Dad gracias al Dios
que acompaña siempre a su pueblo,
entonad las canciones que conozcáis
y que más os llenen de júbilo,
pues su palabra nos guía
y nos conduce por el camino
de la felicidad, de la justicia y la libertad.
Su palabra resuena en el eco de las montañas,
en los arroyos cantarines, en la brisa suave
y en el viento que recorre los desiertos.
Dichosas las personas que interpretan
los signos de los tiempos,
quienes se dejan interpelar por los demás,
quienes contemplan la naturaleza y la cuidan.
Dichosas las personas
que muestran un corazón confiado
y no pierden la esperanza de poder
transformar la realidad que les circunda.
Dichosos quienes alimentan una espiritualidad
de ojos abiertos, que no les aísla de los demás,
sino que les sumerge en la vida,
y esa lucha cotidiana les llena de paz.
(
Salmos para otro mundo posible. Paulinas)