Francisco no quiere obispos “funcionarios de lo sagrado” El Papa quiere obispos servidores y profetas
"Lo que no quiere el Papa, ni por asomo, son pastores negociantes, gestores, empresarios o casados con el poder"
"La Iglesia católica actúa en África (y en el Congo) como una plataforma de ascenso social. Como lo hizo en España en los años 50, 60 y 70"
Y el Papa puso dos ejemplos de pastores-profetas: “Christophe Munzihirwa, pastor valiente y voz profética, que protegió a su pueblo ofreciendo su vida”. O el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya
“No, por favor -amonestó el Papa-, los negocios dejémoslos fuera de la viña del Señor. Seamos pastores y servidores del pueblo, no hombres de negocios”
Y el Papa puso dos ejemplos de pastores-profetas: “Christophe Munzihirwa, pastor valiente y voz profética, que protegió a su pueblo ofreciendo su vida”. O el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya
“No, por favor -amonestó el Papa-, los negocios dejémoslos fuera de la viña del Señor. Seamos pastores y servidores del pueblo, no hombres de negocios”
Pastores-servidores y profetas. Así quiere el Papa (y Jesús de Nazaret) a sus obispos. Y así se lo acaba de decir a los prelados de la Conferencia episcopal del Congo (CENCO) en el último acto de Francisco en la RDC. Pastores con olor a oveja y profetas al servicio del pueblo. Lo que no quiere el Papa, ni por asomo, son pastores negociantes, gestores, empresarios o casados con el poder.
¡Ay de los carreristas, que no deberían haber llegado al episcopado! Y que no deberían tener presente (y mucho menos futuro) en la Iglesia samaritana, servidora y en salida de Francisco.
La Iglesia católica actúa en África (y en el Congo) como una plataforma de ascenso social. Como lo hizo en España en los años 50, 60 y 70. Por eso, entre otras cosas, los seminarios congoleños están llenos de chavales que quieren escapar del arado. Además, una vez que son ordenados sacerdotes, se convierten en un apoyo económico y social de garantías para toda su familia extensa. Si eso es así en los seminaristas y los curas, cuánto más en los obispos, que disponen de ingresos y de prestigio social.
il Papa benedice l'assemblea dei vescovi della #rdcongo al termine dell'incontro @CENCO__RDCpic.twitter.com/OD2HbXyrtC
— Vatican News (@vaticannews_it) February 3, 2023
El Papa lo sabe y, por eso, en el encuentro con los prelados congoleños, primero alabó su servicio al pueblo y su encarnación en la dura y ensangrentada realidad del país: “Una Iglesia enraizada de modo capilar en la realidad, protagonista en la caridad”. “Una Iglesia que, como Jesús, quiere también secar las lágrimas del pueblo”.
Pero, después, Francisco les lanzó una serie de advertencias muy concretas. Por ejemplo, no quiere obispos “funcionarios de lo sagrado”, porque a esos tales la gente no los necesita. Por eso, les volvió a recodar lo que suele repetir a menudo: la figura del obispo como pastor que tiene que ir unas veces delante, otras veces en medio y otras, detrás del pueblo santo de Dios.
Sobre todo, para evitar “que nos creamos autosuficientes, muchos menos que se vea en el episcopado la posibilidad de escalar posiciones sociales y de ejercitar el poder”. “No, por favor -amonestó el Papa-, los negocios dejémoslos fuera de la viña del Señor. Seamos pastores y servidores del pueblo, no hombres de negocios”.
Pastores profetas los quiere el Papa a los obispos, que se arriesgan levantando su voz “ante el pueblo que sufre y ante la injusticia”. Y los que son altavoces de los que no tienen voz se arriesgan. Y el Papa puso dos ejemplos de pastores-profetas: “Christophe Munzihirwa, pastor valiente y voz profética, que protegió a su pueblo ofreciendo su vida”. O el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya.
África puede ser el continente de la esperanza para la Iglesia católica, pero, para eso, necesita acabar con el clericalismo y que sus clérigos (altos y bajos) dejen de creerse los elegidos de Dios, para pasar a ser los servidores del pueblo. Y no es fácil, en un país como la RDC, donde la Iglesia católica es una institución consolidada, respetada, asentada, que no caiga en las garras del poder político-social-económico, que no se case con el Estado, como pasó en España en tiempos del franquismo. Si quiere ser profética, la Iglesia tiene que ser libre. Y así es como la quiere el Papa Francisco y el evangelio de Jesús de Nazaret.