No hay nada como la amistad
No hay en nuestra sociedad virtual nada que haya conseguido tanta influencia y dimensión como las redes sociales. Una gran parte de la gente que posee cuenta en Twitter, MySpace, LinkedIn, Facebook… tiene asociadas a decenas, cientos o miles de personas que, en teoría, son sus amistades, pero en la práctica, ¿cuántos son sus amigos verdaderos? Quizá no sobrepasen en cantidad a los dedos de una mano.
Porque la amistad es una necesidad vital para el ser humano. Precisamos de personas cercanas, hombres o mujeres, que sepan escucharnos, que gocen o nos consuelen en los buenos y en los malos momentos de nuestra vida, que nos digan su opinión, aunque nos duela, que estén ahí, a nuestro lado, siempre que les necesitemos.
Quienes cumplen estos requisitos son realmente escasos. Por eso es tan valorada y tan escasa la amistad verdadera. Porque el amigo auténtico es como un suave perfume que nos acompaña y embriaga, del que no podemos prescindir.
Camina siempre a nuestro lado, está siempre cerca, aunque no le precisemos en ese instante concreto. Cuando le necesitamos se muestra solícito para gozar con nuestras alegrías y condolerse con nuestras penas y sufrimientos. Siempre está dispuesto a escucharnos, aunque solo sea con su silencio o con la palabra oportuna cuando es precisa.
Saben disfrutar de los momentos de alegría, de júbilo, de entusiasmo, igual que se solidariza en las dificultades que la existencia conlleva inseparablemente.
Pero es preciso ahondar, renovar cada día el don de la amistad, regándolo, abonándolo, protegiéndolo como una flor delicada, necesitada de protección, atención, cuidado solícito.
Podremos tener cientos de amistades virtuales, que pueden ser positivas para comunicar nuestras inquietudes, anhelos, preferencias… Pero nada sustituirá al amigo o la amiga con quien podamos compartir (tomando una caña, un café o paseando) nuestras intimidades, nuestros logros y desilusiones, nuestro ser más íntimo y personal. Decía Voltaire: «Toda la grandeza de este mundo no vale lo que un buen amigo».
Las redes sociales son muy positivas en múltiples aspectos, aunque no hay nada que sustituya a la presencia real, a la confianza íntima con el amigo o la amiga que nos ayuda a ver la vida desde el cariño y la amistad que nos une.
«Felices quienes afianzan en su vida una amistad sincera, entretejida de afectos y confidencias».
(Espiritualidad para tiempos de crisis - Coed. Desclée y RD)