"La astucia de una católica y la subversión de una comunista" Nuestro 'Francisco de Lisboa': Pueblo de Dios, un poliedro para armar con todos
Francisco no quiere perder a ninguno. Sabe y siente que su misión es para “que todos sean uno” … no hay sólo "una forma" de ser católico, "sino una abundancia". Católico es decir aquí hay lugar para todos.
El problema es la escucha, la escucha mutua y atenta. Fides ex auditu, la fe viene por la escucha (Rom 10,7). El “corazón” en sentido pascaliano, es el órgano de la escucha. Escuchar abre posibilidades. El pueblo iba con sus problemas hacia Jesús, y Él escuchaba y los curaba.
La Iglesia Católica debería significar unidad en la diversidad. Un lugar donde se puedan vivir realmente muchas formas de fe sin negar la pertenencia a los demás. La Sinodalidad propuesta por Francisco, es el ámbito para que las polarizaciones y los disensos sean productivos
Tampoco los pobres requieren ser domesticados previamente por ninguna cultura eclesiástica. Ellos ya son Tierra Santa, verdadero Santuario de toda peregrinación, el Reino entre nosotros. A ellos nos debemos con nuestros dones recibidos
Eva-Maria Buch (1921-1943) tenía "la astucia de una católica y la subversión de una comunista", así la describió el juez nazi que la condenó a muerte el 3 de febrero de 1943…… Un corazón católico es una identidad de poliedro donde todos los buenos talentos que caracterizan a otros, encuentran eco en el seguimiento de Jesús.
La Iglesia Católica debería significar unidad en la diversidad. Un lugar donde se puedan vivir realmente muchas formas de fe sin negar la pertenencia a los demás. La Sinodalidad propuesta por Francisco, es el ámbito para que las polarizaciones y los disensos sean productivos
Tampoco los pobres requieren ser domesticados previamente por ninguna cultura eclesiástica. Ellos ya son Tierra Santa, verdadero Santuario de toda peregrinación, el Reino entre nosotros. A ellos nos debemos con nuestros dones recibidos
Eva-Maria Buch (1921-1943) tenía "la astucia de una católica y la subversión de una comunista", así la describió el juez nazi que la condenó a muerte el 3 de febrero de 1943…… Un corazón católico es una identidad de poliedro donde todos los buenos talentos que caracterizan a otros, encuentran eco en el seguimiento de Jesús.
Eva-Maria Buch (1921-1943) tenía "la astucia de una católica y la subversión de una comunista", así la describió el juez nazi que la condenó a muerte el 3 de febrero de 1943…… Un corazón católico es una identidad de poliedro donde todos los buenos talentos que caracterizan a otros, encuentran eco en el seguimiento de Jesús.
Nuestro Francisco de Lisboa
El Papa eligió como lema del encuentro con los jóvenes: “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1, 39). En una frase, toda la propuesta cristiana. Francisco destaca tres cosas derivadas del mismo: hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles. (Discurso en Serafina, Portugal, 04/08/2023). Nuestra reflexión busca profundizar en su propuesta:
JUNTOS: Lo que nos define es la decisión de hacer de nuestras circunstancias “la parte viva del aporte que damos al conjunto de la comunidad” …” Cada uno de nosotros es un regalo, un don único —con sus límites—, pero un don, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana… así como somos, enriquezcamos el conjunto y dejémonos enriquecer por el conjunto”. Hacer el bien es hacerlo juntos.
Juntos no es el triunfo de un grupo sobre otros, ni de los más perfectitos, cultos o los de una etnia o los más ortodoxos, o las más víctimas, etc. Tampoco es un "amontonamiento" de individuos desconectados. Juntos es la construcción del “todos” movidos por el amor de Jesús, que este mundo no conoce o apenas intuye. Francisco no quiere perder a ninguno. Sabe y siente que su misión es para “que todos sean uno” (Jn 17,21). En Lisboa quedó claro que no hay sólo "una forma" de ser católico, "sino una abundancia". Católico es decir: aquí hay lugar para todos.
Jesús no le hacía asco a nadie, ni a la samaritana que no era de su pueblo, ni a la adúltera que no tenía los estándares morales de la época, ni al centurión que era de los enemigos, ni a los leprosos, ni a los hambrientos, etc. Incluso no rechaza a los que hacen el bien en su nombre, pero no son de su grupo (Mc 9,38). Formulaba con su vida la construcción de un “todos” que comenzaba con la aceptación del otro, lo transformaba con su misericordia e incorporaba a un “juntos”, comunidad de amor y salvación, un nuevo Pueblo de pueblos.
La Iglesia Católica debería significar unidad en la diversidad. La Sinodalidad propuesta por Francisco, es el proceso para que las polarizaciones y los disensos sean productivos, generen cambios, camino de reconciliaciones y de mutua valoración. Una herramienta para construir un “juntos” ya iniciado por Jesús, pero que hoy no brilla, ya que vivimos en una guerra dentro y fuera de la Iglesia. Hoy como nunca, el Evangelio es una novedad de misericordia en medio de tantas grietas. Una misericordia que tendría que hacer que ningún ser humano se sienta solo con su aflicción. Una compañía universal para el dolor del cual nadie se libra en la vida. Y que dé confianza a toda persona para volver a la casa del Padre que nos abraza.
El problema es la escucha, la escucha mutua y atenta. Fides ex auditu, la fe viene por la escucha (Rom 10,7). El “corazón” en sentido pascaliano, es el órgano de la escucha. El pueblo iba con sus problemas hacia Jesús, y Él escuchaba y los curaba en la mayoría de los casos (aunque en algunos como Nazareth “no pudo hacer muchos milagros” porque no lo escuchaban, Mt 13,58).
Jesús siempre iba más allá, hasta el centro del sentido de nuestras pobres vidas. Sólo Él conoce compasivamente la complejidad del corazón. De lo contrario hubiera sido solo magia, como intentó hacer Simón el Mago en los Hechos de los Apóstoles (Hechos 8,9): reducir el Evangelio a magia, a inmanente solución humana de todos los problemas…para que todo siga igual y el sentido de la existencia, que es lo que nos anima como humanos, continúe sin sustancia.
ACTUAR: El Papa insiste en ese amor concreto, en el “aquí y ahora”. No en abstracciones, el amor verdadero “se ensucia las manos”. Por eso lamenta: “cuantas vidas destiladas, inútiles, que pasan por la vida sin dejar huella. Porque su vida no tiene peso”. Cabe reflexionar sobre tantos grupos eclesiales sumergidos en espiritualismos que pasan del mundo, de la historia, de la política, etc.
Se enorgullecen de ni siquiera leer el periódico, de no tener que elaborar ese sentido crítico que da la fe para juzgar y actuar en la realidad, en comunión con otros. Un fideísmo sin discernimiento de las realidades terrenas, que son el sacramento de las eternas. Francisco previene de las respuestas fáciles que anestesian, las que se acatan sin preguntar.
Así como existe la apostasía de la fe, también cunde en nuestra época la apostasía de la razón que no piensa desde la fe, que no cultiva un sentido crítico de la experiencia, que no discierne desde el Evangelio. Como si la vida eterna no tuviera nada que ver con las circunstancias que me tocan vivir. Como si la cultura cristiana fuera de otra época y ahora hay que resignarse evadiéndose “espiritualmente” de la que hay.
Pero la vida eterna de Jesús, es una vida entera, un “así en la tierra como en el cielo”, una búsqueda del Reino y su Justicia esperando su Venida transformadora en cada cosa. Es el compromiso para construir un “todos” con los que nos ha tocado vivir, que son infinitamente mejores que los imaginarios.
LOS POBRES: no tenerles asco (aporofobia), ni pasar de largo, tener contacto real y solidario con ellos. Esta es una constante de Francisco y del cristianismo: por ellos, para ellos, como ellos, entre ellos. Son la brújula del Camino hacia Jesús.
Aunque muchas veces olvidado por misticismos de sacristía, que no quieren ni escuchar hablar de las periferias. Se refugian en adoraciones pero no comen la carne transformadora del que dicen adorar. Se quedan en diagnósticos y justificaciones que no cambian nada porque creen que cada uno ya está en el sitio que “se merece”.
Ellos hacen de la Iglesia “un nostálgico museo arqueológico” para unos pocos "exclusivos" de una elite agraciada, que les da asco “ser Pueblo”, ser “todos”. Epulones que restringen las migajas de sus lujosos banquetes a los numerosísimos Lázaros de la vida. Mientras que unos pocos ricos y otros que lo único que sueñan es con serlo o imitar a los que lo son, vivan así… es imposible un “todos” de verdad.
Los pobres y los que sufren siempre serán los bienaventurados que nos indiquen el camino hasta el final de los tiempos (Mc 14,7). El cristianismo no es la “teología de la prosperidad” ni la de los "teocons", sino la teología del buen samaritano y de las bienaventuranzas de Jesús.
Tampoco los pobres requieren ser domesticados previamente por ninguna cultura eclesiástica. Ellos ya son Tierra Santa, verdadero Santuario de toda peregrinación, el Reino entre nosotros. A ellos nos debemos con nuestros talentos, con nuestra lucha pacífica para cambiar las estructuras injustas de todo tipo, que les quitan el “pan nuestro de cada día”. Si hay alguien en el cristianismo a quienes debemos un “temor reverencial”, no es a los clérigos, sino a los pobres. Con ellos crece el Pueblo de Dios, hospital de campaña de un mundo herido.
Eva María Buch, una joven poliédrica de Jesús
Eva-Maria Buch (1921-1943) tenía "la astucia de una católica y la subversión de una comunista", así la describió el juez nazi que la condenó a muerte el 3 de febrero de 1943. Una corta vida de 22 años llena de compromiso cristiano frente al mal. Entró en contacto con un grupo de resistencia, al que se unió por convicción religiosa. Eva-Maria tradujo numerosos folletos, en el que llamaban a los trabajadores forzados extranjeros a sabotear. Fue arrestada por los nazis y ejecutada el 5 de agosto de 1943.(https://www.katholisch.de/heilige/05-08-eva-maria-buch).Otros jóvenes, evangélicos, como Sophie Scholl tuvieron el mismo destino.
La Iglesia Católica la incluyó en 1999 como testigo de fe en el registro de mártires. "En un mundo injusto, el único lugar para un justo, es la cárcel" (Ghandi). Nadie tiene mayor amor... (Jesús)
El genio del catolicismo pasa por algo similar: sabiduría católica y subversión de comunista, el pacifismo de un budista, la iniciativa productiva de un capitalista, el afán igualitario de un socialista, la pasión por la tierra de un nacionalista, la conexión con la naturaleza de un sintoísta o las religiones animistas (cercano a San Francisco de Asís), la pasión por la ortodoxia de un “conservador” y la sensibilidad por cambiar sistemas injustos de un “progresista” …
Un corazón católico es una identidad de poliedro, en la que todas las actitudes buenas de los otros, encuentran eco en el seguimiento de Jesús. Son "anámnesis", recordatorios suyos (San Justino, s.II).
No es sincretismo, pues éste nace de una mezcla cuyo eje y destino son inciertos. En cambio, el eje de este poliedro es Cristo, que atrae hacia sí la pluralidad de lo bueno ya existente, lo cura, lo expande y lo incorpora a su Pueblo. El mal es la ausencia del bien debido: el otro distinto. Pero en la casa de mi Padre hay muchas moradas. (Jn 14,2)