Credo de la comunidad
Creo en Dios, Madre y Padre, Fuente, Vida, Aliento y Comunión de cada comunidad. Sustento de la entera creación. De todo el universo y de cada hombre o mujer.
La Divinidad nos ayuda a ser y a sentirnos más unidos, en comunidad de vida con todo lo que nos rodea, pues Ella misma es el más elevado ideal de Comunidad, la mejor Comunidad.
Creo en el Espíritu de Dios, que no es estático, sino que camina a nuestro lado, fluye muy dentro de nosotros y nosotras, que nos impulsa y alienta a renovarnos para revitalizar e impulsar a nuestra comunidad.
Creo en Jesús de Nazaret, Hijo de Dios como nosotros y nosotras, que nos reveló con su vida la mejor forma de acercarnos a Dios, para vivirle en comunidad. Siguiéndole, desde el espíritu de las bienaventuranzas, construimos un mundo nuevo, renacemos cada día como comunidad y crecemos como personas en humanidad.
Creo que la Iglesia debería de ser una comunidad de comunidades, pobre, sencilla y alegre, que anuncie la buena noticia de Jesús, y se esfuerce por construir cada día otro mundo más justo, sororal y fraterno, solidario, en paz.
Creo en mi comunidad, en mis hermanos y hermanas, con quienes recorro cada día el camino señalado por el espíritu de Jesús, una senda de felicidad, justicia, solidaridad, armonía y encuentro.
Creo que sin mi comunidad no sería quien soy ahora. Ni llegaría a ser lo que estoy llamado a intentar día tras día, junto a ellos y ellas. En mi comunidad suplen cualquiera de mis carencias y me ayudan a crecer como cristiano, como ser humano.