"Jesús nació y su nacimiento es un acontecimiento que formateó la historia de la humanidad" Lo trajeron los gitanos

Según investigadores dedicados de por vida a la investigación sobre la vida de Jesús es tarea poco menos que imposible precisar el año del nacimiento de Jesús, precisar el día es absolutamente imposible. Parece tarea imposible, pese a los esfuerzos de miles de investigadores, rehacer una imagen realista del Jesús histórico, así como de cualquier personaje de su época o anterior. Ni tan siquiera es posible rehacer una imagen realista del Jesús histórico, como tampoco de cualquier otro personaje de su época o anterior. Una cosa es la búsqueda de la figura de Jesús de la historia y otra la relación personal con Él. Lo importante cuando se trata de un filósofo o del fundador de un movimiento, lo importante son sus ideas

La vida de Jesús, como la de sus conciudadanos está compuesta de alegrías desbordantes, penalidades hondas, dolores olvidados, azares pasajeros, silencios que gritan, soledades impenetrables como rodeadas de muros infranqueables. Encarnándose, Dios se hace fragilidad, transitoriedad, mortalidad, abraza todas las debilidades humanas. Con la encarnación, el tiempo entra en la vida de Dios. Jesús no es un concepto, una palabra, sino una presencia, un conflicto, una persona que nació un día de un padre y una madre, José y María, que creció, que fue niño, ¿grande, pequeño, rubio, alto, bajo, simpático osado, indiscreto?, adolescente y no llegó a viejo porque lo mataron cuando tenía, más o menos, 33 años de edad. 

Al año se publican cientos de libros sobre la historia de Jesús, se filman muchas películas y se escriben novelas en las que él es el protagonista o hay un protagonista que se entrega a los demás heroicamente motivado por la fe y el amor a Jesús. Dionisio el Pequeño, un monje del siglo VI, restó los 30 años que tenía Jesús cuando empezó su vida pública de 779 de Roma, el año 15 del imperio de Tiberio según Lucas. El resultado, 752, es el año del nacimiento de Jesús. Pero Mateo, y Lucas también, lo sitúan un poco antes de la muerte de Herodes el Grande que ocurrió en Jericó, días antes de la Pascua del 750 de Roma. Hay, pues, un desfase de dos o tres años. 

Toda la discordia y toda causa de distanciamiento entre los cristianos proceden de que cada confesión busca lo común en ellos mismos. Si buscaran en el Evangelio verían que las raíces son las mismas y que unas y otras están más cerca de lo que piensan. Hay muchos cristianos, de una u otra confesión, que confunden la parte con el todo y hacen imposible, no solo la unidad sino cualquier tipo de conversación porque rellenan cada palabra de contenidos ideológicos en vez de esencia evangélica. Solo teniendo en cuenta las diferencias entre las diferentes Iglesias, los diferentes credos, las diferentes interpretaciones, los diferentes ritos, se puede barruntar la riqueza del Evangelio, la Buena Nueva. Una relación personal con Jesús, tiene que ser hacer de la persona una realidad deslumbrante de eternidad sin, por eso olvidarse del mundo, pero sin dejarse aturdir por su ruido. 

Las grandes instituciones, las grandes revoluciones aprovecharon las festividades de calendarios que querían sustituir para situar las suyas en el ciclo anual. El solsticio de invierno corresponde a la muerte y resurrección del sol. Mitra, dios protector del orden cósmico, de la justicia y garante de la paz, salió de su roca, en presencia de unos pastores, el 25 de diciembre. Saber o ignorar con exactitud el día del nacimiento de Jesús, así como el nacimiento de cualquier personaje histórico, satisface la curiosidad de los estudiosos, pero tiene una importancia científica relativa y ninguna teológica.

Las Bienaventuranzas, de manera paradójica y sobrecogedora, invierten la importancia de los valores mundanos, hay que entenderlas en su conjunto y no de forma aislada, y nos sitúan ante la enseñanza originaria de Jesús. Estas bienaventuranzas constituyen el centro y clave de su enseñanza y tarea mesiánica, centrada en el descubrimiento del valor más hondo de la vida, la misma pobreza y el sufrimiento de los más pequeños. Cristo, el más pobre de todos, el que pasa mayor riesgo, pues no guarda nada para sí sino que lo regalo todo, al decir «bienaventurados los pobres, se está retratando a sí mismo como el Pobre por excelencia. El cristianismo pone a la persona en relación con otra persona, Cristo, y puede vivirse dentro de cualquier oficio, cualquier ideología, cualquier manera de pensar, cualquier partido político, que permita adherir a la persona de Jesús. 

A los novelistas les interesa la acción, lo que hacen sus protagonistas motivados por la fe en el Cristo, el dolor de los que sufren es la hoz que siega la mala hierba. Todos los protagonistas, Manolius, en “Cristo de nuevo crucificado”, Müntzer en “La Guerra de los pobres”, los sacerdotes obreros, en “Los curas comunistas”, y los curas guerrilleros, en “En Blanco”, están hartos de palabras y dan el paso a la acción, actúan y mueren, tratando de vivir aquello del maestro: Por sus obras los conoceréis, lo que hagáis con  uno de estos conmigo lo hacéis.

La Navidad es un tiempo fuerte, kairos, para la humanidad. El mensaje original de la Navidad es un mensaje de paz y amor radical al otro. Un amigo mío ateo dice: “Si Jesús, en cuya divinidad no creo, no hubiera existido, el milagro cristiano hubiera sido aún mayor”. Otro amigo me envió la siguiente felicitación: "Navidad: Acontece Dios". La encarnación puso al alcance de los sencillos lo incomprensible de Dios que, a lo largo de la Historia, inspiró páginas inspiradísimas y de altura vertiginosa. Jesús nació y su nacimiento es un acontecimiento que formateó la historia de la humanidad. 

Rezar es entablar amistad con Dios, una charla personal con Jesús en la que van a aflorar los antagonismos, las contradicciones, los miedos y las angustias de la vida. La lucha interior tiene que fructificar en frutos de bondad, de belleza, de humildad, de concordia. Ser cristiano implica la imposibilidad de coincidir consigo mismo y la imposibilidad de que las divisiones sean exhaustivas. La diferencia entre un cristiano y alguien que no lo es solo puede estar en el significado que le puedan dar al mismo acontecimiento y no en ver cosas diferentes. 

La pandemia del coronavirus está sometiendo a la humanidad a una crisis de incertidumbre, a sentir en carne viva la impotencia frente a un enemigo invisible que la está diezmando. La humanidad, falta de serenidad, falta de información ante lo que es un virus y cómo puede actuar y matar a tanta gente, víctima del miedo, cuando no del pánico y del terror que la paraliza, está perturbada. Las víctimas de crisis económicas, sociales, políticas que, de la noche a la mañana, se ven privados de todo lo necesario para cubrir las necesidades elementales, aumentan a pasos agigantados. La humanidad entera anda a la busca de un Portal.

Una esperanza que no sabe lo que espera no puede dar, como resultado, más que la desesperanza. La relación con Jesús es una ayuda en la vida, en la que cada paso es un riesgo sin experiencia, en este mundo en que todo sufre una invisible pero incesante transformación y todo sucede como en entretanto y provisionalmente.  Mucha gente busca directamente una relación con el más allá, con el misterio, con la dimensión oculta del mundo, con Dios.

Los gitanos, un año, proyectaron una película sobre el nacimiento de Jesús sobre una sábana blanca en la pared de una cuadra. Era la primera vez que en Loureses ocurría tal. Las imágenes de una película sobre el nacimiento de Jesús se proyectaban sobre una sábana blanca colgada en una pared. A partir de aquella maravilla, cuando el sacerdote preguntaba a los niños: ¿Dónde ha nacido Jesús? Todos a una respondían: “En una cuadra. Lo trajeron los gitanos”. Ante el portal de Belén, aunque sólo sea delante de la celebración del nacimiento de un hombre que cambió la historia del mundo, lo único que cabe es el sobrecogimiento.