"Es indignante el aumento de la violencia por razones de identidad sexual" Querido Samuel
El pasado 3 de julio saltó a los medios una terrible, espantosa noticia: habían matado de forma cruel, a golpes, a patadas y al grito de «maricón de mierda», en A Coruña, a Samuel Luiz, un chico homosexual, que trabajaba como auxiliar de enfermería en una residencia de mayores, era voluntario de la Cruz Roja y pertenecía a una Iglesia Pentecostal
Siguen aumentando cada día los constantes insultos, amenazas y ataques físicos a las personas de la comunidad LGTBIQ+, en un espiral alentada por las declaraciones de los miembros de las formaciones políticas de extrema derecha
Hace unos días, en concreto el 28 de junio, asistíamos Marisa y yo a la Manifestación del Orgullo Crítico, para manifestar públicamente nuestra solidaridad con las demandas del colectivo LGTBIQ+. Cada vez que asistimos a estas manifestaciones, muchachos gays, chicas lesbianas y personas trans, entre otras, se acercan a nosotros para saludarnos, abrazarnos y agradecernos nuestra presencia. Y la verdad es que es un placer asistir a una convocatoria de lo más festiva y reivindicativa, de la que sales lleno de alegría y esperanza.
Pero todo cambió el día 3 de julio, cuando saltó a los medios una noticia terrible, espantosa: habían matado de forma cruel, a golpes, a patadas y al grito de «maricón de mierda», en A Coruña, a Samuel Luiz, un chico homosexual, que trabajaba como auxiliar de enfermería en una residencia de mayores, era voluntario de la Cruz Roja y pertenecía a una Iglesia Pentecostal.
Siguen aumentando cada día los constantes insultos, amenazas y ataques físicos a las personas de la comunidad LGTBIQ+, en un espiral alentada por las declaraciones de los miembros de las formaciones políticas de extrema derecha, con sus exabruptos y un discurso que lava la cara a la violencia machista e intenta derogar leyes y revertir los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBIQ+, alentando así la violencia de los sectores más extremistas, que se sienten amparados por estos discursos.
Es indignante que, hoy en día, se produzca en nuestras calles un incremento de la violencia contra las personas que tienen una identidad sexual o de género distinta a la heteronormativa, y que se enfrentan y luchan, desde su propia forma de ser y de expresarse, contra una sociedad patriarcal y machista, para dar a luz a una nueva sociedad donde se acepten y se respeten estos derechos y se legisle para garantizarlos por ley.
De todas formas, no son las leyes las que garantizarán la tolerancia y el respeto hacia la comunidad LGTBIQ+ o de cualquier otro colectivo oprimido, sino la educación y el cambio de actitudes, favorecido desde los colegios, las familias y los distintos estamentos políticos y sociales. Y en esa lucha algunos estamos y seguiremos, a pesar de todos los pesares.
No son las leyes las que garantizarán la tolerancia y el respeto hacia la comunidad LGTBIQ+ y otros colectivos oprimido, sino la educación y el cambio de actitudes, favorecido desde los colegios, las familias y los estamentos políticos y sociales
Al día siguiente del asesinato de Samuel, distintos colectivos y asociaciones de todo el país convocaron concentraciones para mostrar la condena y repulsa por el crimen. En Madrid, el Movimiento Marika de Madrid la convocó en la Puerta del Sol, que se llenó a rebosar. Había tanta gente que me recordó a la ocupación de esta plaza los días del 15M hace ya diez años. Pero en esta ocasión lo que se oían eran las palmas, las manos alzadas no violentas, las lágrimas de tantas chicas y chicos, sobre todo jóvenes, que no entendían esta barbarie y que mostraban su rabia y su rechazo con esta muestra de fuerza no violenta, que proviene únicamente de su deseo de vivir en paz y de que se respete la diversidad, que siempre nos enriquece.
Fueron dos chicos senegaleses sin papeles las únicas personas que se enfrentaron a los violentos y protegieron el cuerpo de Samuel con el suyo propio, aunque ya fue tarde. Deberían aprender del ejemplo de estos chicos los que se visten de patriotismo, cuando la única patria debe ser la dignidad y el derecho a la vida de cualquier ser humano. Por este hecho se está pidiendo que les concedan los papeles legales, para poder vivir y trabajar sin ser perseguidos. Y con toda la razón. Pero es algo que se debería conceder a todas las personas, sea cual sea su nacionalidad o procedencia, porque ningún ser humano debería ser ilegal en ningún país del mundo.
Hace algunas semanas escribía en este mismo blog que no me gustan las banderas pero, en todo caso, la única bajo la que querría cobijarme sería la bandera arcoíris, la de la multiculturalidad, la diversidad, la igualdad, el respeto, la dignidad y la justicia. Termino uniéndome al dolor de la familia de Samuel, al dolor de toda la gente que lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+, por la paz y la justicia, proclamando: «Yo también soy un maricón de mierda, como tú, querido Samuel».
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