Semana santa (3): ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Muchos se espantaron de él,
porque, desfigurado, no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano (Is 52,13)


Dicen que fue un gran grito:
“¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
Tantos hombres lo han preguntado,
tantos hoy lo repiten…
Y sentir que ese grito se eleva,
recorre los espacios y las estrellas,
y que sólo el eco responde.
Y después… ¡nada! ¡Silencio!

Tener la oscura impresión
De que Dios es un punto, no un amigo,
insensible a los gritos y lloros.

Si lo hace por y con alguien
un hombre puede resistir
el ser torturado, golpeado, humillado…
Pero, ¿y si es abandonado?
No hay nada peor
que el que nos muerda la soledad,
pero la soledad radical, total…
cuando parece que el Único que no falla
tampoco “está ahí”;
cuando no hay ni fuerza
para rebelarse y renegar,
sino que sólo queda dudar,
el silencio y el dudar…
Estar solo y no saber
si alguna vez esa cadena
se puede llegar a quebrar.

Y a pesar de silencio
tener que caminar,
avanzar en las tinieblas,
sin saber casi por qué.
Pero, ¿tendría más sentido
pararse o volver atrás?
Es como andar por un túnel oscuro
sin saber si al final
habrá una salida a la luz,
sin saber siquiera si habrá un final.
Y confiar en que el Dios callado
al fin hablará,
que el que por todos fue abandonado
a ti no te abandonará.
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