La recepción del documento del papa Francisco
"La recepción de la exhortación Amoris laetitia –se lee en esta reflexión teológica– pide una interpretación según el espíritu con que fue escrita, para que los pastores contribuyan a aplicarla y todo el pueblo de Dios se beneficie de su magisterio y de la misericordia que desprende. Se trata de un camino que no es otro que el del seguimiento de Cristo. El discípulo sigue a Jesús con toda la seriedad y exigencia que ello conlleva. Pero lo que no quiere la Iglesia es que nadie que acepte este camino quede tendido al borde de la ruta."
El texto de Francisco propone, por una parte, la grandeza del matrimonio cristiano afirmado secularmente por la Iglesia; pero, por otra parte, desea una Iglesia que sea madre de misericordia que no renuncia al bien posible, tampoco cuando este bien está presente en situaciones imperfectas, semejantes al "barro del camino con el que te puedes manchar" (AL 308; véase EG 44). En todo el documento hay una sensibilidad transversal que se inspira de lleno en el espíritu y la letra del Concilio Vaticano II y deja ver un espíritu parecido al de los padres conciliares cuando se planteaban cuestiones capitales como el ecumenismo o la libertad religiosa. Entonces, el Vaticano II, sin olvidar la tradición dogmática vinculante de la Iglesia, abrió unas puertas que iban más allá de la interpretación que se había hecho en los últimos siglos.
El documento utiliza sobre todo el lenguaje de la misericordia. La preocupación del Papa, en esta exhortación sobre el amor en la familia, es contextualizar de nuevo la doctrina sobre el matrimonio y la familia al servicio de la misión pastoral de la Iglesia. Como dice el padre Antonio Spadaro en su documentado trabajo sobre la exhortación pontificia, en ella "la doctrina es interpretada en relación con el núcleo del kerigma cristiano y a la luz del contexto pastoral en el que este se aplicará, buscando sobre todo la salus animarum, la salvación de las almas”.
Todos tenemos una especial responsabilidad a la hora de asegurar una buena recepción de este documento. Hago un llamamiento, en este sentido, a la Delegación de Pastoral Familiar y a los movimientos de espiritualidad conyugal y familiar, tan presentes y activos en nuestra archidiócesis. Estudiar y explicar correctamente este documento es el paso previo a su aplicación siguiendo el espíritu que lo ha inspirado.
¡Que Dios os bendiga a todos!
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona