Al fin hace su aparición el Informe Cremades, tan deseado en los comienzos de la investigación como denostado al final de la misma: “llega tarde”, ya “hay todo un trabajo hecho”, lamentaba el cardenal Juan José Omella. Sus eminencias lo estaban estudiando desde el pasado viernes, cuando se produjo la entrega definitiva por correo electrónico. Con casi un año de retraso, y después de supuestas entregas fallidas en meses anteriores, sus eminencias advirtieron de incumplimiento al despacho de abogados, dándole un ultimátum, mientras que la firma legal aducía un retraso justificado por 300 casos sin resolver en manos de Doctrina de la Fe. La fotografía para la ocasión, si por apariencias nos dejamos llevar, revela la falta de entusiasmo de Omella.
Además de esos ulteriores casos, comprendo que son muchas las víctimas humilladas y silenciadas, demasiadas las que eligieron el camino de la tumba para llevarse recuerdos amargos, sufrimientos estériles que, por exceso de dolor o por la incapacidad del paciente, no puede purificar ni redimir, ni tampoco conducir a la madurez interior. Es un sufrimiento, por así decir, carente de sujeto, donde la pasividad de la víctima escandaliza y perturba profundamente por esa angustia ciega. Desprovistas entonces de fuerzas y medios para denunciar, prefirieron padecer ignoradas su propio calvario, beneficiándose así el abusador de su delito y viéndose privada la comunidad de la verdad. ¡Pobres niños, confiados y abandonados a la bondad de los demás!
No es tan difícil advertir lo que lleva a este tipo de extravíos y delitos, a comportamientos tan injustificables como abyectos: falta de fe, posición social privilegiada, desviaciones en la vivencia personal de la sexualidad son causas imaginables entre otras muchas. No hay que postergar, sino eliminar en raíz las conductas homosexuales dentro de los seminarios si no queremos que reaparezca bajo nuevas máscaras, cual Hidra de Lerna, el fantasma indeseable de la pederastia, los abusos multiplicados.
Esta mañana ha tenido lugar en la sede de la @Confepiscopal la entrega del informe de auditoría encargado por la Conferencia Episcopal Española al despacho Cremades & Calvo Sotelo. pic.twitter.com/1iC4YBWGDf
— Cremades&CalvoSotelo (@cremadescsotelo) December 20, 2023
Juzgamos abominable derramar sangre y exterminar a cualquier ser humano, sin embargo, lo practicamos a menudo sin provocar ninguna tragedia en el alma, sin el menor remordimiento; abusamos de un ser inocente con una voluntad enferma y una bestialización infame, sin perturbar lo más mínimo nuestra alma; experimentamos incluso placer haciendo sufrir a los demás sin verse alterado nuestro corazón, el placer resultante de la conciencia de la propia degradación.
“En la vida pasada de un hombre hay cosas que no revela a todo el mundo, pero sí quizá sólo a sus amigos. Hay por añadidura, otras cosas que no revela ni siquiera a sus amigos, sino quizá únicamente a sí mismo y esto bajo promesa de secreto. Por último, hay cosas que hasta teme revelarse a sí mismo, y todo hombre honrado cobija en su mente bastantes cosas de este género”. Dostoievski nos recuerda que somos más cercanos de lo que creemos prima facie a la voz que se comunica con nosotros a través de una grieta en el suelo, poniendo así el acento en la ambigüedad del alma humana, provocada por una fuerza que la rebasa: la presencia del mal.
Es urgente una educación afectiva de la persona, además de perseverar en una lucha interna, de luces y sombras, de edificaciones y caídas
Realizado el diagnóstico y conocidas las causas, habrá que remediar esta situación con un tratamiento adecuado para que esas tormentosas y diabólicas vivencias indeseables disminuyan. La terapia consistirá en la formación a la luz de la verdad, en la adquisición de la virtud moral en el interior de la comunidad humana. Es imposible ejercer un ministerio ordenado sin planificar un camino de virtud. No se trata de formular un camino de virtud, sino de incrementar la libertad para que en las elecciones se produzca un crecimiento guiado por educadores en un clima de reconocimiento afectivo mutuo. Es urgente una educación afectiva de la persona, además de perseverar en una lucha interna, de luces y sombras, de edificaciones y caídas.
La formación en los seminarios es la piedra angular para que los abusos no vuelvan a ocurrir. La formación de la conciencia a la luz de la verdad es innegociable. No se puede callar ante la verdad, abandonando así a la persona en el camino del error. No se puede vivir de una manera cismática, ni interior ni exteriormente, como si cada uno fuera su propio camino. Si no se encuentra o descubre la verdad con facilidad, habrá entonces que recurrir a normas morales límite o negativas que no estén en contraste o contradicción con la propia verdad del bien de la persona. Se precisa, en fin, una educación del carácter, una maduración en la virtud: ¿de qué serviría comunicar una verdad que no es previamente asimilada y vivida?
Etiquetas