El 1º de Enero, Fiesta del Cautivo en Ayabaca "Que llueva, que llueva"

Lluvia en Ayabaca
Lluvia en Ayabaca

No se les ocurre -¿o se les ocurre y no quieren? ¿cómo les entra más plata a los bolsillos?-. Digo no se les ocurre hacer ni un metro de represas o pantanos, ni un sólo reservorio para almacenar agua y después regar en la larga época de sequía ¡Y mira que lo tenemos fácil en toda la sierra ayabaquina!: kilómetros y kilómetros de estrechas quebradas que podrían convertirse en pantanos, con muy pocos metros de diques de contención…

Íbamos esta mañana en camioneta a celebrar en la “Huaca de Chocán”. El chofer culebreaba tratando de salvar, como podía, los muchos baches y charcos de agua que había en la pista. “Por esta zona llueve mucho, porque hay mucha vegetación”, me dijo el antiguo campesino y “posiblemente desertor de la chaquitaclla”. Es cierto, muy científico: la vegetación atrae la lluvia, igual que es más científico lo dicho por los sesudos meteorólogos: “De acuerdo al último aviso meteorológico del SENAMHI, en Tumbes, Piura y Lambayeque, los valores superarían los 120 mm/día”, la próxima semana.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

O sea, que parece que la lluvia que en este momento está cayendo en Ayabaca, seguirá ¿Nos pondremos a llorar? Todo lo contrario; hoy pregunté al comienzo de la misa a los campesinos: “¿Pedimos que cese la lluvia o que siga?”. Y todos a una: “Que siga, padre”. En el campo -y más en nuestra sierra ayabaquina, llena de vegetación, sin posible erosión- nunca sobra la lluvia, nunca los campesinos dirán “basta ya”.

Los meteorólogos pueden seguir anunciando lluvias en nuestra sierra norte y los campesinos seguirán cantando y bailando como si la lluvia fuese tambor. Así es la cosa. Mientras, en la costa, seguirán alarmados y propalando las noticias de que “nos estamos inundando”. Nuestras autoridades y técnicos todos, seguramente, reclamarán presupuesto -como ya es costumbre, de todos los años- para “botar el agua al mar”, ensanchando y profundizando los ríos. Mejor dicho, botando, con el agua, los pocos soles que tenemos, al mar. Soles que necesitaremos, entre otras cosas, para agua y desagüe, de lo que carecemos en toda Piura. No digamos para riego, en la sierra y en el desierto de la costa…

No se les ocurre -¿o se les ocurre y no quieren? ¿cómo les entra más plata a los bolsillos?-. Digo no se les ocurre hacer ni un metro de represas o pantanos, ni un sólo reservorio para almacenar agua y después regar en la larga época de sequía ¡Y mira que lo tenemos fácil en toda la sierra ayabaquina!: kilómetros y kilómetros de estrechas quebradas que podrían convertirse en pantanos, con muy pocos metros de diques de contención…

El Señor Cautivo de Ayabaca
El Señor Cautivo de Ayabaca

Tenemos agua en esta época de lluvias “para dar y regalar”. Y baja casi limpia hasta la costa ¿Por dictamen de los meteorólogos? Puede que para nuestra mentalidad científica sea así. No es tan claro para la mentalidad cultural y religiosa de nuestro pueblo sencillo. “Padre, el Cautivito no nos falla, va a llover”, me repitieron desde bastante antes de Navidad, a la vez que tenían listos sus saquillos de maíz para sembrar tan pronto lloviera ¡Y el Cautivo no les falló!

El 1º de Enero, Fiesta del Cautivo en Ayabaca, el párroco dispuso la misa en la plaza, como todos los años -el señor obispo presente-. El párroco y el obispo quisieron que celebráramos los sacerdotes desde lo alto, cara al pueblo… El cautivo dijo “¡NO!, lo primero es lo primero, seguirá lloviendo”. La lluvia nos metió a todos los sacerdotes en el templo, desde el comienzo de la misa -la comunión con paraguas al lado-. Tan sólo nos respetó la lluvia al final, para la bendición, y el señor obispo nos llamó a todos a la reja para bendecir con él a los que, con paraguas y vestidos multicolores de plástico, aguantaron la lluvia y la misa en la plaza. Los mismos que acompañaron al Cautivo en la procesión, dando gracias en solidaridad con los campesinos. El obispo lo sabía e iba de acuerdo: unido, desde el comienzo, a la acción de gracias por la lluvia que caía ya una semana.

Días después de esto me entra una llamada de un distrito cercano a Madrid. “Está más de una semana lloviendo ‘invernizo’, nos alegramos y damos gracias con los campesinos”, le dije. “Entendido y me alegro”, me contestó el otro -“posiblemente desertor del arado”, salido como yo de un pueblo campesino hace ya hace más de medio siglo-. Para los que no lo entienden -es lógico y normal, es una expresión muy de mi zona de nacimiento- “lluvia inverniza” es aquella de la hablaba el profeta Isaías cuando decía:

“Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino que riegan la tierra, Haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, así será Mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo y logrado el propósito para el cual la envié” (Is 55, 10-11).

El Señor Cautivo de  Ayabaca
El Señor Cautivo de Ayabaca

Es esa lluvia que dura días, que cae a ratos y suave, que no es de tormenta, que penetra la tierra y la fecunda. Es la lluvia que nos está cayendo ya más de una semana en Ayabaca ¿la que han pronosticado los meteorólogos o la que el Cautivo, aliado con los campesinos, los pobres de la sierra ayabaquina, está haciendo caer? Quien escribe, con mentalidad científica, diría que lo primero; pero el sacerdote, que celebra con los campesinos, hombres de fe, diría que “Dios escribe derecho con los renglones torcidos de los hombres”, Dios y el Cautivo -que es Dios- se valen de muchas cosas…

Nada raro, entonces, que el autor de esta nota termine cantando como lo hacía en su pueblo castellano y en su edad escolar: “Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan…”

Etiquetas

Volver arriba