19 de marzo 2012, un nuevo Día del Seminario. ©

(Tres minutos)

Tiene ABC un columnista al que sigo desde muchos años, Manuel Martín Ferrand. Un seguimiento que no nace en su columna Ad libitum sino en una primeriza Antena Tres Televisión, en su programa de variedades por él presentado. Tal vez porque a sus méritos añadió la compañía de gentiles - y despampanantes - señoritas, entre ellas una jovencísima Paloma San Basilio.

El pasado sábado, 17 de marzo, ha sido Martin Ferrand el primero en destacar un principio simoníaco en la propaganda de la CEE para el Dia del Seminario. Porque el atractivo de la llamada a la vocación religiosa, sacerdotal, es o lo parece demasiado, una respuesta oportuna a los actuales tiempos de crisis económica especialmente fijada en el desempleo: "No te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo." Es lo que sorprende al columnista de ABC y a todo lector que sepa leer entre líneas.

Para mí, no sólo es simonía aprovechar la crisis general a que nos ha traído el viejo plan de superar el freno antirrevolucionario de la clase media creada por Franco. La clase media que la paz de los victoriosos propició gracias a una generación de españoles que trabajaron, y muy duro, mientras otros supuestos españoles conspiraban para matarnos de hambre y de aislamiento. Esa clase media que espantó a "Pasionaria", Dolores Ibarruri, cuando vino a España, en 1977, y que le hizo confesar a sus amigos que sin, "por lo menos, cuatro millones de parados" no se podría dar la vuelta al franquismo.

Algunos de esos amigos de Pasionaria gozaron de respaldo en las altas cumbres de la Iglesia, dedicadas ya desde aproximadamente un siglo antes a vaciar, con su autoridad, la madreperla de nuestra religión para rellenarla con mermeladas de humanitarismo y materialismo histórico. Más proclives al evangelio de Marx y sus poesías de juventud a Satán -que dicen mucho de su ciencia y sus ideales- antes que al reinado del Hijo de Dios que se supone meta de toda vocación cristiana.

La simonía explicada

Un simbolismo de extraordinario significado se apunta ya en el cartel de llamada. Se ve en él a unos jóvenes que aúpan una cruz. La misma cruz que vio el Papa en la JMJ. Una cruz de solamente dos listones pelados, sin Cristo. Sólo una cruz, no un crucifijo. Pero de la que bien podemos afirmar que si no incorpora a Cristo, no sólo nos escamotea su supremo protagonismo redentor sino que podemos ofrecerla a muy dispares usurpadores. Puede recordarnos, por ejemplo, a Espartaco el lider de los esclavos y de la primera reivindicación de lucha de clases; o podemos imaginarla también con el Che Guevara mártir de nadia sabe qué en la iconografía libertaria. Al prescindir de Jesús Nazareno, el Cordero de Dios, esos dos maderos pelados muestran al mundo una religión multiusos, no cristiana. Tal cruz pueden aceptarla los que no creen en el Cristo y buscar en ella la solución de su supervivencia. Su significación religiosa es indolora, incolora e insípida para todos, incluyendo a la Nueva Iglesia.

Es de suponer que los quince "no te prometo" y sus quince "te prometo" han salido de un brain storming de profesionales de la Publicidad y la comunicación. Así lo parece, sobre todo por el coste que se ha filtrado. Pero, por desgracia, las quince propuestas positivas poco tienen que ver con el sacerdocio pues que son válidas para cualquier cristiano sincero, o para cualquier persona no creyente pero bienintencionada.

Testigos de Cristo

Llevado por la actual catarata antropocéntrica el Dia del Seminario ofrece al "cliente objetivo" un humanismo absolutista disgregador de la idea religiosa. Un humanismo "de taller", cada vez más lejos de la realidad del hombre. Por descontado, todos los cristianos bautizados y confirmados somos por deber testigos de Cristo, al cual, por fin, se nombra al cierre del video. Todos somos mártires y confesores en potencia, pero un sacerdote, que lo es para siempre, in eternum, es eso y mucho más. Es "otro Cristo", dado que presta su vida y presencia a la cura - cuidado - de las almas "en la persona de Cristo".

Termino aceptando que este año la oferta del Dia del Seminario es técnicamente notable pero, a la vez, otra prueba de la pobreza de esta Iglesia nueva que parece incapaz de atraer vocaciones acompañadas de fortunas y brillantes futuros renunciados por amor a Dios. Ese "trabajo fijo" con toda intención colocado como primera propuesta no pasa de inducirnos un funcionarismo de muy bajo voltaje.

Y es que las vocaciones de "solución de vida" son como mínimo repugnantes para una opción que es universal en el tiempo y en el espacio.




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