Prefiero encender una vela, a maldecir las tinieblas
Confieso que estoy preocupado. Constato rabia y hasta ira, especialmente para los más implicados de ambos lados; otros sienten tristeza ante el espectáculo, a todas horas, de los medios de comunicación y, para un número indeterminado, indiferencia al no sentirse, o no querer estar, implicados.
La imagen que me viene a la mente es la de dos coches, en una noche oscura, a más de doscientos km. hora, sin luces y acercándose cada vez más a 1. O.
Lo que realmente veo, a través de los más media, es una pelea de adolescentes airados pensando más en el contrario que en uno mismo.
Reconozco que este conflicto es muy complejo y complicado. Que tiene su historia de desencuentros crecientes que han conducido a esas posturas tan rígidas como inaceptables. Parece un combate entre la ley y la irracionalidad.
Lo que yo percibo detrás de la imagen y de lo que veo es que no puedo dejarme llevar sólo por el sentimiento. Ni me vale pensar que unos son buenos y los otros malos.
Me sorprende posturas tan claras como rígidas en una y otra parte. Me escandaliza la proclama de derechos humanos (expresión, reunión…), en este clima tenso, en una homilía. Me inquieta las más de trescientas firmas de sacerdotes en defensa del 1.O. Como me pone nervioso el que se apele a la ley, reiterando como un sonsonete aquello de: “sin ley no ha democracia”.
Creo que somos muchos los que sufrimos por no tener nada clara la situación y nos inquieta el día después. Sentimos que esta situación no es buena porque ninguna de las posturas nos agrada y sufrimos mucho esta incertidumbre en silencio.
Nadie sabe lo que va a pasar en esta carrera de coches desenfrenados, pero reconozco que sentir que este problema me duele, es una manera significativa de decir que los “otros”, de uno y otro lado, me importan.
Pero quiero encender una vela, en esa oscuridad, para contribuir a generar, de manera más consciente, un dinamismo más positivo y esperanzador, que es posible el entendimiento y el diálogo. Yo estoy haciendo esfuerzos por ver y actuar de manera más manifiesta con aquellas personas de mi entorno que son, viven, actúan… de manera diferente. Mi vela encendida es: “Si discrepas no me ofendes, me enriqueces”. Me niego así a ser correa de transmisión de las tinieblas del desánimo, de la irritación, de la indiferencia.
Nacho