Anglicanos que vuelven - 1 - El gambito del obispo

Son sorprendentes las similitudes entre la Alta y Baja Iglesia anglicanas y el huracán liberal-luterano-romano que arrolló los estamentos católicos después del Concilio Vaticano II. Muestran la necesidad de recuperar decididamente un genuino culto religioso, como debe ser todo culto a Dios en cualquier religión que se precie. Es lo que parece imponerse como paso fundamental para rectificar los daños infligidos a la catolicidad en su fe, en el tiempo, en el espacio y en el inmenso número de fieles que, abandonados a las más héréticas propuestas, se creen seguir católicos por una vaga reminiscencia.

Por fortuna la Iglesia católica tiene todavía en su mano el gran tesoro de la Misa de siempre, la hoy llamada de Rito extraordinario con respecto a la de Pablo VI, la protegida, impuesta y blindada por quienes en su terquedad se descubren impotentes para reconocer el balance de sus efectos. La última muestra es que a pesar de que el Rito extraordinario acaba de beneficiarse por el Papa con un nuevo documento para su liberación, ésta se estrella ante las trabas caciquiles de algunos ordinarios. Piensen los tales, tanto los de hoy como los de ayer que obedecer antes a un grupo de presión que al Pontífice, respaldado por la tradición apostólica, o inmolarse con más gusto en el corporativismo que por el honor de Dios es defección que pasa factura antes pronto que tarde.

Pues, bien, quiero ofrecer a mis lectores un testimonio de cargo bastante divertido.

En 1987 la BBC produjo una serie de TV titulada: "Sí, Primer Ministro". Los papeles principales se asignaron a los magníficos actores Nigel Hawthorne, Paul Eddington y Derek Fowlds. Sirviendo a las similitudes que arriba cito les selecciono un fragmento del episodio El gambito del Obispo”.
* * *


El Primer Ministro está en su despacho y conversa con sus consejeros. Le preocupa la elección que la Iglesia Anglicana le pide entre dos candidatos a obispo.

PRIMER MINISTRO.- Humphrey, ¿qué es un modernista en la Iglesia?

SIR HUMPHREY.- ¡Ah...! La palabra modernista significa: “No creyente”.

PRIMER MINISTRO.- Es decir ¿ateo?

SIR HUMPHREY.- No, Primer Ministro, un clérigo ateo no continuaría cobrando sus estipendios. Así que cuando dejan de creer en Dios se llaman modernistas.

PRIMER MINISTRO.- ¿Cómo puede la Iglesia sugerirme un ateo como candidato a obispo?

SIR HUMPHREY.- Pues, muy sencillo. La Iglesia Anglicana es primordialmente una organización social, no religiosa.

PRIMER MINISTRO.- (Con ojos de asombro) ¿Sí...?

SIR HUMPHREY.- Sí. Es parte del engranaje social de esta nación. Los obispos han de ser hombres con facilidad de expresión y que sepan qué cubierto utilizar. Gente que invite al respeto.

PRIMER MINISTRO.- Así que ahora para la Iglesia el candidato ideal es un cruce entre sociable y socialista...

Entra el secretario Bernard Woolley con unos papeles, el Currículum Vitae del Candidato Stanford, que lee de inmediato.

BERNARD.- (Carraspeo) Perdón… Tras estudiar teología fue capellán del Obispo de Sheffield y, después, Consejero Diocesano de Comunidades Étnicas y Responsabilidad Social. Dio conferencias sobre nexos entre religiones, vínculos entre cristianos y marxistas y relaciones entre cristianos y las mujeres de la... ¡Hum!. Después fue ascendido a Capellán de la Universidad de Essex y Vice-Rector de la Universidad de Teología. Ahora es, como sabe, Secretario del Comité Pro-Desarme, de la Iglesia Anglicana.

PRIMER MINISTRO.- ¿Nunca ha sido vicario de una parroquia?

BERNARD.- ¡Cielo santo, no, Primer Ministro! Quienes aspiran a obispo evitan la labor pastoral.

PRIMER MINISTRO.- Por lo que dice, el canónigo Stanford es algo así como un agitador político.

SIR HUMPHREY.- No exactamente. Pero sí sería una espina en temas como huelgas, presupuestos de Seguridad Social, Urbanismo, desempleo, Defensa... Es interesante, no crea, que hoy en día los políticos hablen de ética y los obispos de política [...]

BERNARD.- (Terminando su lectura) Es también un experto en islamismo; asegura que la Biblia es una copia del Corán. [...] Diseñó una iglesia en el sur de Londres y en los planos había salas para planificación familiar y organización de manifestaciones, pero ningún lugar para la Comunión.

PRIMER MINISTRO.- ¿Habla en serio?

BERNARD.- Bueno, había un fórum multifuncional para los servicios...

PRIMER MINISTRO.- ¡Y la Iglesia lo aprobó...?

SIR HUMPHREY.- ¡Por supuesto! La Iglesia está regida por los teólogos.

PRIMER MINISTRO.- ¿A qué se refiere?

SIR HUMPHREY.- La teología es un instrumento para que los agnósticos se mantengan en la Iglesia.

PRIMER MINISTRO.- (Resuelto) No deseo que Stanford entre. (Mira suplicante a los dos) ¿Qué puedo hacer?

SIR HUMPHREY.- Podría usted rechazar a ambos candidatos, pero sería excepcional y no aconsejable.

PRIMER MINISTRO.- ¿Aunque un candidato quiere echar a Dios de la Iglesia y el otro echaría a la Reina?

SIR HUMPHREY.- La Reina es inseparable de la Iglesia Anglicana.

PRIMER MINISTRO.- ¡Ah! ¿Sí? ¿Y qué hay de Dios?

SIR HUMPHREY.- (Encogiendo los hombros) Es lo que se llama un extra opcional.

Por la tarde, en su casa, el Primer Ministro conversa con su esposa Annie. Mientras ella plancha un vestido él hojea el periódico sentado en un sofá.

PRIMER MINISTRO.- (Cerrando el periódico) He de elegir un obispo...

ANNIE.- ¡Es ridículo!

PRIMER MINISTRO.- ¿Por qué?

ANNIE.- No eres lo que se dice muy religioso.

PRIMER MINISTRO.- Soy el Primer Ministro. La religión no tiene nada que ver.

ANNIE.- ¿Ni con los obispos…?

PRIMER MINISTRO.- Nada que ver. Son como empresarios, pero disfrazados. [...]

ANNIE.- Como creyente y practicante yo prefiero que elijas a un hombre de Dios.

PRIMER MINISTRO.- Me ofrecieron uno, pero quería hacer de la Iglesia un movimiento religioso. Quieren obligarme a elegir a un modernista.

ANNIE.- ¿Marxista o ateo?

PRIMER MINISTRO.- Ambas cosas. No es que me importe que sea ateo, pero lo de marxista podría causarme graves problemas con sus discursos en la Cámara de los Lores.

ANNIE.- ¿Y no puedes rechazarlo?

PRIMER MINISTRO.- Parecería un acto político.

ANNIE.- ¿Pero no acabas de explicarme que ahora los clérigos son esencialmente políticos?

PRIMER MINISTRO.- Sí, pero no deben parecerlo.

ANNIE.- Ya... (Tras un corto silencio) Bueno, ¿por qué no lo rechazas por motivos religiosos?

PRIMER MINISTRO.- No te entiendo.

ANNIE.- ¿Cree en el cielo y en el infierno?

PRIMER MINISTRO.- Desde luego que no.

ANNIE.- ¿En la Virgen?

PRIMER MINISTRO.- (Enfático) No.

ANNIE.- ¿En la Resurrección?

PRIMER MINISTRO.- No, no... ¡En absoluto!

ANNIE.- ¿Y no es suficiente para rechazarlo?

PRIMER MINISTRO.- (Levantándose) ¡Annie...! ¡Estupendo! Rechazaré a ambos candidatos y habrán de presentarme otros. Lo que en realidad quiero es uno que guste a todo el mundo.

ANNIE.- (Asintiendo) Alguien que no tenga ideas propias sobre nada.

PRIMER MINISTRO.- Sssi, sí... Y si, además, sintiera afición hacia la Cristiandad no nos haría ningún daño.

ANNIE.-En este caso, quieres decir un pastor como los de antes.

PRIMER MINISTRO.- Eso es. Gracias cariño.

* * *

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