El pensamiento incompleto y el diálogo para la paz del Papa Francisco

El pensamiento incompleto y el diálogo para la paz del Papa Francisco
El pensamiento incompleto y el diálogo para la paz del Papa Francisco

Romano Guardini …me mostró la importancia del pensamiento incompleto, aquel que te lleva hasta un punto determinado, pero que luego te invita a contemplar por ti mismo. Crea un espacio para que te encuentres con la verdad. Un pensamiento fructífero debe ser siempre incompleto para dejar espacio a un desarrollo posterior" (Papa Francisco)

El lamentable resurgimiento de los populismos son una patológica reacción ante este caldo de cultivo de relativismos que nos han dejado sin vínculos, sin hogar, sin “una casa común” (Laudato Si).

“Hay tres caminos para la paz: Diálogo, diálogo, diálogo. El único modo que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio.

Seguir a Cristo implica una continua disposición a llevar el amor misericordioso y reparador del Señor a los demás, en todas partes y a través del diálogo personal (cf. EG 127-128)

El Poliedro de Francisco: pensamiento incompleto y dialógico

Francisco tiene un código sin el cual es difícil descifrarlo. La imagen del poliedro que eligió para ilustrar su modelo de pensamiento nos revela un nuevo modo de abordar la realidad desde la fe, discernirla y actuar. Tiene una gran densidad intelectual para contemplar lo que sucede y no quedarse en la anécdota y la emoción (aunque es prolífico en éstas a la hora de explicar y comunicarse) sino que pone en juego una experimentada capacidad de abstracción que extrae y relaciona las principales ideas con la humildad suficiente para dejar abierta la posibilidad de dialogar con nuevos enriquecimientos y miradas que incluyan al que piensa distinto.

Pero el poliedro no es una mera metáfora teórica de la búsqueda incansable de la Verdad para la cual está hecha nuestro corazón. Expresa también la sintonía con los trascendentales del Bien, la Belleza y la Unidad. Detrás de esa búsqueda está el Amor a los otros que nos sacramentan hacia el Otro y viceversa. Está el deleite con la armonía del universo, el olvidado “Pulchrum”, la belleza que es el esplendor de la verdad transformada en experiencia estética del Absoluto y el Universo (“versus ad unum”, lo que gira en torno al Uno que lo sustenta, le da sentido y origina su dinámica armonía).

Francisco no es un improvisado “chamuyero” como sugieren sus enemigos, heridos porque sus intereses no evangélicos han sido puestos en evidencia. No les queda otro artero recurso que el argumento “ad hominem”, la descalificación de su persona para no tener que discutir de lleno sobre las falacias que sostienen y que ya han chocado con los papas anteriores y con la dos veces milenaria Doctrina Social de la Iglesia.

En la mente del Pastor de Roma

Entre los libros que auscultan la formación y asimilación de los grandes maestros de Francisco, es indispensable leer el de Massimo Borghesi, “Jorge Mario Bergoglio, una biografía intelectual”. Allí vemos cómo este Papa, que se esfuerza hasta lo indecible en hablar y hacer gestos familiares y accesibles hasta para el último de los seres humanos, es un deportista de alta competición en el mundo del pensamiento… ¡y de la sensibilidad! Puede que se equivoque en nombrar un funcionario vaticano en tal o cual puesto, ya que la libertad humana para responder es impredecible. Pero tiene la cintura para reaccionar, un servomecanismo espiritual entrenado para evaluar y corregir. Sabe hacia dónde va, no le importa cuánto tarde y esto genera mucha confianza.

Un profeta que va al corazón del problema

Sin embargo, a veces molesta que derroche tanta sencillez, porque intuimos de antemano que será ridiculizado y malinterpretado por los descalificadores seriales, que disponen del mayor arsenal de medios de comunicación y marketing que hay en el mundo.

Aquellos, responsables de las guerras, la carrera armamentística, la desigualdad lacerante, la manipulación de esta economía global que mata seres humanos y naturaleza, la externalización de costos a los países pobres del modo de vivir opulento de los países ricos, la criminalización de los migrantes que quieren escapar de esta condena, que coloniza todos los campos de la vida humana, la salud, la política, la educación, la justicia, etc. Todo aquello que Francisco sintetiza genialmente en Laudato Si con el nombre de “paradigma tecnocrático”, transversal y superador de todas las ideologías existentes hasta la fecha.

Un paradigma estructural al cual no solo hay que denunciar con ímpetu profético, sino que hay que hacer frente con la cultura de la misericordia, de la vida, del encuentro, del cuidado, etc., construyendo sinodalmente el Reino de Dios y su Justicia, siempre encarnado y a la vez alternativo a este mundo. El mensaje evangélico de Francisco va mucho más allá de asegurar solo tres o cuatro “valores no negociables” que sirven de tapadera para disfrazar un sistema intrínsecamente injusto, un pecado estructural de dimensiones globales. Los valores "son" cuando son todos, por eso son poliédricos, forman parte de un todo perceptible sólo desde la fe y la unidad de la pertenencia a un Pueblo que transita la Historia de la Salvación.

diálogo religiones
diálogo religiones

Incompleto y dialógico: en búsqueda de ideas y personas, de verdad y comunión.

El pensamiento humano no puede «captar» la totalidad de la realidad, pero puede «abrirse» a ella y a sus continuas manifestaciones que tienen rostro de personas. Un pensamiento cerrado excluye intencionalmente factores de la realidad y seres humanos que piensan y creen distinto. En cambio, un pensamiento evangélicamente abierto es el que está dispuesto a dejarse interpelar por ideas y personas. No hacerlo es poner ideas y personas en una olla a presión hasta que estalle. De la no inclusión en la ardua armonía del diálogo, nace la violencia.

El Papa Francisco dice de dónde viene este modo de pensar: «lo aprendí de Romano Guardini …me mostró la importancia del pensamiento incompleto, aquel que te lleva hasta un punto determinado, pero que luego te invita a contemplar por ti mismo. Crea un espacio para que te encuentres con la verdad. Un pensamiento fructífero debe ser siempre incompleto para dejar espacio a un desarrollo posterior. De Guardini aprendí a no esperar certezas absolutas, sobre todo, síntoma de un espíritu ansioso. Su sabiduría me permitió abordar problemas complejos que no podían resolverse simplemente a base de normas, sino con un tipo de pensamiento que permitía atravesar los conflictos sin dejarse atrapar por ellos» (Papa Francisco, Soñemos juntos, 2021 en Fares, Diego, Civilitá Cattolica abril 1, 2022)

El poliedro también indica no solo una “técnica filosófica” sino una determinada predisposición contemplativa: “buen teólogo y filósofo tiene un pensamiento abierto, es decir, incompleto, siempre abierto al maius de Dios y de la verdad, siempre en desarrollo” (Francisco, Veritatis gaudium 3). En el poliedro, como en toda realidad, uno ve lo que quiere ver, lleva consigo sus sesgos de nacimiento, de clase, de ocupación, etc. Por eso es indispensable una ascesis y contemplación permanente, un camino humilde de discernimiento que tiene en cuenta los prejuicios con los cuales miramos: “el que no tenga ideología, que tire la primera piedra” (Lucio Gera)

Tal como desarrolla el jesuita Diego Fares en el artículo citado, los aspectos principales del pensamiento incompleto bergogliano son: la mentalidad dialogante, la inclusividad, la apertura atenta y responsable al otro, la apertura a los desafíos.

Respecto a la mentalidad dialógica hay que rescatar que ésta quiebra la muralla del ego autorreferencial y es el camino que manifiesta que el otro me importa y es indispensable para completarme: “Hay tres caminos para la paz:Diálogo, diálogo, diálogo. El único modo que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios”. (Discurso a dirigentes de Brasil, 27 de julio de 2013).

El auténtico diálogo involucra a todos, especialmente los menos inteligentes y los más débiles ya que “requiere la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones. El autor principal, el sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción, un grupo, una élite. No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural» (Evangelii Gaudium 239). Aquí hay más que una mera suma de individuos: es un tertium quid, es un pueblo transformado por la Pascua, una totalidad renovada a imagen y semejanza del Dios Uno y Trino.

Una Misericordia que va hasta el fin

El mundo de posguerra apostó por el relativismo y el desencantamiento de las “grandes verdades” creyendo que así no volvería a caer en la violencia de manipuladores de “verdades absolutas”. Pero en vez de producir una “sociedad abierta” (K. Popper) ha generado desconcierto, ansiedad, globalización exclusivamente económica, destrucción de la naturaleza, reemplazo artificial de la especie humana histórica, disolución de vínculos comunales y subjetividades privilegiadas que se benefician descontroladamente de la mano invisible del “libre” mercado que fagocita todas las actividades humanas y las convierte en una competencia infernal y en una fábrica de desigualdades inhumanas. El lamentable resurgimiento de los populismos son una patológica reacción ante este caldo de cultivo de relativismos que nos han dejado sin vínculos, sin hogar, sin “una casa común” (Laudato Si), llenos de odio y consumiendo sin parar.

La propuesta poliédrica de Francisco, hecha de diálogo e inclusión, nos invita a integrar pasado y presente, Dios y Hombre, Cielo y Tierra, Gracia y libertad, individuo y sociedad, iniciativa privada y Bien Común, economía y ética, progreso y justicia social, personas libres e instituciones fuertes, etc. El “y” católico brilla con esplendor en un mundo de aniquiladoras opciones de odio.

Seguir a Cristo implica una continua disposición a llevar el amor misericordioso y reparador del Señor a los demás, en todas partes y a través del diálogo personal (cf. EG 127-128), siendo conscientes que la Iglesia siempre tendrá que ser un Hospital de campaña que ha de comenzar por atender a los pobres de las periferias, para poder así llegar a todos y “santificar su Nombre”, porque “la Gloria de Dios es que el hombre viva” (s. Ireneo).

Guillermo Jesús

poliedroyperiferia@gmail.com

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