FSSPX-IV: Más premoniciones de acuerdo.

De la misma manera que las flores anuncian el fruto, se están acumulando señales de que de Roma soplan otros vientos.

- Ayer mismo, 3 de mayo 2012, el semanario Alfa y Omega insistía en corregir, en el rito Ordinario o Misa de Pablo VI, la fórmula de consagración del vino traducida defectuosa al español, pues dice “por todos”, cuando debe decir “por muchos”. Corrección emitida en Roma hace seis años y que ni los libritos Magnificat ni los misales han recogido o acatado hasta hoy.

- El 13 de abril, dos días antes de la respuesta al Preámbulo del Cardenal William Levada, Radio María nos ofreció una entrevista a una religiosa que nos describió la Misa del Rito Extraordinario, la de San Pío V, la de Trento, con insólitos elogios.

- También me informan que en otro programa de la susodicha y de otra emisora se hizo por esos días alabanza pública del que fuera Obispo de Cuenca, Mons. José Guerra Campos. Asombroso.

- Los actuales temores de algunos progresistas que, ahora, dicen que de convocar un Concilio Vaticano III nada de nada, pues que “nos podría llevar a la Edad Media”. Una exageración muy significativa de quienes hace solo diez años pugnaban por su pronta convocatoria.

- Teólogos y aventureros en casi nada fieles a la enseñanza de la Iglesia, que se quedan sin créditos y que llorando su desahucio pretenden pasar por víctimas de la misma fe que ellos se dedicaron a ensuciar.

Pero, de entre todo, lo más optimista, aunque apoyado en las flores que acabo de señalar, me parece la carta que el Padre Franz Smidberger, Superior de la FSSPX en Alemania, dirigió a sus fieles y bienhechores.


«Stuttgart, 20 de abril 2012»

«Queridos amigos y benefactores, queridos fieles:»

“Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.
Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia neo-modernista y neo-protestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron.”


Son palabras de Mons. Lefebvre del 21 de noviembre de 1974 que abren la carta del citado a los fieles y benefactores de su distrito. Carta con ideas que este blogger incluye en este post con el corazón pleno de buenos augurios para la fe, la Iglesia y la religión católicas. No subrayo nada pues que todo lo que afirma y firma su autor, primer Superior General de la FSSPX tras la muerte de su fundador, es remarcable de principio a fin. La traducción, con pequeñas correcciones, procede de las varias que ya hay en la red.

Sigamos con la carta propiamente dicha.

«En esta declaración de Mons. Lefebvre del 21 de noviembre de 1974 se encuentran dos principios inseparables, fundamentales: Por un lado, el rechazo del espíritu del Concilio, de algunas de sus declaraciones y de algunas de las reformas que surgieron.» [...] «Por otro lado, las relaciones indestructibles con Roma, en la medida en que se trata de la Roma eterna. No podemos esperar, sin embargo, que después del colapso de lo conciliar y post-conciliar, todo sería perfecto de nuevo en la Iglesia militante en sólo un día. La Iglesia tiene en su seno tanto a santos como a pecadores. Entre sus imperfecciones humanas incluso se pueden contar los errores» […]
«Una iglesia militante solamente llena de santos es la herejía del jansenismo, que fue condenada expresamente por el Magisterio.»
[...]

«No nos olvidemos en el fragor de la batalla del primer principio de Mons. Lefebvre: La Iglesia fue fundada por Cristo sobre Pedro. A él le confió las llaves del Cielo, a él le dio el mandato de apacentar a las ovejas (Mt 16, 18ss; Jn 21, 15ss). Y el campo de la Iglesia puede estar lleno de cizaña, tan lleno que apenas se puede ver el trigo - la Iglesia tiene la promesa de vida eterna, el Señor está con ella todos los días hasta el fin de los tiempos (Mt 28, 20). Se trata de su Iglesia, no de la nuestra. (Habla del clero jerárquico.) No tenemos el derecho a disponer de ella. No podemos ver a la Iglesia de un modo demasiado humano, demasiado político, o incluso demasiado diplomático. Por mucho que San Atanasio, en el siglo IV d C, salvó la fe en la divinidad de Cristo, por mucho que él salvaguardó la supervivencia de la Iglesia, no era más que una herramienta de la Divina Providencia.» [...] «Si hubiese desertado de esta misión, Dios habría llamado a otra herramienta. Y esto ocurrió así con el Arzobispo Lefebvre y la Sociedad de San Pío X fundada por él: El fundador y su obra han contribuido significativamente a la defensa de la Iglesia, de la verdadera Misa, de los sacramentos libres de dudas, y del depósito de la fe durante estos tiempos de tormenta. [No obstante] el gran confesor y obispo, los sacerdotes que él ordenó, los obispos que él consagró, no son más que siervos inútiles (Lc 17, 10), que están al servicio de la Divina Providencia y de la promesa. ¡Cuánta gracia, grandeza y alegría hay en que se les permita servir! Sin embargo, las herramientas no tienen la promesa de vida eterna, sino sólo la Iglesia, como Cuerpo místico del Señor. Y es por eso que nos aferramos, con todo nuestro corazón, a la Roma eterna, y por eso no queremos ser ni herejes ni cismáticos, sino simplemente católicos.»

«Si Roma ahora nos llama de regreso desde el exilio a que nos expulsó en 1975 con la derogación de la aprobación [canónica de la sociedad], y aún más en 1988 con el decreto de excomunión, luego esto es un acto de justicia y sin duda también un acto de auténtico cuidado pastoral del Papa Benedicto XVI. Y por eso estamos agradecidos.»

«Con mi bendición sacerdotal en el Señor resucitado y su Madre Santísima.»
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