Rouco pierde la vara de hacer obispos
Se trata del primer nombramiento episcopal en España desde la llegada de Francisco al solio pontificio. Y también aquí se percibe un cambio de estrategia. Parece terminarse la época de los obispos "grises", elegidos en función de su fidelidad máxima a la ortodoxia, sin grandes luces ni demasiadas dotes personales y pastorales. Medianías, pero seguras. Ése era e perfil episcopal en la larga etapa del cardenal Rouco Varela.
Cambia esa tendencia y, con Menéndez, Roma apunta a obispos-pastores, obispos-párrocos, a imagen y semejanza del papa Francisco. El olor a oveja llega a los postores españoles.
Sin estridencias, porque Menéndez tampoco es un exaltado revolucinario. Un cura de centro y centrado, con excelentes dotes de gobierno, ascendió a la cúpula jerárquica asturiana de la mano de monseñor Díaz Merchán, en su última etapa al frente del arzobispado de Oviedo. Y siguió durante toda la etapa de monseñor Osoro. Y, después, volvió a la base, como párroco en diversas parroquias. Un hombre, pues, moderado, pero preparado y pastor.
La señal que viene de Roma, con el nombramiento de Menéndez, es más potente y clara todavía, si se tiene en cuenta que "el designado", el obispo "in péctore", nombrado al alimón por Rouco-Sanz-Camino, era Jorge Juan Fernández Sangrador. El actual vicario general iba el primero en la terna, en todas las ternas. Pero, en Roma, la cambiaron y eligieron a Menéndez.
Es evidente, por lo tanto, que ha llegado a su fin la época en la que Rouco hacía y deshacía nombramientos episcopales. Fue el gran conseguidor de mitras españolas. Muchos se la deben (por eso, le daban sus votos) y otros, el cambio de diócesis. El reino de Rouco parece terminar...también en eso. Francisco busca otro perfil de obispo. Y Rouco ha dejado de ser "el hacedor" de prelados españoles. Sic transit...
José Manuel Vidal