Pidamos perdón a voleo que la Iglesia lo aguanta todo. ®
(Cinco minutos)
FOTO: Wim Deetman en www.ziarelive.ro
"Decenas de miles de niños han sido víctimas de abuso sexual dentro de la Iglesia católica holandesa entre los años 1945 y 2010, según la Comisión presidida por el ex-ministro Wim Deetman, de religión protestante, que fue creada por la Iglesia católica." (Noticia leida en religióndigital.com el viernes 16 de diciembre de 2011)
"De la Iglesia católica holandesa..." "De la Iglesia irlandesa, de la Iglesia en los EE.UU..." ¿No pasa esto de castaño a oscuro? ¿Cómo se verifican esas cifras tan redondas? ¿Por qué desde 1945 y no desde el siglo I? Confiemos que estos inventarios acaben cuando los 'investigadores' hayan conseguido echar a la Iglesia Católica de sus paises, curiosamente la mayoría de ideas agnósticas o sectas heréticas.
Y conste que de la ira que me ataca por un solo caso ya he dejado constancia en varios artículos.
Así que podemos preguntarnos: ¿Esto de pedir perdón a todo es el nuevo ecumenismo? ¿Consiste éste en darle el hacha del verdugo a los enemigos de nuestra fe? Dudo si es el solo montaje de miles de denuncias con seguro final de indemnizaciones.
Pero, sea por la causa que sea, habrá que poner freno a estos alardes de humildad a que nos han acostumbrado los últimos pontificados. Lo más novedoso eso de aceptar al señor Wim Deetman, ex-pastor protestante, como investigador de los casos. Ya ven ustedes su rigor científico: "Decenas de miles". ¡Hala! ¿Cuántas...? Me recuerda a la gran cómica Lina Morgan y los años que decía haber cumplido: "Taytantos".
La Iglesia de Jesucristo, que somos todos los bautizados, se está echando una ceniza que no le corresponde. Parece como si se hubiera urdido un plan para que degrademos más y más su santa presencia y su divino origen. Un medio eficaz para esta degradación es la moda de que "la Iglesia" pida perdón por toda clase de males de los que parece ser la causa. Porque no se dice sean unos individuos, con su ADN diferenciado, sino que se aplica a toda la Iglesia. Creo, puede que me equivoque, que fue Juan Pablo II el iniciador, no lo sé. Pero sí que con él la Iglesia se manchó Urbi et Orbi y nada, insisto, los delincuentes que siguen protegidos en el silencio y hasta en sus destinos, o en paises con leyes preotectoras de esta lacra de la homosexualidad.
Pero no es sólo con esto de "los abusos". Es también que nuestros humildísimos jerarcas piden perdón por terribles ofensas, dicen, que causamos a todas las culturas, incluso si fue en el cumplimiento de nuestro deber y en el tiempo en que lo cumpliéramos. Empezando, en el colmo de la tontería, por la apostasía de pedir perdón muy especialmente a las demás religiones... "portadoras de verdad como la nuestra".
¡Cuánto ha hecho sufrir la Iglesia! ¡Y nosotros, los que realmente formamos la Iglesia, por estar en ella entendidos! El objetivo se está alcanzando: tendremos que vivir en el mundo por siempre avergonzados de ser sus hijos e incapaces de difundir nuestra fe.
Pobrecitos judíos, nuestros hermanos mayores... Otra novedad. Hasta el CV2, los hermanos mayores lo fueron nuestros mártires; hoy ya casi tomamos a los judíos por mártires propios, a pesar de que pasan de Jesucristo, Nuestro Señor. Y no olvidemos lo mucho que, por lo que parece, ofendimos a los bárbaros godos protectores del arrianismo; y a los albigenses, a los jacobinos... Así como a los masones con su Lucifer caído; y a los protestantes, los calvinistas, los Testigos de Jehová, los hijos de José Smith, los telepredicadores... Ni decir de los mandarines, de los tibetanos... O de los comunistas... y con ellos los nazis, cuña de su misma madera. O de los indígenas aztecas que vivían tan rebién en su canibalismo y ahora... Bueno, ahora, les es imposible hacernos creer que los exterminamos de la haz de la tierra.
Puede que terminemos pidiendo perdón hasta del cambio climático. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial y se clausuró el último concilio, la historia de la Iglesia de Cristo se presenta como el compendio de todos los males sin mezcla de bien alguno. Cruel paradoja de un sínodo pastoral, ¿no creen? Si será así que antes perdónabamos a todos los citados porque nos mataban y ahora les pedimos perdón mientras nos suicidamos.
Contemplemos el asunto con unas humildes observaciones.
Sentemos algunos conceptos. Primero: "La Iglesia católica es la reunión de todos los cristianos regidos por Cristo, y su Vicario el Papa." La Iglesia no es los curas y los obispos en solitario. Ni siquiera el papa "es" la Iglesia. De la misma manera que España no es Isabel de Castilla o Juan Carlos I. La indefectibilidad de la Iglesia radica en su entidad fundacional y nada en sus funcionarios. Como todos los fieles, el clero con sus obispos, abades, superiores y prelados ni es indefectible ni es divino.
No es "la Iglesia" la que sodomiza, que eso entraña el eufemismo "abusos", como tampoco es la Iglesia la que encarama a algunos de sus príncipes sobre grupos y "lobbies" extraños, son esos grupos y esos "lobbies". No es "la Iglesia" la que cambia las doctrinas, la que transforma los dogmas o los sobrepasa. No lo es la que abandona la tradición en virtud de envenenados ecumenismos y progresismos de cangrejos. El escándalo y la persecución contra la Iglesia parten del desconocimiento de lo que es la Iglesia; que no está en su mano cambiar la naturaleza manchada de pecado de sus miembros.
Permítaseme esta breve fábula. Pongamos que...
No son de recibo esas súplicas de perdón. Dado que, en general, no se dan nombres ni causas ni contextos la aparente humildad de pedir perdón no es otra cosa que humillación a la Iglesia institución y carnaza para sus enemigos. Muy poco se ve hacer por recuperar la perdida disciplina de oración, retiro, virtudes y actividad apostólica. Como muestra está el caso Maciel que en 1953 y por sus desviadas inclinaciones fue apartado de su obra y de su patria, México, por orden de Pío XII que lo desterró a España, hasta que sin revisión de causa Juan XXIII , el príncipe de las humildades baratas, le rehabilitó nada más ser elegido papa.
La Esposa de Cristo es acreedora de reverencia y agradecimiento en todos sus fieles e, incluso, de los que no lo son. Por la nueva escala espiritual que dio a esclavos y señores, a imperios y emperadores. La separación Iglesia Estado querida por la jerarquía posconciliar es la peor de las traiciones a Cristo. Justo otro de sus absurdos proviene de que la evangelización de un Jefe de Estado, 'territorio' de Dios pues que no hay poder que no venga de Él, sea despectivamente tildada de elitismo o "cesaropapismo".
Quizás todo sea la imagen del espejo, donde lo que parece derecha es izquierda, frente al cual salvarse del desconcierto moral, de la debacle posconciliar que trajo la elección preferente de gente revolucionaria con que halagar a los que antes eran claros enemigos y jamás cambiaron sus postulados. (Por tanto el dolo viene de entre los servidores de la Iglesia.) Citemos aquí para quienes no la conocen la confesión de Monseñor Modrego respecto a la orden dada por Juan XXIII, el Papa Buenísimo para la Revolución, de no elegir para obispo a nadie que fuera "sospechoso de simpatía hacia los mártires y los soldados de la Cruzada".
Sólo hay una manera de acabar con este cáncer de criterios torcidos. La valentía de reconocer que algo se hizo mal en estos cincuenta años posconciliares y que se rectifiquen sus errores, de entre los que la pederastia es en mucho un desvío terapéutico de la homosexualidad, ese útil instrumento, en su ocultismo, para el dominio de voluntades.
Cuando analizamos estas cosas nos parece que el Concilio Vaticano II saltó sobre el de Trento, como sobre ascuas. Pero no hacia adelante, como alguien nos mintió, sino para regresarnos al influjo de los banqueros venecianos, a las ambiciones de los nuevos Medici y a la consecuente inmoralidad de un tiempo que se llamó Renacimiento. Magnífico gazapo, renacimiento, que en sus apoyos clasicistas no disimula que en la Cristiandad de Pedro y Pablo lo que renació fue el paganismo anterior a la civilización de la cruz de Cristo.
FOTO: Wim Deetman en www.ziarelive.ro
"Decenas de miles de niños han sido víctimas de abuso sexual dentro de la Iglesia católica holandesa entre los años 1945 y 2010, según la Comisión presidida por el ex-ministro Wim Deetman, de religión protestante, que fue creada por la Iglesia católica." (Noticia leida en religióndigital.com el viernes 16 de diciembre de 2011)
"De la Iglesia católica holandesa..." "De la Iglesia irlandesa, de la Iglesia en los EE.UU..." ¿No pasa esto de castaño a oscuro? ¿Cómo se verifican esas cifras tan redondas? ¿Por qué desde 1945 y no desde el siglo I? Confiemos que estos inventarios acaben cuando los 'investigadores' hayan conseguido echar a la Iglesia Católica de sus paises, curiosamente la mayoría de ideas agnósticas o sectas heréticas.
Y conste que de la ira que me ataca por un solo caso ya he dejado constancia en varios artículos.
Así que podemos preguntarnos: ¿Esto de pedir perdón a todo es el nuevo ecumenismo? ¿Consiste éste en darle el hacha del verdugo a los enemigos de nuestra fe? Dudo si es el solo montaje de miles de denuncias con seguro final de indemnizaciones.
Pero, sea por la causa que sea, habrá que poner freno a estos alardes de humildad a que nos han acostumbrado los últimos pontificados. Lo más novedoso eso de aceptar al señor Wim Deetman, ex-pastor protestante, como investigador de los casos. Ya ven ustedes su rigor científico: "Decenas de miles". ¡Hala! ¿Cuántas...? Me recuerda a la gran cómica Lina Morgan y los años que decía haber cumplido: "Taytantos".
La Iglesia de Jesucristo, que somos todos los bautizados, se está echando una ceniza que no le corresponde. Parece como si se hubiera urdido un plan para que degrademos más y más su santa presencia y su divino origen. Un medio eficaz para esta degradación es la moda de que "la Iglesia" pida perdón por toda clase de males de los que parece ser la causa. Porque no se dice sean unos individuos, con su ADN diferenciado, sino que se aplica a toda la Iglesia. Creo, puede que me equivoque, que fue Juan Pablo II el iniciador, no lo sé. Pero sí que con él la Iglesia se manchó Urbi et Orbi y nada, insisto, los delincuentes que siguen protegidos en el silencio y hasta en sus destinos, o en paises con leyes preotectoras de esta lacra de la homosexualidad.
Pero no es sólo con esto de "los abusos". Es también que nuestros humildísimos jerarcas piden perdón por terribles ofensas, dicen, que causamos a todas las culturas, incluso si fue en el cumplimiento de nuestro deber y en el tiempo en que lo cumpliéramos. Empezando, en el colmo de la tontería, por la apostasía de pedir perdón muy especialmente a las demás religiones... "portadoras de verdad como la nuestra".
¡Cuánto ha hecho sufrir la Iglesia! ¡Y nosotros, los que realmente formamos la Iglesia, por estar en ella entendidos! El objetivo se está alcanzando: tendremos que vivir en el mundo por siempre avergonzados de ser sus hijos e incapaces de difundir nuestra fe.
Pobrecitos judíos, nuestros hermanos mayores... Otra novedad. Hasta el CV2, los hermanos mayores lo fueron nuestros mártires; hoy ya casi tomamos a los judíos por mártires propios, a pesar de que pasan de Jesucristo, Nuestro Señor. Y no olvidemos lo mucho que, por lo que parece, ofendimos a los bárbaros godos protectores del arrianismo; y a los albigenses, a los jacobinos... Así como a los masones con su Lucifer caído; y a los protestantes, los calvinistas, los Testigos de Jehová, los hijos de José Smith, los telepredicadores... Ni decir de los mandarines, de los tibetanos... O de los comunistas... y con ellos los nazis, cuña de su misma madera. O de los indígenas aztecas que vivían tan rebién en su canibalismo y ahora... Bueno, ahora, les es imposible hacernos creer que los exterminamos de la haz de la tierra.
Puede que terminemos pidiendo perdón hasta del cambio climático. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial y se clausuró el último concilio, la historia de la Iglesia de Cristo se presenta como el compendio de todos los males sin mezcla de bien alguno. Cruel paradoja de un sínodo pastoral, ¿no creen? Si será así que antes perdónabamos a todos los citados porque nos mataban y ahora les pedimos perdón mientras nos suicidamos.
Contemplemos el asunto con unas humildes observaciones.
Sentemos algunos conceptos. Primero: "La Iglesia católica es la reunión de todos los cristianos regidos por Cristo, y su Vicario el Papa." La Iglesia no es los curas y los obispos en solitario. Ni siquiera el papa "es" la Iglesia. De la misma manera que España no es Isabel de Castilla o Juan Carlos I. La indefectibilidad de la Iglesia radica en su entidad fundacional y nada en sus funcionarios. Como todos los fieles, el clero con sus obispos, abades, superiores y prelados ni es indefectible ni es divino.
No es "la Iglesia" la que sodomiza, que eso entraña el eufemismo "abusos", como tampoco es la Iglesia la que encarama a algunos de sus príncipes sobre grupos y "lobbies" extraños, son esos grupos y esos "lobbies". No es "la Iglesia" la que cambia las doctrinas, la que transforma los dogmas o los sobrepasa. No lo es la que abandona la tradición en virtud de envenenados ecumenismos y progresismos de cangrejos. El escándalo y la persecución contra la Iglesia parten del desconocimiento de lo que es la Iglesia; que no está en su mano cambiar la naturaleza manchada de pecado de sus miembros.
Permítaseme esta breve fábula. Pongamos que...
Una tarde un caballero acercó su caballo a abrevar al remanso de un río. El noble bruto empezó a beber. Después de unos minutos interminables resopló y se fue. Pasó por allí un sapo saltarín que preguntó a las ranas por qué estaban tan agitadas. Éstas le hablaron de la visita de un monstruo. " -¿Cómo era?", preguntó el sapo. "-El monstruo sacudió la superficie con un viento horrible que salía de dos grandes chimeneas orladas de horrible espuma..." Temblorosas recordaban aquellas uñas gigantescas, en forma de cubos, que se hundieron en el barro... Por el contrario, nada del bello cordobán de la montura o del arnés de sus armas, ni de las bridas repujadas ni acerca de las riendas bordadas y flecadas. Menos aun, apreciaron el oro de las espuelas. Lo ignoraron todo de la maravilla del pura sangre y del noble jinete que, "en el cinto la espada y en la mano el azor se llegó hasta allí vencedor de la Muerte..."
No son de recibo esas súplicas de perdón. Dado que, en general, no se dan nombres ni causas ni contextos la aparente humildad de pedir perdón no es otra cosa que humillación a la Iglesia institución y carnaza para sus enemigos. Muy poco se ve hacer por recuperar la perdida disciplina de oración, retiro, virtudes y actividad apostólica. Como muestra está el caso Maciel que en 1953 y por sus desviadas inclinaciones fue apartado de su obra y de su patria, México, por orden de Pío XII que lo desterró a España, hasta que sin revisión de causa Juan XXIII , el príncipe de las humildades baratas, le rehabilitó nada más ser elegido papa.
La Esposa de Cristo es acreedora de reverencia y agradecimiento en todos sus fieles e, incluso, de los que no lo son. Por la nueva escala espiritual que dio a esclavos y señores, a imperios y emperadores. La separación Iglesia Estado querida por la jerarquía posconciliar es la peor de las traiciones a Cristo. Justo otro de sus absurdos proviene de que la evangelización de un Jefe de Estado, 'territorio' de Dios pues que no hay poder que no venga de Él, sea despectivamente tildada de elitismo o "cesaropapismo".
Quizás todo sea la imagen del espejo, donde lo que parece derecha es izquierda, frente al cual salvarse del desconcierto moral, de la debacle posconciliar que trajo la elección preferente de gente revolucionaria con que halagar a los que antes eran claros enemigos y jamás cambiaron sus postulados. (Por tanto el dolo viene de entre los servidores de la Iglesia.) Citemos aquí para quienes no la conocen la confesión de Monseñor Modrego respecto a la orden dada por Juan XXIII, el Papa Buenísimo para la Revolución, de no elegir para obispo a nadie que fuera "sospechoso de simpatía hacia los mártires y los soldados de la Cruzada".
Sólo hay una manera de acabar con este cáncer de criterios torcidos. La valentía de reconocer que algo se hizo mal en estos cincuenta años posconciliares y que se rectifiquen sus errores, de entre los que la pederastia es en mucho un desvío terapéutico de la homosexualidad, ese útil instrumento, en su ocultismo, para el dominio de voluntades.