Teresa Forcades, la monja que tenía razón sobre la gripe A

Está claro que el virus no se ha extendido tanto como sus propagandistas preveían y hay que preguntarse: ¿y si la monja tenía razón? ¿Y si su alegato contra las compañías farmacéuticas no era obra de una iluminada, sino de alguien que razonaba a favor de la sensatez?
Y no sólo eso. Hay que pedir a los medios de comunicación y a determinados sectores sociales que devuelvan el honor y la fama a sor Teresa. O, al menos, que le pidan perdón públicamente. Aunque, la benedictina, a pesar de haber sufrido por las asechanzas del "enemigo", siempre tuvo la conciencia tranquila y el alma serena. Y siguió siempre con su sencilla vida monacal marcada por el 'ora et labora'.
Vaya, desde aquí, nuestro agradecimiento y nuestra felicitación para la hermana Forcades. Y nuestro deseo de que siga conservando intacta su capacidad de denuncia profética. Hacia afuera, aunque les duela a los negociantes del dolor ajeno. Y hacia adentro, aunque provoque dolores de muelas entre los fanáticos de lo sagrado. Que, desgraciadamente, abundan cada vez más en nuestra Iglesia.
José Manuel Vidal