Corazón de Jesús, devoción del Pueblo sencillo y Poliedro del amor de Dios El Corazón de Jesús, centro del mundo.

El Corazón de Jesús, centro del mundo.
El Corazón de Jesús, centro del mundo.

nos atrapa su mirada humilde que arranca las lágrimas de pobres de espíritu ¡porque Dios se vale de lo sencillo, lo cutre y barato para alcanzarnos con su ternura!, como en Nazareth. 

Sin la misericordia del Corazón de Jesús, la pastoral es solo una ineficaz técnica proselitista, la teología una vana intelectualización de laboratorio, la moral un reglamento impuesto, la liturgia unos ritos aburridos. La evangelización se reduciría a un combate moralista...ya perdido.

los sacramentos no son 7 “cosas” para cumplir (sacramentalismo), sino el catolicismo entero. El Dios que a través de lo sensible nos toca con su Gracia en este mundo.

el Sagrado corazón nos recuerda que la carne importa, que los sentimientos son fundamentales, que los pobres y descartados, tan emocionales, son el camino.

La maldad de este mundo no se combate sólo con leyes sino desde el Amor que brota de un Corazón más grande, que da sentido a la vida de personas unidas en un Pueblo.

El papa Francisco, con su profunda formación jesuita reformulada mil veces en la calle y en el barro, reinstala la piedad popular en el horizonte teológico y evangelizador.

contemplando el Corazón de Jesús, descubrimos la grandeza del proyecto de Dios para la humanidad... 

 Un corazón que primerea 

El Corazón del Mundo. Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. (Jn 3,16) De este encuentro con un Dios tan humano, tan cercano, nace un nuevo sentido de la vida, el deseo de “un solo corazón, una sola alma” (Hechos 4,32)

El Corazón de Jesús es el "poliedro del amor" que simboliza las múltiples dimensiones de la compasión de Jesús que busca llegar a los diferentes aspectos de la vida humana. Ese corazón ha pasado por todo, por eso comprende. No es positive thinking, es compañía.  Se extiende a todas las personas, sin importar su condición, pecados o errores. Es más, en primer lugar va a por los más pecadores, enfermos, pobres, delincuentes, etc. Va allí donde ya nadie espera algo…y encima quiere construir con estos periféricos y descartados, un nuevo sistema social para siempre: el Reino de Dios. 

El Sagrado Corazón es una devoción que humaniza la fe, la saca de las bibliotecas y los templos, donde la enjaulan las élites teológicas y clericales. Es el misterio de la Encarnación, revelado y compartido con los sencillos, siempre más emocionales que intelectuales, más viscerales que piadosos, de los cuales Jesús dijo con tanta espontaneidad y alegría: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los humildes”...(Mt 11,25). 

 Santo Tomás de Aquino, tras escribir miles de páginas de sabiduría altísima, afirmaba que era todo paja comparado con el amor de Dios,  que “es mejor amarlo que conocerlo, porque el conocimiento hace que las cosas vengan a nosotros y se adapten a nuestra manera de ser; pero el amor, nos hace salir de nosotros y nos lanza hacia el amado. El que ama se asemeja a la cosa amada; el que conoce adapta la cosa conocida a su propio modo de ser”. ( (ST, I, q. 82, a. 3.)

El Corazón de Jesús es ícono, expresa visualmente el “como yo los he amado” (Jn 15). Es la novedad  que redime al mundo y le da posibilidad real de superar su injusticia. La soberbia racionalista, tan iconoclasta, se burla ante estas horteras imágenes populares del corazón de Jesús. A nosotros nos atrapa su mirada humilde hasta las lágrimas ¡porque Dios se vale de lo sencillo, lo cutre y barato para alcanzarnos con su ternura!, como en Nazareth. Dichosos los bienaventurados que se conmueven, son los que participan en el sermón de la montaña que pasa lista a los habitantes de su Reino, los únicos que empatizan con lo que siente el nazareno, saben con el corazón, que les habla "uno de ellos".

La identificación con el Corazón de Jesús es un largo proceso de conversión e imitación que solo podemos realizar a partir de la transformación que Él hace con nosotros. Sino el cristianismo sería moralismo y esfuerzo agobiante. El amor consiste en que Él nos ha misericordeado primero (1 Jn 4,10) como a esos pescadores, al corrupto Zaqueo, a esa mujer pecadora, al centurión enemigo, al ciego de nacimiento, a la mujer samaritana extranjera, etc. 

Es un amor expansivo que abarca a todo tipo de personas, también aquellos que tienen tan poco “mérito” ante nuestros ojos. Todo es Gracia y don de Dios (Ef 2, 8), como creía María, la “llena de gracia” (Lc 1, 28). 

Sin la misericordia del Corazón de Jesús, la pastoral es solo una ineficaz técnica proselitista, la teología una vana intelectualización de laboratorio, la moral un reglamento impuesto, la liturgia unos ritos aburridos. La evangelización se reduciría a un combate moralista contra una sociedad secularizada, pero sin nada sustancial que ofrecerle.

 Sólo los que experimentan en medio de las incertidumbres de la vida, la transformación de la fe en este amor, pueden contagiar: “hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” ( 1 Jn 4, 16) con un fervor como el que le hace a Pablo decir “ay de mí si no evangelizara” (1Cor9), porque “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12,34). 

Tener corazón es tener sensibilidad, como el buen samaritano que arropa físicamente al herido. Por eso su gracia llega en la forma de sacramento, imagen, gesto, realidad sensible, porque mira nuestra naturaleza necesitada de sentidos y emociones.

Pablo VI hablaba de evangelizar con palabras y gestos (EN) y Francisco no se cansa de hacer gestos de atención al otro como llamar por teléfono o escribir una carta a un cualquiera, usando zapatos viejos, irse a comprar gafas personalmente, viviendo en una casa de huéspedes, usando un coche pequeño y viendo un partido de fútbol con Benedicto (en la interpretación de “Los dos Papas”, de Fernando Meirelles). Gestos sacramentales, que lleguen a la gente común, que se entiendan como el agua, el pan y el aceite..

Porque los sacramentos no son 7 “cosas” para cumplir (sacramentalismo), sino el catolicismo entero. El Dios que a través de lo sensible nos toca eficazmente con su Amor en este mundo.

En una época materialista y de espiritualismos evasivos, el Sagrado corazón nos recuerda que la carne importa, que los sentimientos son fundamentales, que los pobres y descartados, tan emocionales, son el camino. Es el consuelo que no encontramos en la autoayuda ni en la diversión. Es una fuerza que viene de Él y los suyos, para darnos valor en la adversidad. “Quien se deja atraer por el amor de Cristo, convirtiéndose en su discípulo, siente también el deseo de llevar a todos la misericordia y la compasión que brotan de su Corazón”.(Francisco a las  Obras Misionales Pontificias, 3/6/23)

Un Corazón que llega al alma del Pueblo

En los momentos de la historia de la Iglesia cuando arreciaba el culto a la diosa razón que pretende usurpar el lugar de Dios y que humilla toda expresión de trascendencia cercana…Dios suscita en su pueblo las devociones que lo acompañan, que tocan sus emociones profundas, aquellas que son el pan cotidiano del nacimiento, el trabajo, la familia, la amistad, la alegría y la muerte. 

Son devociones que expresan el ethos cultural de un pueblo, de personas unidas no sólo por incumplibles leyes de diseño social sino por una historia y sentimientos cultivados a lo largo del tiempo compartido. Este concepto de pueblo y pueblos, es medular en la teología del Papa Francisco, como instancia social anterior a toda ideología y verdadera matriz fraterna para superar las injusticias propias de este mundo.

La realidad es superior a la idea. La maldad de este mundo no se combate sólo con leyes sino desde el Amor que brota de un Corazón más grande, que da sentido a la vida de personas unidas en un Pueblo.

Pero la Iglesia no siempre ha seguido este camino, ha sido "para el Pueblo" pero no "del pueblo" en estos sentires: "Una actitud populista y proteccionista que pocas veces ha convertido el pueblo en sujeto de la Iglesia... La tentación de la Iglesia es convertirse en un "pequeño rebaño" al margen del pueblo, al que considera inmaduro, ignorante...la teología incluso la "avanzada y comprometida", es libresca y académica" (J.B. Moltmann-Rahner, Iglesia y pueblo, cit en V.Codina, oc, pos.1449). De allí la sinodalidad en la que insiste Francisco para que la participación de todo el Pueblo de Dios sea real.

El papa Francisco, con su profunda formación jesuita reformulada mil veces en la calle y en el barro, reinstala la atención a la piedad popular en el horizonte teológico y evangelizador. Libera a las devociones populares de los elementos integristas y contrarrevolucionarios tan enemigos del vaticano II.

Pero Francisco también llena un bache dejado por el Concilio. En el mismo, “los obispos y teólogos centroeuropeos que participaron no mostraron especial sensibilidad hacia este tema: estaban más preocupados por el diálogo con la sociedad moderna, ilustrada, desarrollada, autónoma y secular del Norte que por la religión de las periferias urbanas y de los pueblos pobres del Sur. (Codina, La religión del Pueblo, pos.236) El progreso del mundo moderno no tiene porqué estar en contra con las devociones, sino que éstas lo humanizan, lo completan, lo amplían más allá de la economía y el paradigma tecnocrático.

El Papa ve ahora el kairós para que el diálogo con la modernidad no anule servilmente el reservorio de las tradiciones populares que constituyen el corazón de un pueblo:

En la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo....las devociones populares tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención en la nueva evangelización”.( Evangelii Gaudium 126)

Nos dice Francisco de esta piedad tan popular: “El Sagrado Corazón no es una devoción piadosa para sentir un poco de calor por dentro, no es una imagen tierna que despierta cariño, no, no es eso. Es un corazón apasionado, un corazón herido por el amor, desgarrado por nosotros en la cruz”. No es resignación, es pasión.(Gemelli, 11/2021). “contemplando el Corazón de Cristo descubrimos la grandeza del proyecto de Dios para la humanidad…"

poliedroyperiferia@gmail.com

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