A partir de Jesús, el Pueblo y los pobres son el Santuario de referencia Santuarios del Pueblo de Dios
Lo esencial de la cultura es la actitud con que un pueblo afirma o niega una vinculación religiosa con Dios (Puebla 389)
No hay pueblo sin peregrinaciones a santuarios ...El santuario es un catalizador de espiritualidades individuales dispersas, una confluencia de identidades en torno a un hecho religioso. Un “nosotros” de “creyentes” primario.
Dios convoca individuos para hacerlos hermanos y Pueblo en los montes de la Revelación: el Sinaí y el de las Bienaventuranzas... El nuevo Santuario de Jesús convoca a todas las naciones a partir de los que sufren hambre e injusticias. Lo erige en las Periferias de los humildes, para vivir una auténtica Comunión con la humanidad.
El Pueblo y los pobres son el Santuario de Dios, no las elites autorreferenciales que manipulan el hecho religioso para validar el egoísmo individual como fuente del “progreso” de unos pocos. Como la teología neocon, que alimenta esta adulteración, domina los medios de todo el mundo y es la mayor amenaza ideológica contra Francisco en la actualidad ya que “considera que el cristianismo está para legitimar la superioridad del sistema económico occidental, no para juzgarlo” (M. Borghessi)
“nadie se salva solo”, que no hay plenitud en una vida cómoda y aislada, que somos más felices si somos familia y si somos pueblo. Hay que sacudir a la sociedad de ese terrible engaño que le hace creer que el individualismo es salvación" (Mons.Victor Fernandez)
Dios convoca individuos para hacerlos hermanos y Pueblo en los montes de la Revelación: el Sinaí y el de las Bienaventuranzas... El nuevo Santuario de Jesús convoca a todas las naciones a partir de los que sufren hambre e injusticias. Lo erige en las Periferias de los humildes, para vivir una auténtica Comunión con la humanidad.
El Pueblo y los pobres son el Santuario de Dios, no las elites autorreferenciales que manipulan el hecho religioso para validar el egoísmo individual como fuente del “progreso” de unos pocos. Como la teología neocon, que alimenta esta adulteración, domina los medios de todo el mundo y es la mayor amenaza ideológica contra Francisco en la actualidad ya que “considera que el cristianismo está para legitimar la superioridad del sistema económico occidental, no para juzgarlo” (M. Borghessi)
“nadie se salva solo”, que no hay plenitud en una vida cómoda y aislada, que somos más felices si somos familia y si somos pueblo. Hay que sacudir a la sociedad de ese terrible engaño que le hace creer que el individualismo es salvación" (Mons.Victor Fernandez)
“nadie se salva solo”, que no hay plenitud en una vida cómoda y aislada, que somos más felices si somos familia y si somos pueblo. Hay que sacudir a la sociedad de ese terrible engaño que le hace creer que el individualismo es salvación" (Mons.Victor Fernandez)
La lucha por el control de santuarios como el de Torreciudad no es nueva en la historia. Poder capitalizar una masa de creyentes es la tentación que acecha a toda estructura religiosa, la misma que el demonio le hace a Jesús en el desierto (Lc 4). Si a esto le añadimos un interés mercantil como cobrar cánones a los prosélitos de ese exclusivo "culto", tenemos una guerra de religión "típica".
Pero los verdaderos santuarios, los del pueblo, son ariscos a las manipulaciones de las elites religiosas o políticas. Está en su adn. Cuidado con ellos, son una zarza ardiendo o un viento silencioso. Dios nos sigue sorprendiendo donde no lo esperamos, porque "el Espíritu sopla donde quiere" (Jn 3,8).
El Santuario es expresión inmemorial de humanidad. A lo largo de la historia, las religiones surgidas como expresión natural de la condición humana, han reconocidos espacios (hierofanías) y tiempos (Shabatt) desde donde y cuando encontrarse ceremonialmente con la divinidad. Allí están los santuarios que facilitan la experiencia sensible y eficaz del Dios trascendente. Relacionados más con la creencia que con la observancia moral o ritual, ejercen de punto de encuentro de muchos “creyentes” que reconocen algo común, "una misma conciencia colectiva» (EN 18)".
En hallazgos arqueológicos antiquísimos se encontraron innumerables santuarios que anticiparon numerosas ciudades de la antigüedad. El santuario es un ámbito santo, en el que el hombre encuentra lo numinoso, lo sobrenatural, la divinidad, en compañía de otros. En un lugar "no lugar", la fascinación por el totalmente Otro. Ojo, No estamos hablando de los templos ni de parroquias, aunque puedan coincidir en algún caso. El santuario es otra cosa, de otro orden, fundacional, más amplio que un lugar solo de culto de una religión constituida.
El corazón religioso, núcleo del Santuario y de la identidad cultural de un Pueblo
Los santuarios ahondan sus raíces en el sentido religioso humano, el "nos hiciste para Tí" de San Agustín, que tironea desde el fondo del ser. En esa profundidad accesible solo desde el "corazón" descripto por Pascal, filósofos y místicos. En la historia, cada pueblo ha iniciado esa búsqueda, desarrollado sistemas religiosos con manifestaciones públicas y privadas. A veces, sin embargo, disfrazando erróneamente las religiones como excusa para fines egoístas y bélicos.
Esa búsqueda ha definido el núcleo de sus culturas tal como perciben los Obispos latinoamericanos en Puebla: “Lo esencial de la cultura es la actitud con que un pueblo afirma o niega una vinculación religiosa con Dios…Éstos tienen que ver con el sentido último de la existencia y radican en aquella zona más profunda, donde el hombre encuentra respuestas a las preguntas básicas y definitivas que lo acosan, sea que se las proporcionen con una orientación positivamente religiosa o, por el contrario, atea.
De aquí que la religión o la irreligión sean inspiradoras de todos los restantes órdenes de la cultura —familiar, económico, político, artístico, etc.— en cuanto los libera hacia lo trascendente o los encierra en su propio sentido inmanente”. (389)
Los santuarios y peregrinaciones son expresión de esa religiosidad primigenia. Las multitudes los reconocen como lugares de manifestación divina que convoca a los creyentes en una categoría diferente y a veces antagónica a la práctica de las religiones tradicionales. Son ámbitos de sentido.
Es la mediación de un lugar pero con un flechazo divino, como esa voz interior de Juana de Arco, o esa sintonía de Francisco de Asís con la Creación o la contemplación de Tomás de Aquino que termina su vida diciendo "todo lo que escribí es paja", porque “de Dios es más lo que no conocemos que lo que conocemos” y “es más perfecto amarlo que conocerlo”. Es el mismo registro, la misma constante interior.
El Pueblo de Dios es peregrinación y santuario.
Millones de devotos musulmanes, judíos, hinduistas, budistas, confucionistas, taoístas, shintoístas, aztecas, mayas, incaicos, africanos, etc., han peregrinado a través del tiempo, por las rutas de los santuarios. No hay pueblo sin peregrinaciones a santuarios por devoción, penitencia o agradecimiento, desde hace miles de años.
El santuario es un catalizador de espiritualidades individuales dispersas, una confluencia de identidades en torno a un hecho religioso. Un “nosotros” de “creyentes”, primario y que cambia la vida.
Que el Pueblo de Dios peregrine hacia los santuarios, significa que está siempre en camino, que no pertenece a una cultura estática, que está siempre en proceso de conversión y discernimiento de los signos de los tiempos y en diálogo con todos los seres humanos y sus culturas, hermanos en su caminar samaritano.
“Los peregrinos de todas las regiones desarrollan un “nosotros somos iguales” (sin distinción de orígenes étnicos y clases sociales) que fundamentan en su auto identificación con el “camino sagrado”, espacio que les permite caminar y padecer juntos” (Peregrinación y santuario, Guadalupe Vargas Montero, Universidad Veracruzana). Dios convoca individuos para hacerlos hermanos y Pueblo en los montes de la Revelación: el Sinaí y el de las Bienaventuranzas.
Los santuarios son memoria viva de la identidad de un pueblo. Han sobrevivido a los embates de la ilustración que, con sus ideologías de derecha o izquierda, niegan el Acontecimiento del Dios encarnado y reducen la realidad a la idolatría de la razón instrumental al servicio de los dueños de este mundo. Esta religiosidad ha sobrevivido incluso a los clericalismos “ilustrados” que la desdeñan por “cutre e ignorante”.
Los Pobres son Santuario de Dios
Jesús dice “Destruyan este Templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo… hablaba de su propio cuerpo. (Jn 2,19). Su Cuerpo es el Santuario de Dios y místicamente nos alberga a todos según distintos miembros (1 Cor 12).
Su Cuerpo son también los pobres, porque todo lo que hacemos por ellos, por Él lo hacemos, aunque no lo sepamos o tengamos otras creencias (Mt 25). Por eso, en sentido analógico, los pobres son el Santuario de Dios, que Cristo deja inaugurado con la fuerza de su Espíritu…son un “sacramento” de encuentro sensible y eficaz con su Vida.
“Jesús hace nuevas todas las cosas” (Ap 21), no destruye lo que tienen de bueno, las transforma con su misericordia reparadora y las lleva a una plenitud que este mundo no puede darle. Esto alcanza también al sentido del santuario. Para Jesús todo sirve, también los santuarios, nada se tira ni hay que hacer opciones maniqueas entre creencia y religión. Sin embargo, desde Jesús hay un nuevo Santuario de referencia para evaluar a todos los que existen: el Pueblo y los Pobres.
El Pueblo y los pobres son el Santuario de Dios, no las elites autorreferenciales que manipulan el hecho religioso para validar el egoísmo individual como fuente del “progreso” de unos pocos. Como la teología neocon, que alimenta esta adulteración, domina los medios de todo el mundo y es la mayor amenaza ideológica contra Francisco en la actualidad ya que “considera que el cristianismo está para legitimar la superioridad del sistema económico occidental, no para juzgarlo” (en M. Borghessi, “El desafío Francisco, del neoconservadurismo a Hospital de campaña”).
No mencionan abiertamente sus intenciones, sino que siembran las redes con fake news y ridiculizaciones de la prédica de Francisco, la Sinodalidad, la opción evangélica por los pobres, etc.. Establece confusión a partir de supuestas anécdotas sobre tal o cual exceso a que ha dado lugar este pontificado, etc. No es nuevo, ya comenzó con el mismísimo Juan Pablo II cuando publicaba sus encíclicas sobre el trabajo y la Doctrina Social de la Iglesia a la que tildaban de "comunista" para desprestigiarla. Son el anti-Santuario, el anti-pueblo, que divide para reinar.
Ser Pueblo de Dios ungido en la Misericordia, es siempre apertura, aprecio e inclusión, comenzando por los tirados al borde el camino de la vida. No es cerrarse en guetos espiritualistas que cultivan un perfeccionismo de manual, pero alejado de los demás a quienes juzga y condena, como el publicano del templo (Lc 18) o pasa de largo como en la parábola del Samaritano. El nuevo Santuario de Jesús es fundado en el monte Calvario y en el de las Bienaventuranzas, que convoca a todas las naciones a partir de los que sufren hambre e injusticias. Lo erige en las Periferias de los humildes para vivir una auténtica Comunión con la humanidad.
Como decía la semana pasada el nuevo Prefecto para el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, monseñor Víctor Manuel Fernández: “… “nadie se salva solo”, que no hay plenitud en una vida cómoda y aislada, que somos más felices si somos familia y si somos pueblo. Hay que sacudir a la sociedad de ese terrible engaño que le hace creer que el individualismo es salvación. En esta línea, la teología del pueblo se vuelve incomprensible e irrelevante para la cultura europea, también para la cultura eclesial contagiada por ese espíritu individualista. Porque es una teología que nos invita a pensar, sentir y vivir como pueblo, y para colmo un pueblo donde los más importantes son los últimos...”
El santuario, protagonista en la teología del pueblo, es un lugar de encuentro con el Dios encarnado, para ser familia y superar la cultura individualista. Allí también hemos de peregrinar, no con proyectos proselitistas, sino con una actitud reverencial ante el Misterio de Dios junto a quienes son tocados por esta experiencia creyente, no para controlarlos sino para compartir “sinodalmente” el Camino de las Bienaventuranzas hacia la vida "entera".
poliedroyperiferia@gmail.com
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