Origen: Y los sueños, ¿sueños son?
Origen es una de esas películas que dan mucho que pensar, porque expresan estéticamente el espíritu de nuestra época (cf. Gaudium et Spes, nº 4) como Blade Runner, Matrix, Avatar y algunas más, aunque su valor estrictamente cinematográfico sea muy desigual. Pero llegan a la gente por aquello de enseñar deleitando, que decían los antiguos.
Me gustaría no tanto discrepar, sino más bien completar, el punto de vista de Peio Sánchez, que él expresado con un título sugerente: Psicología 5; Metafísica 1. En realidad, opino, la película no es exactamente psicológica y antimetafísica. Sencillamente, expresa visualmente la postura de una parte de la metafísica actual, que no se ve capaz de distinguir entre realidad real y fantaseada, sea en su versión virtual u onírica, como es el caso en esta película. Por ello, porque cada vez somos menos capaces de distinguir cuál es LA REALIDAD, el filósofo italiano Gianni Vattimo habla de “ontología del declinar” o “nihilismo hermenéutico” para describir una parte importante del pensamiento actual.
Baudrillard lo explicó hace años: Estamos en “La cultura del simulacro”. “Lo real está out, sólo las apariencias funcionan, y se combinan de acuerdo con su propia lógica, allí donde la lógica hubiera tenido que alejarlas para siempre: así es el juego de la apariencia pura” (Baudrillard). Estaríamos, pues, en “un mundo de representación, en el que los símbolos no son sólo metáforas, sino que constituyen la experiencia real” (Manuel Castells)
Películas como Matrix o Abre los ojos, del primer Amenábar, son muestra de esta perplejidad contemporánea a la hora de distinguir realidad vivida y soñada o imaginada.
Tampoco es un descubrimiento tan novedoso. Se encuentra en el Mito de la Caverna platónico. Y más aún en esa genialidad de Calderón de la Barca, La vida es sueño: “que toda la vida es sueño/ y los sueños, sueños son”.
¿Todo esto son fantasías sin fundamento? Quizá no tanto, cuando un Papa tan intelectualmente serio como es Benedicto XVI se ve obligado a decir en una exhortación apostólica de 2007 que la Eucaristía televisada es sólo una imagen, y no equivale a participar en ella realmente: “Por lo que se refiere al valor de la participación en la santa Misa que los medios de comunicación hacen posible, quien ve y oye dichas transmisiones ha de saber que, en condiciones normales, no cumple con el precepto dominical. En efecto, el lenguaje de la imagen representa la realidad, pero no la reproduce en sí misma” (BENEDICTO XVI, Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, nº 51).
Una respuesta pastoral cristiana a estas perprejidades es la invitación a despertar, a volver al mundo real. Es la Mística de ojos abiertos de J. B. Metz. O la invitación de Jon Sobrino a despertar del adormecimiento que vive el mundo occidental, tocando la "realidad real": la miseria bien real y concreta de las 3/4 partes de la humanidad.
El mismo Juan Bosco fue un gran soñador, por mencionar la principal inspiración de este blog; pero sus sueños eran una invitación a mejorar el mundo juvenil real, no invenciones para evadirse de la realidad. Proporcionar sueños que merezcan la pena a los jóvenes, hacerles enfrentarse con el mundo real y sus problemas reales: la miseria, injusticia y pobreza espiritual que afecta a la mayoría de la humanidad. He ahí los retos pastorales importantes y donde la pastoral juvenil europea cristiana se juega su futuro. Son retos mucho más importantes, por cierto, dicho con todos los respetos, que el volver a debatir de nuevo la mejor edad de la primera comunión.