"Invito a todos los jesuitas a celebrar una Eucaristía en acción de gracias por la vida de este compañero" El provincial en España recuerda la "pasión por el diálogo" de Adolfo Nicolás
"Siempre quiso para los jesuitas una relación con Dios profunda, transparente y sencilla, una manera de abordar los problemas y les impulsó a que afrontaran con rigor cualquier tipo de acción pudieran emprender, sobre todo en los campos del diálogo inter-religioso, la inserción con los más pobres y la inculturación"
| Antonio J. España Sánchez, SJ, provincial de la Compañía de Jesús en España
Queridos compañeros jesuitas, amigos y amigas y de la Compañía de Jesús:
Con estas palabras os comunico la noticia del fallecimiento del P. Adolfo Nicolás, Prepósito General de la Compañía desde el año 2008 hasta 2016, año en que renunció a su cargo por razones de enfermedad. Tras dejar Roma y despedirse de su familia en Madrid, se había trasladado a Manila, para apoyar, en la medida en que sus fuerzas aún se lo permitían, con su presencia y su consejo, el Instituto Pastoral de Manila, del que años atrás fue director.
Cuando su salud se debilitó aún más y él mismo percibió la necesidad recibir atención en una enfermería, pasó a vivir en la Loyola House de Tokio, provincia a la que pertenecía desde 1961 y en la que había sido profesor de teología, rector del escolasticado de la Compañía, provincial y encargado del Centro Pastoral para Inmigrantes.
Sus compañeros del noviciado de Aranjuez y de la Facultad de Filosofía de Alcalá de Henares, así como los que lo acompañaron durante los años de su doctorado en el Colegio Bellarmino de Roma, han seguido manteniendo con él lazos muy estrechos de leal y sincera amistad y recuerdan con afecto la naturalidad y seriedad de su entrega al Señor, su incansable capacidad de trabajo, su inteligente sentido del humor, su pasión por el diálogo con las culturas y la profundidad de su pensamiento.
Seguramente la palabra profundidad, repetida una y otra vez en sus cartas y discursos, es la que mejor resume la meta a la que quiso conducir a la Compañía cuando ésta le confió su dirección como general. Siempre quiso para los jesuitas una relación con Dios profunda, transparente y sencilla, una manera de abordar los problemas y les impulsó a que afrontaran con rigor cualquier tipo de acción pudieran emprender, sobre todo en los campos del diálogo inter-religioso, la inserción con los más pobres y la inculturación.
Ahora que nos ha dejado a los 84 años de vida y 67 de vida religiosa, le recordamos con gratitud y nos hacemos conscientes de tener un importante intercesor cerca del Padre.
En las circunstancias presentes, invito a todos los jesuitas a celebrar una Eucaristía en acción de gracias por la vida de este compañero, que ya descansa en Dios.
Un saludo fraterno en el Señor,
Antonio J. España Sánchez, SJ