A Demetrio se le va...el báculo
Hoy, como contamos, comienza un Congreso en Córdoba, organizado por los Trinitarios, en cuyo programa figuran, entre otros, el general Trinitario, el cardenal Amigo y el teólogo José Ignacio González Faus. Y al que también estaba invitado el obispo de Córdoba. Pero Don Demetrio, al parecer, no quiere contaminarse. Y, como no le gusta ni le huele bien la teología de Faus, uno de nuestros mejores y más prestigiosos teólogos jesuitas, lanza una nota pública de anatema y condena.
Primero para el teólogo, al que acusa de "disentir del Magisterio sistemátca y públicamente". ¿De qué Magisterio? ¿Del del Papa o del del obispo de Córdoba? Si Doctrina de la Fe no ha condenado a Faus, ¿cómo se atreve a hacerlo públicamente el obispo? Porque hay obispos más papistas que el Papa. Y Demetrio es el ejemplo acabado.
Con su gesto extemporáneo (cuando menos) no sólo desautoriza sin causa a un teólogo jesuita, sino que, además, deja a los piés de los caballos a un hermano suyo en el episcopado (nada menos que el cardenal Amigo) y, por extensión, al General de los Trinitarios y a su orden entera.
Y para justificarse, dado que no tiene otros argumentos, acude a los tan manidos del disenso eclesial y a lo que él llama la defensa de la fe de los sencillos. Esos sencillos leen por miles los cientos de libros de Faus, que es el teólogo de referencia de multitud de creyentes. Y esos sencillos están más acostumbrados que el señor obispo a asumir el disenso en la Iglesia. Porque esos sencillos saben perfectamente que, como dcía San Agustín, "en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad".
Guarde el báculo, Don Demetrio. Que, a fuerza de usarlo, lo va a romper. ¿No ve que queda usted en ridículo nacional? Hoy, además, ya teníamos el cupo de mala imagen y malas noticias eclesiales cubierto con lo del cura de Churra. Pero usted quiere ser siempre el prota...
¿No sabe que los aires, en Roma, han cambiado? ¿No ha llegado a su palacio el olor de la nueva primavera de Francisco? Porque a la ciudad, sí que ha llegado la primavera. Frondosa y colorida. Tanto a los patios de sus preciosas casas como a muchas iglesias. Lo sé, porque estuve hace poco en la ciudad, donde, por cierto, dicen cada cosa de usted...Me cuesta creer lo que dicen de su obispo.
¿No sabe que Francisco acaba de pedir a los obispos que tienen que ser pastores y no lobos? Se ha terminado, Don Demetrio, la época de los tirapiedras (que son los únicos que, ahora mismo, le aplauden)y de los enciendehogueras. Vamos, de la mano con Francisco, a una Iglesia inclusiva, sin obispos rigoristas, sin creyentes n "caras de pepinos amargos". A una Iglesia de hermanos con teólogos en la frontera (que es donde tienen que estar) y obispos con olor a oveja y a pié de calle. Obispos con zapatones, que miman y cuidan a sus ovejas y no las corren a guarrazos y a baculazos...
Moderación y "finezza", Don Demetrio. Y tortícolis. Porque, ahora, es cuando no estaría mal que los obispos españoles (empezando por usted) tuviesen tortícolis de tanto mirar a Roma. Y de allí, por mucho que se empeñen en disimularlo, llegan aires nuevos. A borbotones, a bocanadas, como dice el propio cardenal Ruini. Hágale caso al conservador pero inteligente purpurado italiano y déjese llevar por los nuevos aires. Respirará mejor y dejará de tener alergia a los teólogos. Aunque sean progresistas.
José Manuel Vidal