El esquema vigente del rosario pierde sabor, valor y eficacia: Aburre De la Rosa Mística a la 'Turris ebúrnea' (en el Santo Rosario)
"Es explicable que los ecologistas 'de pro' cuestionen la devoción a la Virgen como dogma o semi dogma. Seguirla obsequiando con el apelativo sublime de “Torre de marfil” ('ebúrnea') supera cualquier ponderación y medida medianamente aceptable"
"La del Rosario es devoción perenne en la Iglesia, por lo que también tendrá que someterse en primera línea, y preferentemente, a una revisión teológica en la que el santo Evangelio se erija como referencia y faro"
"Las fórmulas en uso, se añejan. El rezo del Rosario sistemáticamente no sirve de mucho, ni suscita devoción mariana de ninguna clase cuando su rezador 'oficial' es el obispo'"
¡Por favor y por razones aun puramente estéticas, que nadie rece el Rosario, coronada su cabeza con la mitra episcopal y además blandiendo el báculo…!
"Las fórmulas en uso, se añejan. El rezo del Rosario sistemáticamente no sirve de mucho, ni suscita devoción mariana de ninguna clase cuando su rezador 'oficial' es el obispo'"
¡Por favor y por razones aun puramente estéticas, que nadie rece el Rosario, coronada su cabeza con la mitra episcopal y además blandiendo el báculo…!
Es explicable que los ecologistas “de pro” cuestionen la devoción a la Virgen como dogma o semi dogma de fe, cuando con tanta fruición y teología, es invocada popularmente la Virgen María por “católicos, apostólicos y romanos. Seguirla obsequiando con el apelativo sublime de “Torre de marfil” (“ebúrnea”) supera cualquier ponderación y medida medianamente aceptable.
Tuvo que ser preciso sacrificar muchas manadas de animales portadores de tan rico y valioso tesoro de adherencias para su defensa y mantenimiento, como para poder llegar a construir con su caza, torres tan altas que signifiquen inexpugnables y sorprendentes riquezas, como las identificadas en la invocación “oficial” de la “Turre de marfil”, o “Turris ebúrnea” según los latinos. (Menos mal que algunos ecologistas se sienten compensados, en parte, con la adyacente jaculatoria de la letanía lauretana arropada en el beso vegetalmente atractivo de “¡Rosa mística, rogad por nosotros¡”).
Por las andaduras otoñales de octubre –“el mes del Rosario”, recorriendo los sacrosantos misterios de devoción tan popular y piadosa, es comprensible que se reflexione acerca de algunos de sus aspectos, añadiduras y expresiones.
Y es que, como a todo en la vida, también a la religiosa y espiritual, le es imprescindible reparación y reforma, con el convencimiento primario de acomodación a las circunstancias de lugar y de tiempo en las que se vive. Religión y vida se matrimonian a perpetuidad, al servicio de la convivencia entre todos, con relevante mención para los más desvalidos “en este valle de lágrimas”, convertible en la antesala de felicidad eterna y comunitaria en los cielos.
La del Rosario es devoción perenne en la Iglesia, por lo que también tendrá que someterse en primera línea, y preferentemente, a una revisión teológica en la que el santo Evangelio se erija como referencia y faro de luminosidad y transparencia.
Y para cumplimentar tal misión en general y por tanto, en el rezo y devoción del Rosario, son indispensables nuevos guionistas. Las fórmulas en uso, y que en otros tiempos hasta pudieran haber sido útiles, no son sempiternas. Se añejan. Se avellanan y caducan. El periodo de caducidad está reverencialmente fijado y este se supera con creces, tal y como lo aprecian, juzgan y manifiestan los devotos y devotas de estas fórmulas oracionales
El esquema vigente del rosario pierde en la actualidad sabor, valor y eficacia. Aburre. Es posible que hasta la misma Virgen Santísima sufra y padezca tal aburrimiento, al dictado frecuente -casi habitual- de ritualismos inconscientes y rutinarios, por muchas indulgencias con las que les sean enriquecidas.
Por ejemplo, a las misas no se puede asistir para en ellas rezar el rosario. Ellas -las misas- son, sobre todo, misa. No son marco para cumplimentar y satisfacer devociones personales o comunitarias, tal y como todavía sigue aconteciendo por esos mundos de Dios. El rezo del Rosario sistemáticamente no sirve de mucho, ni suscita devoción mariana de ninguna clase cuando su rezador “oficial” es el obispo (“en directo o en diferido), que recorre- o pretende hacer recorrer- los caminos de las cuentas y de las estaciones más o menos mecánicamente. La rutina –“sin que en ella intervenga la razón”- es inherente a no pocos rezos similares a los del Rosario. Y es que la psicología no da más de sí. Tiene sus limitaciones. Y de ellas participan, por igual o más, laicos, laicas, obispos, curas, monjas y monjes, aunque todos y toda estén siempre conscientes a la hora de apostar por el AMÉN.
Las letanías -“lista o retahíla larga e interminable “- que acompañan el rezo del Rosario, merecería capítulo aparte. Cada una de sus apelaciones con las que laudatoriamente llama e invoca a la Virgen, tiene su historia, venerable y devota. Pero a tales letanías hoy les faltan poetas. Ellos -los poetas- son “palabra de Dios”, por serlo además del pueblo-pueblo.
A las letanías actuales les sobran advocaciones e invocaciones. La repetición de la misma idea es harto frecuente, tal vez en perjuicio de la central que es la de “SANTA MARIA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
¡Son ya muchos los cristianos, devotos del Rosario, a quienes les da la impresión de estar suficientemente servidas las invocaciones “virginales”, en la pluralidad de versiones, tales como Purísima, Madre de las vírgenes, Virgen de las vírgenes, Inmaculada, “Sin pecado original”, Sin mancha…
Preferentemente la devoción del Rosario en manos adoctrinadoras de la santa, docta y al servicio del pueblo y de la Iglesia, Orden de predicadores- Dominicos-, seguirá inspirando y manteniendo la verdadera teología también en la Iglesia de hoy.
Pero, ¡por favor y por razones aun puramente estéticas, que nadie rece el Rosario, coronada su cabeza con la mitra episcopal y además blandiendo el báculo…!
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