Victorino Pérez Prieto El síndrome NNA en la Iglesia y el papa Francisco

(Victorino Përez Prieto, teólogo).- Decía mi viejo maestro y amigo Raimon Panikkar: "Sigo creyendo que madurez no significa desencanto, ni experiencia desengaño" (Cometas). Pero resulta bien difícil seguir siendo consecuente año tras año, manteniendo sueños y utopías; y no seguir la vida, con el peso de los años, llevando "el cadáver de la esperanza a cuestas", como dice un verso del gran poeta gallego Ramón Cabanillas.

Pero llevar ese cadáver a cuestas es... estar ya muerto. Hoy es necesaria mucha osadía para no caer aplastado bajo la losa del desencanto, que nos fue trayendo el fracaso de tantas utopías que nos movilizaron hace años. Aunque, ciertamente, algunas de esas utopías eran sólo grandilocuentes palabras, vacías de contenido real. Por eso... ¡Bienaventurados los que no escarmientan!

Bienaventurados los osados, los que no temen correr el riesgo de equivocarse, los que tienen el coraje de apostar por lo más valioso, lo más grande, aunque se saben pequeños e imperfectos. Bienaventurados los que tienen tanta fe en la vida que son capaces de enfrentarse a sus propias limitaciones y superar la inercia estática de los que no quieren comprometerse en cambiar nada, por temor a fracasar o a perecer en el intento. Bienaventurados los ilusos, que mantienen la ingenuidad de recomenzar la lucha cada día, a pesar de los fracasos.

Estos son los que se enfrentan cada día al síndrome NNA, como he titulado hace ya años uno de mis libros (Contra a síndrome NNA. Unha aposta pola esperanza, 2005): el síndrome de "no hay ninguna alternativa". Una actitud que invita a "abandonar toda esperanza" -como el Dante en la puerta del infierno- en cualquier utopía de cambio transformador, inevitablemente condenada al fracaso. Es el síndrome que nace de la imposición de un pensamiento único; una concepción del mundo, de la vida, de la política y de la economía, que nos quiere convencer de que hoy ya no hay más ideología viable ni posible que la occidental neoliberal y el sistema económico de mercado total.

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