Escucho en mi interior una voz que me susurra:
«A cada día le bastan sus propios problemas,
el momento que vives es único y definitivo,
piensa en vivir en plenitud el día de hoy.
Pero no pierdas la perspectiva,
no dejes de contemplar el horizonte
que estás llamado a alcanzar».
Dios anuncia su paz a todos los pueblos,
y a los amigos que convierten su corazón
para conseguir otro mundo posible,
más justo y fraterno.
Vemos brotar, aún en silencio y ocultamente,
semillas de liberación a lo largo de toda la tierra.
La mayor gloria de Dios
es que el pobre viva con dignidad,
cuando la compasión y la fidelidad se encuentran,
cuando la paz y la justicia se besan apasionadamente.
La Ternura que nos aguarda derramará
una lluvia fina y persistente,
para que la tierra dé un fruto abundante.
La verdadera justicia caminará siempre
junto a Ella y, solo entonces,
la liberación seguirá exultante sus pasos.