Mi buen amigo Dios es mi guía
en los momentos oscuros de mi existencia,
sé que me conduce por caminos seguros,
aunque no lo perciba a primera vista,
y siento que se renuevan mis fuerzas
cuando me detengo y le contemplo
durante un momento en medio del estrés cotidiano.
A veces creo que con su espíritu
podría cambiar el mundo
y no le temo a nada,
porque en mi debilidad
experimento su poder,
siento su presencia junto a mí
y me envuelve su sosiego.
Los enemigos de la vida
huyen aterrados,
pues has llenado la copa de mi alma
con el vino de tus delicias.
Me acompaña tu misericordia y tu compasión
para derramarlas sobre todas las llagas,
para sanarlas y que se transformen
en
cicatrices luminosas de futuro.