La misericordia de Reus
La festividad se celebra en muchos lugares, pero hoy quiero fijarme en Reus, donde coincide con su segunda fiesta mayor. Por algo la capital del Baix Camp tiene un paseo de la Misericordia y un santuario dedicado a la Virgen bajo esta advocación, el estandarte procesional del cual, por cierto, fue diseñó Antoni Gaudí alrededor de 1900.
«De generación en generación.» En el año 1592 la ciudad sufrió un grave brote de peste. Había habido otros, como el de 1348, que provocó la muerte de al menos un tercio de la población, pero el de finales del siglo XVI tuvo algo particular e inolvidable: la aparición de la Virgen, bajo la apariencia de Virgen de los Siete Gozos, que se veneraba en la Parroquia, a la pastorcilla Isabel Besora, tras la cual la peste desapareció de la ciudad.
Muy pronto, en el lugar de la aparición Reus levantó una pequeña ermita, donde fue llevada la vieja imagen de la Parroquia transformada ahora en Virgen de Misericordia, patrona y protectora de la villa.
Al cabo de los siglos y del paso de muchas generaciones, la devoción sigue intacta. Conmueve ver cómo el Santuario recibe visitas diarias de muchas personas que acuden para rezar ante el Santísimo y de la imagen de la Virgen, que desde su camarín acoge las peticiones de los fieles. No olvido que una de mis primeras celebraciones litúrgicas, recién consagrado arzobispo, fue en los jardines del Santuario reusense con ocasión de esta festividad tan especial. Desde entonces he vuelto muchas veces, y en este año de la Misericordia las visitas tienen un carácter especial por ser una iglesia jubilar y poder cruzar la puerta santa.
El papa Francisco tituló su libro, editado ese mismo año, El nombre de Dios es misericordia. También es el nombre de María, madre de Cristo y por eso madre de Misericordia. A ella me encomiendo este último domingo de septiembre y le pido que sean muchos los que se acerquen a su Hijo, también a través del sacramento de la penitencia, para poder experimentar así el don de la misericordia divina que el mundo, y cada uno de nosotros, tanto necesitamos.
Y que, como consecuencia, también nosotros practicamos las obras de misericordia con nuestro prójimo, única manera de ser reconocidos como discípulos de Jesucristo.