Andrea Tornielli analiza el primer gran discurso del Papa en Malta "En la noche de la guerra que ha caído sobre la humanidad, por favor, no hagamos que desaparezca el sueño de la paz"
El Papa dice claramente que está resurgiendo un infantilismo en las "seducciones de la autocracia, en los nuevos imperialismos, en la agresividad generalizada, en la incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más pobres"
"La guerra no ha estallado de repente, sino que se fue preparando desde hace mucho tiempo"
| Andrea Tornielli, director de los media vaticanos
"En la noche de la guerra que ha caído sobre la humanidad, por favor, no hagamos que desaparezca el sueño de la paz". El Papa Francisco, también en Malta, habla de lo que ocurre en el corazón de Europa. Pidió "por favor" que no se desvanezca el sueño de paz, la esperanza de paz. Habla, haciéndose eco de Giorgio La Pira, de una "agresividad infantil y destructiva que nos amenaza", y del riesgo de una "guerra fría ampliada" que podría asfixiar la vida de "pueblos y generaciones enteras".
No sólo de los que habitan hoy nuestra tierra, sino de los que vendrán después de nosotros. Una vez más, mientras de muchas partes se esperaría que el Papa "bendijera" la guerra o al menos suavizara sus incómodas palabras contra la carrera hacia el rearme, que parece urgente e inaplazable, Francisco pronuncia palabras incómodas.
Palabras que no pueden ser instrumentalizadas ni reducidas a simplificaciones de parte. El Papa dice claramente que está resurgiendo un infantilismo en las "seducciones de la autocracia, en los nuevos imperialismos, en la agresividad generalizada, en la incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más pobres". Reconoce lo difícil que es hoy pensar con la lógica de la paz porque nos hemos acostumbrado a pensar con la lógica de la guerra.
Luego habla del "viento gélido" de la guerra, que "también esta vez se ha alimentado a lo largo de los años". También esta vez. Es decir, como ocurrió en el pasado, en ese pasado que hemos olvidado pero que nuestros padres y abuelos conocieron, el de las guerras fratricidas en Europa que estallaron en conflictos a escala mundial. También esta vez, como en tiempos más recientes, cuando guerras aparentemente lejanas a nosotros se libraron matando a cientos de miles de inocentes y provocando millones de refugiados.
Sí, repite Francisco con convicción: la guerra no ha estallado de repente, sino que se fue preparando desde hace mucho tiempo. ¿De qué manera? "Con grandes inversiones y comercio de armas". Por eso el Sucesor de Pedro ha definido la carrera armamentística como una locura, por eso nos invita a entrar en una lógica diferente, nueva, una lógica de paz y una paz que no se base en el miedo y la disuasión, sino en la justicia, en el diálogo, en un nuevo sistema de relaciones internacionales. Es triste ver cómo el entusiasmo por la paz, que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, ha decaído en las últimas décadas. No es con arsenales llenos a rebosar, ni con armas extremadamente potentes y destructivas, como se puede construir un futuro de convivencia pacífica.
Así, además de la paz, muchos otros temas importantes, como la lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad, han quedado de hecho "relegados" de las principales agendas políticas.
De ahí el llamamiento que Francisco lanzó desde Malta: Ayudémonos a escuchar la sed de paz de la gente, trabajemos para poner las bases de un diálogo cada vez más amplio, volvamos a reunirnos en conferencias internacionales por la paz, donde el tema central sea el desarme, con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán. Y que los cuantiosos recursos que siguen siendo destinados a los armamentos se empleen en el desarrollo, la salud y la alimentación".
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