No hay distancias...

No hay distancias
para los que se quieren de veras
.

Más allá de la meseta,
los ojos del alma se encuentran

y permanecen unidos,
repletas de cariño, sus vetas.

Viviremos juntos
la pasión por el futuro.
La dulce pasión de la amistad.

La Pasión de Jesús...
tanto amor por sus amigos,
que hizo añicos la muerte
y su muro
entregando la vida por ellos.
Por nosotros y nosotras
que intentamos vivir
la pasión de la fraternidad.

Le gozamos tan íntimamente,
tan estrechamente
nos sentimos abrazados,
que abrasa de dulzura
nuestras almas
y notamos su fuerza,
su aliento y sus manos.

Amor con ternura realiza el pago.
Entrega y servicio para entrar
en la dinámica del Reino,
para sentir a Dios cercano,
para dar testimonio
y demostrar al mundo
la única manera de ser libres,
fraternos, humanos.

Vamos a redoblar la sencillez,
la fragancia y la búsqueda.
Vamos a mantener
siempre presente
la nostalgia en el alma...
para avanzar en la vida,
para iluminar
y dar calor a nuestras estancias.

Noche a noche,
en los atardeceres grises
,
en los momentos más duros,
a punto de tirar la toalla,
es la ternura y la vida de Dios
que por su Espíritu
a superarlo todo nos llama,
la misma vida
de Cristo resucitado
quien nos levanta e inflama.

No hay distancias
para los que se quieren de veras
.
Sólo deseo de reencuentro.
Y pasión por atraer hoy,
ya, el mañana.

Vida que destruye tanta muerte.
Y Dios estrechándonos
.
Ahí, en su acogedora matriz,
en su materno vientre,
en la hoguera de su amorosa
mirada, nos sentimos,
somos, hermanos, hermanas.
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