Dos cuadros distintos ante una única problemática: La soledad ¿Cuánto pesa la muerte de mamá?
"Las preguntas de los niños nunca son 'tan inocentes'. No. No estoy haciendo literatura. Ni pienses en un crimen VioGen"
"Los niños recuerdan la vida a trocitos, como fenómenos inconexos y desconectados. Nada es lineal. Con los sueños pasa algo parecido… Flashes flotando en la memoria vital, como colgados en el alambre de un tendal"
"Un encuentro de soledades… un poco anticipado para la Navidad… pequeñas antorchas de esperanza"
"Un encuentro de soledades… un poco anticipado para la Navidad… pequeñas antorchas de esperanza"
| Xaquín Campo Freire
Exordio
Las preguntas de los niños nunca son “tan inocentes.” No. No estoy haciendo literatura. Ni pienses en un crimen VioGen. Los niños recuerdan la vida a trocitos, como fenómenos inconexos y desconectados. Nada es lineal. Con los sueños pasa algo parecido. Como ves, son comoflashes flotando en la memoria vital, como colgados en el alambre de un tendal.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Primera escena
1944. Ella falleció el 3 de julio. Y el niño, tan esperado, diez días después. Éramos una familia normal. El abuelo, 94 años. La tía Asunción, algo más de cuarenta. Era costurera. Siempre estuvo en casa. ¡Qué buena era! Un mes antes de nacer nuestro hermanito sufrió un derrame cerebral provocado por una hipertensión arterial. Quedó encamada por varios años y con muchísimo dolor. Precisaba muchas atenciones y cuidados especiales. Nosotros, éramos cuatro hermanos y ya nos habían muerto dos.
"1944. Ella falleció el 3 de julio. Y el niño, tan esperado, diez días después. Éramos una familia normal"
Teníamos cuatro vacas. Y también un perro. No me pidas más detalles. Esto son parte de mis recuerdos. Yo lo viví así.
Nos dijeron que fue una septicemia. No había penicilina. Pero para nosotros la vida lo trastocó todo, fatalmente y en una semana. Así de pronto. Y nuestro padre absolutamente solo. Eso se llama ‘densidad existencial’, que a lo largo de los años la fuimos comprendiendo también nosotros golpe a golpe, paso a paso.
La familia extensa, la parentela, fueron todos muy buenos. Pero estaban a cierta distancia. No a pie de puerta ni en las proximidades. Y no es igual.
Era la plena posguerra española. A la Segunda Guerra Mundial aún no se le veía el final. Los años del hambre. Muchos miedos. Y mucha gente trastornada vagando por la Nacional VI. Nosotros vivíamos en Roca, en el Km. 542. Cada día pasaban pidiendo “casa cubierta” o un “trocito de pan”. Por veces aparecían en las cunetas. La mayor parte por tuberculosis. Teníamos que recogerlos para nuestros cementerios. Muchos eran presos de la guerra que al enfermar eran echados “al mundo”, para no “cargar” ellos con los gastos.
“De esto no se habla”. Pero, ¿qué era, “esto”? Pues todo. “No se podía hablar”. Y “esto” lo sabíamos también los niños. “Y no hagas nunca preguntas fuera de casa”.
"Era la plena posguerra española … Los años del hambre. Muchos miedos. Y mucha gente trastornada vagando por la Nacional VI"
En los primeros tiempos a nosotros, los hermanos, excepto la mayor con once años, algunos familiares nos fueron llevando con ellos. Mis hermanas pronto volvieron para casa. Yo, no sé por qué, quedé muchos años con aquella familia que tanto me quiso. Pero no era mi casa. Y estaba distante cinco kilómetros. Tenía siete años. En aquella aldea, O Castro, yo no conocía a nadie, salvo al “tío”, que era primo de mamá. Los vecinos sabían bien de nuestro infortunio. Conmigo eran inmensamente cariñosos. Pero a los míos yo no los veía. “Pasé mucha hambre de la familia de apego”.
La tía Sabina de Agramonte era una vecina ya muy viejecita. Siempre me daba abrazos muy cariñosos. Tanto, que casi me dejaba sin respiración. Y muchas veces, al besarme, lloraba. Un día, hablando para sí, se le escapó: Ai meu neniño! “¡CUÁNTO PESA LA MUERTE DE UNA MAMÁ!”. Yo callé. Pero en la imaginación le di muchas vueltas a esa frase. No sabía lo que quería decir la tía Sabina.
Pasados unos días fui a las herramientas y cogí la “romana”, la de pesar las cosas. y busqué al tío. He aquí el diálogo:
̶ Xaquín, para donde vas con la romana? ̶ Yo, yo quería, quería, quería llenar el plato de piedras y ver con usted cuánto pesa la muerte de la mamá. ̶ No, Xaquín. Esas cosas no se pesan con la romana: la tristeza, la alegría, el cariño, los abrazos, el amor, los lloros, los sustos, ..., todo eso va por dentro. Es como si te aprietan el corazón y no puedes respirar. Por eso decimos que “pesan”. ¿Entiendes? ̶ Sí. Pienso que sí. ̶ Haces bien en preguntar. Ahora lleva la romana a su sitio. Pero antes, ¡Ven! Déjame abrazarte.
"No, Xaquín. Esas cosas no se pesan con la romana: la tristeza, la alegría, el cariño, los abrazos, el amor, los lloros, los sustos, ..., todo eso va por dentro … ¡Ven! Déjame abrazarte."
Se lo contó a papá. Por Navidad, por Nochebuena, me llevaron “a casa”. Papá habló conmigo.
̶ Viniste a Roca a la Nochebuena y a las Navidades, ¿no es cierto? Viniste “a nuestra casa”. ¡Imagínate si no te hubiésemos dejado venir! ¿Qué te pasaría por dentro? ¿Estarías triste? Y tendrías como un peso muy grande allá por dentro. Eso no cabe en el platillo de la romana. La mamá está dentro de nosotros y nos quiere y nos está ayudando a no aumentar el peso y la tristeza. Nos está mandando fuerza interna para ser fuertes y avanzar. Habla con ella como yo os enseño cuándo rezamos o hablamos. ¿Entiendes ahora?
Y me dio otro abrazo y besos. Eso sí que lo entendí. A los dos días volví para O Castro. Mucho me costó salir de casa. De hecho, me escondí. Tardaron en dar conmigo. Ese día supe que el peso iba muy por dentro y no entraba en los kilos de la romana. Pero “el peso y el pesar” eran muy grandes.
Andando el tiempo pensé muchas veces: Xaquin, en la vida hay situaciones para las que “no se convocan exámenes de septiembre”. Y la recuperación va por otros caminos mucho más misteriosos. ¡Cómo recuerdo aquella Noche Buena! Aquella Navidad. Y aquel retorno. Y la soledad. Curiosamente nuestra madre se llamaba: SOLEDAD. ¡Y eso tampoco se olvida!
Cuando hice el Máster en Pastoral Penitenciaria mi trabajo final, pensando en los reclusos del mundo, fue: “APREDIENDO A ACOMPAÑAR SOLEDADES”.
Segunda escena. Ferrol, 10 de diciembre de 2023
Carretera de la Estación. Apareció Alipio. Nos conocíamos solo de saludarnos por la calle. Este día venía triste y enfadado con el mundo. Respiraba rabia y rebeldía. “Tengo que hablar contigo”. Todos vosotros sois unos farsantes: A ver cuando borráis del calendario toda esa ¿…? de la Nochebuena. (No cito la palabra). Nadal, Reyes, domingos, fiestas, ... Y por supuesto también el Año Viejo y el Año nuevo, aunque esto es civil. Pero también esos viven para aplastar a la gente. Lo mismo que el comercio, la Banca y los sistemas de los grandes negocios.
¿Tomamos un café?, le dije Estuvimos juntos media hora. Yo no tenía más tiempo en ese día. Fundamentalmente escuché. Y nos citamos para dentro de dos días.
̶ ¿Cómo vas? ̶ Estoy algo mejor. Me hizo bien hablar. Yo soy un cobarde, sabes. Y ciertamente eso es lo que me detiene. No quiero hacerle mal a mi gente. Sí. Es eso. Pero la solución sé cuál es. Cuándo la vida no tiene sentido, ¿que pintamos? ¡La Noche Buena! ¡Que farsa!”.
Después de la segunda conversación
Te propongo una cosa. Yo llevo tres años perdiendo vista y no debo conducir de noche y menos si llueve. Quedo deslumbrado. Llevo tres años también solo por Noche Buena. Antes iba a la “casa” paterna y regresaba. Ahora ya no.
¿Y si nos juntamos e invitamos a otros que también viven solos? No para cenar. Para estar juntos. Pero pongo condiciones: Un bocata algo grande con lo que la salud permita mejor. Que se pueda partir para compartirlo, por si alguien no trae nada. Acuarios. Unos refrescos. Nada de alcohol. Unos termos con café con leche calentito y suave. Le pedimos a Alfonso un local en la parroquia de san Paulo. En las “Sindicales”. De cinco a nueve. Y que venga quien se encuentre solo o en soledad, como nosotros. También matrimonios o parejas. Muchos están de luto o sin los hijos. O ya son viejos. Falta diez días. Mandamos unos correos electrónicos o facebooks. Y somos los que somos. El programa es muy sencillo: hablar, vernos, acompañarnos y luego que cada uno proponga. No es una cena de Navidad. Es un encuentro de soledades de cara a una nueva experiencia. Un bocata compartido, una bebida calentita. Es una nueva experiencia frente a las nuevas soledades y “comeduras de coco”. Un encuentro para la libertad. En un espacio libre. Si alguien quiere pasar un tiempo pensando o intercambiando vida, hay sitio. Si alguien quiere ir con la familia, pero le apetece venir antes a saludar, estar o irse, es muy libre. Nosotros somos los señores y señoras del tiempo y de nuestra experiencia.
Ya pasó un año. Fuimos diez. Alguno vino de visita y se fue.
En un momento Alipio dijo. De niño, recuerdo que en mi casa rezábamos algo. Hace mucho tiempo que no rezo. Ya no sé. Me apetecía entrar nuevamente dentro de mí. ¿Puedo pasar a la iglesia? Estás en casa, amigo. ¡Tú mismo!
Un grupito hicimos una hora de silencio. Otros siguieron hablando de sus vidas. Cuando nos juntamos de nuevo había alegría y seguimos hablando.
Epílogo actual. 2024. Volvamos a la convocatoria.Tenemos más tiempo.
"Aprendiendo a acompañar soledades"
Dijimos que en el 2024 nos volveríamos a juntar invitando a más gente.
San Paulo de Catabois. Ferrol, 24-12-2024 de cinco a nueve de la tarde
Y aquí estamos. ¿Quieres venir? ¿Condiciones? ¿Estás dispuesto/a para compartir soledades? ¿Y una cena muy frugal, en unión con los pobres del mundo: un bocadillo y una bebida caliente y bueno ánimo?
Y no tengas miedo. Nadie te va a llevar por donde no quieras ir. Esfuerzo por superar la tristeza y el pesimismo.
De todas formas, nos gustaría preparar un poco más las cosas entre los que pensamos ir para acogernos mutuamente mejor. 629 15 05 22.
Una luz aún pequeñita, en la cima del Coto de Ancos, se ve desde lejos y orienta. Sabemos que está allí y hay alguien. ¿Y si son cinco? ¿Qué estará pasando allí? ¿Y si son veinte? Depende del proyecto y objetivos. Nuestra luz estará brillando en estas Navidades.
Nos contó Pepe Chao que, en ciertas zonas de Alemania por Nochebuena, desde tiempos inmemoriales, ponen una candela encendida en la ventana. Si pasas, no dudes en entrar.” Hay siempre un plato en la mesa para ti, hermana, hermano desconocido o vecino de toda la vida”.
Gracias, Alipio. Te debemos a ti esta Navidad con los solitarios del mundo. Por cierto, el nombre de Alipio, además de eufónico, bien sonoro y musical, significa: Contento, libre de pena.
Ahora ya aprendiste con qué romana puedes pesar cada soledad del mundo.
Abrazos.
Xaquin de Roca