Pedir la creación del Estado de Palestina, como manifiesta el papa Francisco y la ONU, como solución a un conflicto que dura 76 años desde que en 1947 la ONU decidió dividir Palestina en dos estados, resulta a día de hoy un deseo imposible de llevar a cabo por varias razones:

1.Porque esa propuesta ya fue tratada en los Acuerdos de Oslo de 1993, que resultó ser un proceso fallido.  La conclusión de esos Acuerdos fue la siguiente:

“Ha llegado el momento de poner fin a decenios de enfrentamientos y conflictos, de reconocer sus legítimos derechos políticos mutuos, de tratar de vivir en un régimen de coexistencia pacífica y de dignidad y seguridad mutuas, y de llegar a una solución de paz justa, duradera y global y a una reconciliación histórica por conducto de un proceso político convenido”.

La OLP reconocía por primera vez la existencia de Israel e Israel reconocía a la OLP como representante legítimo del pueblo palestino. La base del acuerdo se centraba en la creación de “un gobierno autónomo provisional palestino” para Cisjordania y Gaza durante un periodo de transición “de no más de cinco años”, que debía desembocar en “una solución permanente” basada en la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual exigía la retirada “de las fuerzas israelíes de territorios que ocuparon durante la guerra de 1967” y la creación de un Estado soberano palestino junto a Israel. La Autoridad Palestina, creada gracias a los Acuerdos de Oslo, era el primer paso en el camino. 

Sin embargo, un investigador de PRIO señala que “desde 1993 todas las acciones de Israel han ido en contra de la solución de los dos Estados” que, según él, ya es imposible de alcanzar. “La paradoja es que los palestinos y la comunidad internacional están atrapados en una solución que ya no es posible y lo trágico es que no hay una alternativa sobre la mesa” 

2.Porque la negativa de Israel en permitir la creación del estado Palestino tiene un fundamento bíblico: La donación que hizo Yahvé a su pueblo elegido de Israel de todas las tierras de Canaán y que supuso una ocupación militar y sangrienta en nombre de Dios. En consecuencia, los israelíes ultras, presentes en la colonias establecidas en Cisjordania, se han negado y se seguirán negando a compartir unas tierras que les pertenecen por derecho divino e histórico.

La conquista de Canaán

Israel estaba realmente preparado para vivir en Canaán como la nación elegida por Dios, que impartió a Josué la conciencia de que la conquista de la tierra dependía entonces no solamente de su persona; sino que estaba divinamente comisionado y dotado de los poderes precisos. (Jos. 5:13-15). La conquista de Jericó se realizó siguiendo las instrucciones del Señor. Una vez por día, durante seis días, los israelitas marcharon alrededor de la ciudad. Al séptimo día, cuando marcharon siete veces alrededor de las murallas de la ciudad, éstas cayeron y los israelitas pudieron entrar fácilmente y posesionarse de ella. Los habitantes de Jericó, como los de otras ciudades fueron exterminados.

3.Por la constante ocupación de Cisjordania por parte de los colonos israelíes y por la ocupación de Jerusalén Este, destinada a ser la capital del Estado fallido de Palestina. El resultado es que las tierras palestinas de Cisjordania se han reducido a la mínima expresión, lo que hace aún más inviable la creación del Estado de Palestina. Israel no deja de expandirse, como muestran los mapas, en tierras de Cisjordania destinadas para un futuro Estado Palestino. Cuando se firmaron los acuerdos de Oslo había unos 110.000 colonos viviendo en Cisjordania. Hoy son más de 700.000

4.Por la escasa presión internacional para crear el estado de Palestina, especialmente por parte de EEUU, el único país que tiene la resolución del conflicto.

5.Por la negativa de Israel de acatar las 26 resoluciones de la ONU referentes al conflicto palestino-israelí, que están pagando muy caro los palestinos, siendo la raíz de organizaciones rebeldes palestinas contra el maltrato que les está dando Israel.

6.Porque el conflicto entre Israel y Palestina es interminable y sin esperanza de resolución. Más aún con la actual ofensiva de Israel contra la Franja de Gaza, provocada por el ataque de un comando de Hamás que se filtró en Israel por una serie incomprensible de errores en una de las fronteras más protegidas del mundo. Esa ofensiva se ha convertido en un genocidio con más de 14.000 muertos gazatíes, entre los que se encuentran 5.000 niños. Los ataques son indiscriminados por estar dirigidos en su mayoría a la sociedad civil; como los bombardeos a hospitales, ambulancias, escuelas, mercados o a un campo de refugiados, destruyendo también el 45% de las viviendas y obstaculizando la entrada de ayuda humanitaria a través de corredores humanos, dejando la Franja sin luz, sin agua y sin combustible imprescindible para que las ambulancias puedan trasladar a los heridos a los hospitales. 

El día 24 de noviembre de este año, Hamás e Israel han llegado al acuerdo de un alto al fuego durante cuatro días, en los que habrá un intercambio de liberación de 50 rehenes israelíes en manos de Hamás por 150 prisioneros gazatíes en cárceles israelíes. Habrá entrada  de combustible y de ambulancias. Pero solo será un paréntesis a una guerra que continuará, produciendo más muertos y destrucción.

Así, pues, hay suficientes motivos para pensar en la imposibilidad de que el Estado de Palestina vea la luz, a pesar del intento fallido de los Acuerdos fallidos de 1993.