Acotaciones al P. Raguer: ¿"No fue cruzada" la guerra de España? ©

(Cuatro minutos)


El P. Raguer, OSB, afirma que Pío XI no declaró cruzada a la Guerra de España de 1936, y yo lo confirmo. Es algo sabido y no es necesario acudir a los archivos desclasificados del Vaticano. A propósito, algo que está al alcance de cualquier ciudadano del mundo con el solo trámite de documentar su interés.

Ciertamente el Papa Ratti no tituló "Cruzada" el Alzamiento como tampoco, en 1571, San Pío V llamó oficialmente Cruzada su Liga Santa contra el Turco, en el Golfo de Lepanto; ni Inocencio III convocó como tal la gran batalla de las Navas de Tolosa, el 16 de julio de 1212.

Los militares rebeldes tampoco pensaron en una cruzada. Su levantamiento empezó como golpe contra el gobierno frentepopulista. Contra el abandono de España a manos del marxismo soviético, la instrumentación de la anarquía y el caos, la persecución religiosa y una secesión múltiple y acelerada. Estas desgracias favorecieron a los sublevados que se destacaban como garantes de la recuperación de la identidad española, defensores de la integridad del territorio nacional y promesa de orden y trabajo.

Pero, al tiempo que los generales Mola, Cabanellas y Franco en un principio aceptaban la bandera republicana, los mandos de tropa y el pueblo llano les imponían de modo espontáneo la bandera roja y gualda. Y, de la misma manera, aun partiendo de un objetivo meramente civil - según el gobierno España habia dejado de ser católica - se saltó de modo natural a la defensa de la religión. Ya antes de las primeras listas de bajas y de los hospitales de sangre, se expresaba la doble trascendencia de por qué se luchaba: por Dios, para que siguiera reinando en España; y por España, para no perdernos en los brazos de los sin-Dios.

En el otro bando los ideales se separaban diametralmente de aquella identidad: Marxismo contra Dios, democracia inorgánica y de partidos, internacionalismo antiespañol... Todo ello tapado con generosas consignas de la "redención de los trabajadores" o las mil tomas de la Bastilla con todas sus variantes... La persecución religiosa fue una vez más, y van yo qué sé cuántas, la de peores consecuencias. Demos a esto un breve comentario.

España asoma su ser desde la antigüedad a través de la predicación de los apóstoles Santiago y Pablo. Como nación nace del cristianismo sobre el soporte romano. La fe nueva era principio identitario que aglutinaba generaciones diversas, de orígenes innumerables fundidos en el crisol de una noticia arrolladora: Cristo, Dios hecho hombre. Una fe que en la Guerra de 1936, como ocurrió frente a Napoleón, o en la Reconquista, se hacía más y más valiosa cuanto más atacada.

Ahora pasemos a considerar en qué grado y extensión fue Cruzada la Guerra de 1936.

Se llama Cruzadas a los diversos intentos promovidos por el Papa para recuperar los Santos Lugares del poder de los mahomentanos. Los historiadores coinciden en reconocer nueve, entre los siglos XI al XIII. Sin embargo, no solo se llama cruzada a los proyectos de recuperación geográfica, es decir, las tierras de Palestina donde vivió y predicó Nuestro Señor Jesucristo. Es evidente que lo importante no está en la geografía sino en la memoria y devoción a Él, Verbo encarnado, "luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo". (Jn 1, 9)

No importan tanto, pues, los territorios ni los templos sino "la fe de nuestros corazones" (San Justino). Así, a pesar de que la España de las Navas de Tolosa no fue lugar de su paso por el mundo, la Iglesia la tomó como cruzada pues que el Papa Inocencio III la bendijo. Lo cual propició sumarse a ella soldados de toda la Cristiandad. Así ocurrió parecidamente en las aguas del Golfo de Lepanto que no fueron territorio biográfico de Jesús. El Papa aun llamando a los cristianos - Liga Santa - para que se incorporaran a tan decisivo enfrentamiento no lo tituló Cruzada... Porque no podía. Porque cruzadas propiamente dichas se acabaron en el s.XIII.

Por tanto, quede claro que Pío XI no convocó una cruzada para que España encarase una Guerra. Pero una vez iniciada por los enemigos de Dios, bendijo al bando nacional que se comprometió en ella. Bendición que su sucesor, Pío XII, recordó en un radiomensaje a los fieles españoles victoriosos. Subraye mi lector en el siguiente fragmento lo más comprometido de Pío XI.

RADIOMENSAJE DE SU SANTIDAD PÍO XII
A LOS FIELES DE ESPAÑA*

16 de abril de 1939

Con inmenso gozo Nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la Católica España, para expresaros nuestra paterna congratulación por el don de la paz y de la victoria, con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad, probado en tantos y tan generosos sufrimientos.

Anhelante y confiado esperaba Nuestro Predecesor, de s. m., esta paz providencial, fruto sin duda de aquella fecunda bendición, que en los albores mismos de la contienda enviaba «a cuantos se habían propuesto la difícil y peligrosa tarea de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la Religión» (...).

Los designios de la Providencia, amadísimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España. La Nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica, acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la religión y del espíritu.


Y como en las antiguas Cruzadas para la toma de Jerusalén, o como en las Navas de Tolosa, del mundo creyente llegaron a engrosar las fuerzas nacionales nuevos soldados desde toda Europa.

Citemos, por ejemplo, la bandera irlandesa comandada por el general Eoin O'Duffy, que la justificó así: "Convencidos de que la causa de Franco es la de la civilización cristiana, estos voluntarios irlandeses están dispuestos a combatir con las fuerzas nacionales." (O'Duffy era fascista, sí, pero dígame el lector qué fuerza seria y capaz había en Europa decidida a actuar del lado de la fe católica y sólo por esa fe.) Y el obispo S.E. Richard Fitzgerald que dijo a otro grupo en Gibraltar: "Se trata del porvenir de la religión del orden y del bien, no sólo para España, sino para una gran parte del mundo." Y en un muelle de embarque, el dominico P. Paul O' Sullivan dirigió a otros expedicionarios estas palabras: "Vais a combatir en el santo nombre de Dios, por la gloria de Dios, para defender a Dios, para salvar nuestra Santa Fe, para salvar la cristiandad de las atrocidades que ya se han cometido en Rusia, en México y ahora se están cometiendo en España..."

Es curioso que para organizar esta ayuda fue decisivo demostrar que miembros del IRA ya estaban en España combatiendo con los rojos.

Para final hagamos una mención al Portugal católico que aportó aviones y valientes aviadores para intervenir en operaciones de guerra desde el mar de Alborán hasta Barcelona. Una tercera parte de ellos perdió la vida. A las tropas de tierra se las llamó de "Los Viriatos", con cerca de 7300 hombres, de los que más de 2500 murieron en combate.

Siguiendo el consejo del Padre Raguer, OSB, me hice con un viejo misal igual a los usados en el Bilbao de la guerra. Por suerte, el vendedor no había tocado ninguna de las estampas que su antiguo dueño dejó entre sus páginas. Una de ellas, anverso y reverso, ilustra este post. Son las Preces por la Cruzada, editadas en Bilbao en septiembre de 1937. Su lectura puede resultar interesante al historiador y al fiel sincero. En particular por la recomendación final de los obispos.

¿No fue Cruzada... ? Para el bando de los "¡vivas a Rusia!" desde luego que no.

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Notas.-
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