Felices quienes han sentido la llamada a la amabilidad y el cuidado de todos los seres, y han respondido a ella con agrado y constancia.

Felices quienes son afectuosos en todas sus relaciones, porque se verán siempre rodeados de cariño.

Felices quienes se muestran atentos a cualquier necesidad que siente su prójimo, porque no les faltará jamás un momento de compañía.

Felices quienes muestran debilidad por los detalles más pequeños, porque sabrán apreciar las sorpresas imperceptibles de la vida.

Felices quienes atienden y escuchan con atención al que llega para abrirles el corazón, con sus penas y alegrías, porque alcanzarán en grado sumo la medalla a la humanidad.

Felices quienes alumbran delicadamente momentos de diversión, de gozo, de fiesta, de profunda amistad, porque jamás se sentirán solos y gozarán de la perfecta alegría.   

Felices quienes se esfuerzan por limar diferencias, eliminar rencores, impedir enemistades, con paciencia y amabilidad, porque llenarán sus corazones de una inmensa y duradera paz.

Felices quienes se animan a vivir la delicadeza hacia los demás y hacia toda la naturaleza como una forma definitiva de existencia, lo que no implica falta de audacia, coraje, pasión y profecía, porque entonces serán tocados delicada y conmovedoramente por el Amor.