El goteo que no cesa

El constante goteo de los medios nos hace creer que una falacia es una verdad como un templo. La técnica es tan vieja como los imperios y tan nueva como el fascismo. Si repites machaconamente una mentira, conseguirás que parezca verdad a los ojos de la gente. Una de estas mentiras repetidas hasta la extenuación, hasta el punto de que forma parte del sentido común de la sociedad actual, es que cuanto más dinero tengan los ricos y las grandes empresas, incluidos los bancos, más dinero fluirá por la economía creando empleo y más riqueza a todos los niveles. Tomando este axioma como base de la economía, se diseñan las políticas económicas de los países. Todo está en función de hacer más ricos a los ricos porque esto, por sí mismo, generará más riqueza para el resto de la población. Lo primero es bajar los impuestos a los que más tienen. Desde hace más de veinte años, los capitales apenas pagan impuestos, pues las SICAV son instrumentos creados para conseguir esto mismo. Tributan al 1%, lo que supone que de cada millón de euros que ganan, solo pagan a la hacienda común con la que luego se paga la sanidad 10.000 euros. Sin embargo, como esto aún les parece mucho, inventan triquiñuelas fiscales para tributar menos aún, pasando parte de sus beneficios por paraísos fiscales como Panamá.

El capital es una parte de los ingresos de los más ricos, pero no lo es todo. Otra parte de su riqueza es el patrimonio, que en España alcanza los 2 billones de euros para el 10% de la población. Un verdadero impuesto sobre el patrimonio debería tener una intención redistributiva de la riqueza y suponer una moderación del proceso de desigualdad. Sin embargo, desde hace veinte años, desde que se acelera el proceso neoliberal, el impuesto del patrimonio y sucesiones se ha visto reducido significativamente, hasta el punto de que en muchas comunidades autónomas es nulo, pues la normativa estatal es que están exentos los dos primeros millones de euros y en algunas comunidades se bonifica el 100% de la cuota. Esto les interesa mucho a los ricos porque el patrimonio es algo que por definición no se pueden llevar fácilmente a otro lugar, como hacen con el capital. De esta forma, los ricos apenas pagan nada por su capital y casi nada por su patrimonio.

Estos son los dos medios fiscales que pretenden conseguir aumentar la riqueza de los ricos para que inviertan y creen riqueza para el resto. Pero hay otros medios para aumentar su riqueza. Por fuerza, el capital debe invertirse en empresas para que se reproduzca. En esa inversión el capital debe compartir los beneficios con el factor trabajo, de modo que cuanto más cueste este menos se lleva el capital. Desde hace veinte años, curiosamente, se está dando un proceso progresivo y paulatino de disminución de las rentas del trabajo y de aumento del excedente de explotación, que es como llaman a la plusvalía los economistas. Es fácil de entender, si una empresa produce 100, cuanto más parte va a las rentas del trabajo menos va al excedente de explotación. Desde hace veinte años hemos pasado de un reparto de la riqueza de 50% para salarios, 40% para excedente de explotación y 10 para impuestos a 40% para salarios, 50 para excedente y 10 para impuestos. Se le ha dado la vuelta. Ahora los ricos son más ricos, pero no les basta con esto. Además de quedarse con más parte del beneficio, el Estado no para de darles subvenciones por cualquier motivo: desgravaciones por contratar, reducciones de cuotas a la seguridad social, reducción de impuestos por no contaminar, etc.

Y todo esto para que creen riqueza, ¿pero, la crean? No, evidentemente no. Solo la reproducen para ellos. Los datos de Cáritas y de Oxfam demuestran que en los últimos ocho años los pobres han aumentado, la desigualdad es superior, los salarios han disminuido y la precariedad es superior. ¿Se ha conseguido lo que se pretendía? Sí, porque se pretendía hacer más ricos a los ricos, no menos pobres a los pobres y eso se ha conseguido. Lo que no puedo entender es que aceptemos esta falacia como una verdad económica, cuando no es más que una estratagema para seguir enriqueciendo a la élite social. La nuda verdad es que cuanto más ricos son los ricos, más ricos son, y nada más. Lo ha dicho así el Papa Francisco en Evangelii Gaudium y lo ha demostrado con datos Thomas Piketty. Lo que me intriga y me indigna es que seamos tan estúpidos como para creérnoslo.
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